capitulo 22

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Carol condujo como una loca hasta su casa, mientras los demás se agarraban de donde podían y rezaban por sus vidas. Pero, por algún milagro, llegaron sanos y salvos, y sin multas de tráfico. En cuanto entraron, acomodaron los sillones y le sirvieron a Leonardo una limonada helada, pidiéndoles que les contara todo lo que había pasado, con lujo de detalles.

Eduart quería ser un poco disimulado, así que intentó tardarse, como diciendo "no estoy tan curioso", pero solo Carol sabía la verdad. Los demás, de manera descarada, se sentaron alrededor de Leonardo. Este, con un suspiro, comenzó a narrar.

—Tom creció en una familia normal, donde su padre tenía un buen trabajo en una gran empresa. Con el paso de los años, su padre fue ascendiendo de posición, pero la empresa comenzó a tener problemas económicos ya reducir su personal. Un día, su padre fue despedido y se enfadó mucho. Fue a reclamarle al jefe, diciéndole que era un empleado con mucha experiencia y que no era justo que lo echaran. El jefe le respondió que lo había despedido porque le faltaba juventud e innovación para los productos.

—Al quedarse sin empleo, no sabía cómo decirle a su familia, así que empezó a pedir préstamos. Al principio fue en modo de que, cuando consiguiera un trabajo, lo pagaría. Pero le fue gustando el dinero fácil, haciendo que se olvidara de buscar un nuevo trabajo y pidiera más préstamos. Con esto, la familia decayó; empezaron los sutiles gritos y luego los golpes, haciendo que el ambiente se volviera caótico. Su madre, harta de su esposo abusivo, no quiso seguir con él. Quería iniciar de nuevo y tenía que hacerlo sin su hijo, así que lo abandonó.

—Esto hizo que su padre se volviera más violento hacia Tom. Este, siendo solo un niño, no le quedaba más que sobrellevarlo hasta convertirse en adulto y poder irse. Pero sucedió antes de lo pensado. Si tuviera que describir ese día, podría decir que fue sombrío, con nubes negras que anunciaban la próxima temporada de lluvias. Ese día, su padre se levantó con el peor humor posible y comenzó a romper todo a su paso.

Leonardo se detuvo un momento, mirando a sus amigos, que ahora estaban en silencio, atentos a cada palabra. Continuó, su voz un poco temblorosa.

—Todo lo que pude hacer fue esconderme en la casa del perro que ya no estaba, diciéndome que esto pasaría pronto. Pero él seguía y seguía, y parecía buscarme, quizás para desahogar su ira. Se acercaba paso a paso y comencé a escuchar susurros que decían mi nombre de manera escalofriante. Empecé a pedir ayuda en silencio: "Alguien, sálveme".

El silencio en la habitación era palpable. Todos estaban inmersos en la historia de Tom, sintiendo el peso de su sufrimiento. Cada uno se perdió en sus pensamientos, reflexionando sobre lo que Tom había tenido que enfrentar y la fortaleza que había demostrado al superar tales dificultades.

—Cuando ya daba por perdida mi esperanza, fue cuando me puse frente a la casita. Pude escuchar cómo el hombre cambiaba de susurros a gritos de insulto, y poco a poco se iba agachando. Justo cuando ya me rendía, cerré los ojos para no ver su cara. Un fuerte estruendo, un golpe muy fuerte, hizo que mi padre se asustara, olvidándose de mí y empezando a correr. Al parecer, no sirvió de mucho, porque después de mucho ruido, súplicas y disparos, quedó un silencio sepulcral.

Salí lentamente de mi escondite, rezando para no encontrar nada peor que mi padre. Lo vi a él, cubierto de sangre, y me asusté, retrocediendo unos pasos. Al parecer, notó mi presencia y me apuntó con un arma. Esto me asustó, pero no tanto como la mirada de mi padre. Sus ojos amarillos no dejaban de mirarme. Cuando vio que solo era un niño, bajó su arma y suspiro, acercándose a mí lentamente. Pude ver que era joven; su hermosa cara combinaba de manera extraña con la sangre, hipnotizándome. Le dije:

—Llévame contigo.

— ¿Qué cosas tiernas dices? No es bueno que los niños buenos hagan cosas malas, así que solo ten esto y olvida que esto pasó. Ten cuidado con lo que dices, te pueden pasar cosas malas, ¿entiendes? —dijo el joven con una sonrisa maliciosa mientras me entregaba dinero.

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