Capítulo 2.

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T/N

Llegamos a una enorme casa blanca, no recuerdo aquella casa tan grande, pero claro, ¿Cómo podría hacerlo? La última vez que estuve aquí fue hace siete largos años.

Tía Vanessa me dio la habitación más grande.

Al entrar, observo las paredes completamente blancas. Los rayos de sol se dan paso a través del vidrio de la ventana haciendo que el lugar se ilumine. Dejo mis cosas encima de la cama, y doy unos cuantos pasos más hasta llegar a la ventana, me acerco al borde y balanceo mi cuerpo unos centímetros adelante. Mis ojos vislumbrar un, perfecto, gran patio trasero con césped natural, un árbol, no tan grande, que, al llegar el otoño, sin duda provocaría que unas cuantas hojas secas cayeran sobre el agua de la piscina, que está situada unos metros más adelante que este. También, una puerta grisácea –otro baño –susurro para mí misma.

Alzo la vista, y observo la ventana de la casa de al lado, un vecino, es de suponer. Retomo mi vista a la habitación, un estante enorme se hizo presente, donde seguramente, pondré mis cosas; y, a un costado de este, un espejo en donde me observo de pies a cabeza. Me siento sobre la cama mientras mis ojos recorren todo el lugar, posándose sobre cada pequeña cosa que les llama la atención, y analizándola. Segundos después, veo una puerta blanca con cerradura dorada y me puse de pie caminando hasta allí... un baño. Tina, regadera, tocador, lavamanos, es enorme. Todo el cuarto es enorme.

Después de haber recorrido toda la habitación, descanso un rato. Al cabo de unas horas bajo para acompañar a Vanessa en la sala, que ve televisión.

–¿Te conté de mi empleo? –pregunta, niego rápidamente con la cabeza–. He conseguido un empleo fantástico, soy diseñadora de vestuario en una compañía cinematográfica –me emociono tanto como ella. Y saber que ella estaba bien...– Y... conocí a alguien... –interrumpió.

–¡¿Qué?! –grito de la emoción, nunca había conocido a ningún novio de ella, por alguna razón nunca mencionaba a sus... parejas, ni a mamá ni a nadie–. No, no, quiero decir, si.. si, ¿Quién es? ¿podré conocerlo?...

–D.. de eso quería hablarte, estaba pensado... no sé.. ¿de ir a.. a cenar este fin de semana?

–¡Claro que sí! Será fantástico –me mira con una sonrisa de oreja a oreja.

***

Toda la semana fue tranquila. Pasé en la casa viendo televisión, leyendo, jugando videojuegos, nadando en la piscina, tomando el sol, y charlando con mi tía sobre nuestras vidas. Me contó más sobre su nuevo empleo, que técnicamente se trata de crear estilos, diseños con la ropa que los actores se pondrán para las películas –desde pequeña me ha gustado el diseño, ya sabes, crear, mezclar e imaginar las infinitas combinaciones que puedo hacer con las telas. Con la ropa. Soñaba en crear mi propia línea de ropa. Crear mi marca, imponer estilo. Algo que ame la gente...–contaba con rostro nostálgico, como si quisiera llorar. Pero no lo hizo.

–...el tiempo pasó y mis ideas cambiaron. Acabé mis estudios y salí del país. Llegué a New York y terminé trabajando como mesera en varios restaurantes, bares y demás... Por un tiempo pensé en retomar lo del diseño, así que conseguí empleo en una costureria y comencé como principiante. Remendaba prendas y hacía ropa con sus indicaciones. No me dejaban crear nada, se hacía lo que dice la jefa o de patitas a la calle. No me gustaba. –Me miró–. Sí. Y estarás pensando. "¿Por qué solo no te fuiste de ahí?" No podía. O más bien. No tenía opción. Necesitaba dinero. Necesitaba encontrar como sobrevivir. Vivía en un departamento de mierda. Perdón por el lenguaje –reí y ella rio también–. Lo tenía que pagar mensualmente. Y si no tenía ese empleo, no tenía de donde sacar el dinero, como dije, no tenía opción. Por lo menos pagaban bien. Después de tres años y medio, dando todo mi esfuerzo a ese trabajo y harta por todas la horas extras sin paga, me decidí a hacer mi ropa a escondidas. Mala idea.

To way - Aidan Gallagher y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora