capitulo 5

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Eduart llegó a la enfermería con el corazón latiendo con fuerza. Al saludar al enfermero, notó su expresión serena y profesional. Juntos acomodaron a Carol en la cama, mientras el enfermero le hacía un chequeo. Al ver que solo eran efectos secundarios del supresor, le dijo:

—Solo necesita descansar un poco. No te preocupes, todo estará bien.

Aliviado por la noticia, Eduart se sentó a su lado, observando cómo su hermana trataba de abrir los ojos. Notó que sus labios estaban muy secos, así que, sin pensarlo dos veces, sacó una botella de agua que había encontrado en el almacén del enfermero.

Justo cuando estaba por acercarle la botella, una mano delicada le detuvo la suya. Sorprendido, vio que era Nilo, quien le quitó la botella con un movimiento ágil.

—¿Qué haces? —preguntó Eduart, frunciendo el ceño, pero no le dio mayor importancia. Para él, Nilo era solo un niño pequeño, a pesar de ser el protagonista de su novela favorita.

Nilo, ignorando la mirada de reproche de Eduart, se acercó a Carol, que comenzaba a tomar el agua tranquilamente. Decidido a distraerse, Eduart se dirigió al frutero del enfermero, donde comenzó a pelar unas manzanas. Su habilidad para darle forma de conejo aún estaba intacta, lo que le llenó de satisfacción. Sin embargo, una punzada de enojo lo invadió al pensar que Nilo estaba arruinando su momento.

—¡Oye, suéltame! —gritó Eduart, mientras Nilo intentaba quitarle el plato con las manzanas.

—Ajém, chicos, ¿qué están haciendo? Deténganse —intervino Leonardo, quien había entrado justo a tiempo para ver la cómica escena. Aliviado al ver que Carol estaba bien, no pudo evitar contener la risa al ver a Eduart y Nilo forcejeando por un plato de frutas.

Nilo, al escuchar la voz de Leonardo, soltó el plato, y Eduart casi se cae si no fuera por la rápida reacción de su amigo.

—Gracias, Leonardo —dijo Eduart, recobrando el equilibrio mientras miraba a Nilo con incredulidad.

Nilo, consciente de que Carol lo observaba, se acercó a ella con una sonrisa cautivadora, muy diferente a la que había mostrado antes.

—Gracias por salvarme. ¿Me puedes decir tu nombre? —preguntó, sonriendo de manera dulce hacia Carol.

—¡Oh! Qué alivio que te encuentres bien. Me llamo Carol, un gusto conocerte —respondió ella, dirigiendo su mirada hacia Nilo con una sonrisa cálida, aunque todavía un poco distraída.

El corazón de Nilo se llenó de felicidad al recibir la sonrisa de Carol, pero su alegría se desvaneció rápidamente cuando notó que ella volvía a mirar a Eduart. Con un gesto de disgusto, su expresión cambió al mirar a Eduart, quien se encontraba mudo, aturdido por la situación.

—No puedo creer que el dulce y puro ángel de mi novela favorita sea así —pensó Eduart, sintiendo una mezcla de sorpresa y desdén.

Leonardo, que observaba la dinámica con interés, sabía muy bien que cuando una persona se interesaba por alguien, mostraba su verdadera esencia.

—Eduart, no le avisaste a madre, ¿verdad? No quiero involucrar a más personas. Además, sé cómo manejar esto —dijo Carol, dirigiendo su mirada hacia Eduart sin notar la incomodidad de Nilo.

La cara de Nilo cambió de una expresión oscura a una actitud aduladora, como si estuviera buscando aprobación. Eduart, sintiéndose cada vez más desconfiado de las intenciones de Nilo, se alejó un poco de Carol y le sonrió.

—Sí, no te preocupes. Sé cómo reacciona madre. No le avisé, pero tienes que hacerte un chequeo en el hospital para asegurarnos de que todo está bien —dijo Eduart, preocupado, mientras arreglaba su ropa después de casi caerse de la silla.

Somos los extras en nuestra novela Bl favoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora