Sigue así, me harás hacer cosas que seguramente me mandaran a prisión.
-Tu abuelo dice que está bien – me sonríes sabiendo lo que realmente pasaría, pueda que sea mayor, pero se siente feliz de que este aquí conmigo sin saber qué demonios está sucediendo.
-¿Qué sucede? – Te pregunto - ¿Hay algo que necesites que te explique y no me lo dijiste en la institución por el mismo motivo de antes?
Sabia que la pregunta era estúpida, ¿algo así a media noche? Quería... no tenía que saber qué hacía en mi sillón casi congelándose.
Te veo a los ojos y miro que te sonrojas, bueno ya tienes mucho frio, pero me daba la impresión de que había algo más.
-Profe yo... - algo me decía que esto no podría terminar bien, iba a salirse de control, y era peligroso para mí – me gusta, me enamore de usted...
No estoy preparado para esta conversación.
-Este es un reto que te puso ¿Quien? ¿Megumi o Toudou? Porque no es gracioso.
-No. Estoy hablando enserio, nunca supe cómo, ni porque, pero siento celos, celos de otras personas que roban su tiempo, celos de cualquiera que lo abrace, perdón, no quise hacerlo, pero si Megumi y Toudou todo que hicieron es darme un empujón para hacerlo.
No quería demostrar que estaba un poco nervioso por esa repentina declaración, no quise creerle por mi bien.
Me puse de pie.
-Estas un poco confundido – le comenté.
-No profe...
-Escucha debes descansar cuando lo pienses mejor...
Pero cuál fue mi sorpresa cuando el rápidamente rodeo mi cintura con sus brazos.
-No estoy confundido ni bromeando contigo – me dijo, por primera vez con más confianza, era lo que se podía ver como un abrazo cálido, con sus brazos firmes, me gustaba que me tuviera confianza, me gusta lo que me dijo, pero no estaba bien.
Siendo menor de edad, es prohibido para mí.
¿Por qué las cosas prohibidas siempre son las mejores?
-Suéltame Yuji, ya es casi media noche debes dormir.
-¡No hasta que me escuches! – di un largo suspiro lleno de resignación, así que asentí, me senté en el sillón a la par de él, me soltó, pero no se alejó de mí se quedó increíblemente cerca que podría sentir su cabello sobre mi piel.
-No creas que soy un simple mocoso como todos – me aseguró con mirada firme que parecía ridículo – sé que no es posible, pero pronto cumpliré 18, iré a la universidad...
No sigas...
-... ¿Existe alguna manera en la puedas...? No sé ¿Esperarme? – no respondí ante eso, me daba la sensación de que estaba violando mi código que una vez escribí en mis principios de profesor.
Andar en una aventura con un estudiante era la cosa más baja que se pudiera hacer, pero tampoco pensé en encontrarme a alguien como tú.
Seguramente pensaste que te rompería el corazón, intenté volver a acariciarte el cabello y encontrar las palabras con las que pudiera zafarme de ti, regresar a la normalidad, incluso si creía que era un completo idiota.
¿Ir a la universidad? Realmente podría esperarte para siempre, siento que si podría, pero era prácticamente imposible con lo atractivo que eras no estar rodeado de chicas en aquel pedregoso camino. Y que no experimentaras nada de aquello.
Me sentí ridículo de pensarlo, pero mi mano se detuvo, decidí no hacerlo. No estoy preparado para esta conversación, al menos no todavía.
Intenté ponerme de pie, pero cuál fue mi sorpresa cuando pegó sus labios con los míos, importándole poco lo que ocurría realmente, pero no pude evitarlo, era menor de edad, inexperto pero el beso fue el mejor que he recibido en mi vida, y habían sido muchos.
Seguramente supiste que te correspondí porque me sonreíste cuando terminaste de hacer algo así.
-¿Eso fue un sí? – me aseguraste con una mirada llena de inocencia. Adorable.
No pudo contenerme y ahora fui yo quien volvió a tus labios como sediento buscando agua.
Antes de darme cuenta estaba casi encima de ti mis manos habían profanado todo tu cuerpo sin darme cuenta, te causaron espasmos y algo más.
Estaba perdiendo el control cuando comencé a besar tu cuello con hambre, con algo extraño que nunca había sentido con alguien más.
Perdiendo la cabeza, la razón volvió a mí y me aparte viéndote sonrojado y con la respiración entrecortada, habíamos hecho un desastre en poco tiempo.
Y tenías algo desesperado por atención.
-Lo siento –te dije.
-No te disculpes – te sentaste sobre el sillón – con respecto a...
-Arregla eso primero... no voy a hacerlo yo...
Al menos no hoy.
-Al fondo del pasillo está el baño – malditas neuronas adolescentes, te pusiste de pie con dificultad pero con menos frio cuando entraste al baño.
Malditas neuronas adolescentes, eres tan sensible que... me das lascivia.
Pasaron como 20 minutos cuando saliste, me da la sensación de que nunca habías hecho ni sentido eso antes, vuelves avergonzado a sentarte en el sillón.
-Ahora si con respecto a lo de antes...
Me regañé mentalmente, ahora que sabes que también me gustas definitivamente no vas a dejarme ir. ¿No es así? Mire esa determinación cuando comenzaste a intentar quitar ese problema que tenías con los números. Me gustaba pero... estaba en problemas.
-Pronto cumpliré 18 años...
-Ese no es el problema – te interrumpo viéndote a los ojos – podría decir que te esperare. Que sabes dónde estoy. Pero eres tú, creo que si vas a la universidad no volverás.
-Por supuesto que volveré.
-Tengo una propuesta, esta bien, te ayudaré a pasar el examen, quiero que estudies que te gradúes con honores como yo, que tengas una aventura... - te mire con intención de protestar - ¡escúchame primero! Si después de todo eso continuas sintiendo lo mismo por mí. Ahora sí. Sabes dónde encontrarme.
Casi con lágrimas en los ojos rodeaste mi cintura con tus brazos totalmente lleno de felicidad, adolescente tenías que ser.
-Pero ¿Puedo tocarte y hacer alguna que otra travesura? – no sé qué demonios pensar de que un menor de edad me insinué algo así, ¿Fascinado? ¿Feliz? ¿Perturbado?
Ni siquiera supe que responder, solo suspiré cansado, tenía que ser el principio de todos mis problemas.
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Enamorado de mi profesor
أدب الهواةYuji Itadori esta en el ultimo año de preparatoria, con una fobia atroz por las matemáticas que le han impedido tener un buen índice a lo largo de todo su periodo escolar. Decide superar aquel miedo que le han infundido sus antiguos profesores, sin...