Capítulo 2

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El día estaba perfecto, la brisa del mar hacía bailar mi cabello y recordé las caminatas que hacía con mis padres cuando era niña, también la primera vez que monté una ola. Preciosos recuerdos que siempre guardaría en mi memoria.

—Que extraño, creí que te lanzarías de cabeza al agua —comentó Analía mientras levantaba una ceja de manera interrogativa.

—Sólo... estoy tomándome mi tiempo —respondí, teniendo mi vista en le vaivén suave y relajante de las olas.

Entonces Rita y Ruth se acercaron con las mantas y la comida, una miraba su celular para controlar el número de "me gusta" de su última publicación y la otra se sacaba fotos con las papas fritas. No eran hermanas pero actuaban como si lo fueran.

—Lili, préstame tu tabla para unas fotos. —Rita corrió a mi lado y tomó la tabla para comenzar con una sesión, controlaba el enfoque, la iluminación, todo. A veces me preguntaba por qué no estudió fotografía en lugar de gastronomía, su comida era pésima y sin ofender. Era un milagro de que ninguna de nosotras se haya intoxicado pues éramos sus conejillos de indias, lo que uno hace por amor y la amistad.

Mientras esperaba que Rita terminara de usar mi tabla, ayudé a las demás a extender las mantas sobre la arena y divisamos un grupo de chicos a unos metros de nosotros. Parecían ser amigos que salieron a divertirse como nosotras, no había señales de otras chicas, así que no teníamos competencia.

—Observa y aprende —murmuró Analía. Entonces ella caminó hacia la orilla mientras se mojaba poco a poco, sutilmente hacía poses y miraba disimuladamente en dirección hacia los chicos. Ellos no pudieron resistirse a su bikini negro de tiras.

—Presumida —dije para mí misma.

Por mi parte tomé mi tabla y me lancé a las aguas, ya había retrasado ese momento lo suficiente. Yo esperaba encontrar una ola que me hiciera lucir, sin embargo todas eran regulares, aun así me divertí por unos minutos nadando.

Regresé tiempo después regresé al ver las señas que me hacían mis amigas. Ruth, por su parte, hizo una rápida investigación y encontró los perfiles de los hombres, viendo quienes tenían novia, cuáles eran de su interés o si compartían sus gustos.

—Hay dos a quienes aman el mar y uno de ellos también surfea —me dijo para luego guiñar un ojo y le agradecí por la información.

Por otro lado Rita siempre fue más directa y confiada por así decirlo. Ya que simplemente se acercó al grupo de amigos con una gran sonrisa. Ellos parecían encantados y aceptaron su petición de jugar voley playero mientras le enseñaba la pelota. Así que formamos grupos y empezamos a jugar. Si la suerte está de mi lado, esta noche tendré compañía, pensé con determinación. Mis amigas estaban preparando el terreno, también debía hacer mi parte.

Ruth prefirió no jugar y seguir con su celular, Rita era la mejor y estábamos ganando gracias a ella, entonces un tiro vino hacia mí con tanta velocidad que no fui capaz de reaccionar. La pelota golpeó mi rostro con fuerza y perdí el equilibrio.

Una vez tendida en la arena vi como todos se acercaron para ver mi estado, mi nariz sangraba pero no era nada de lo que alarmarse. Ya había recibido golpes más fuertes antes. Pero había un problema, ¿qué debía hacer ahora?.

Si fingía que dolía uno de ellos podría cuidarme, pero eso terminaría con el juego y haría sentir muy culpable al tipo que me golpeó, sé que no fue a propósito. Si digo que no pasa nada me verían como un chico más, ¿verdad? No sé qué hacer.

—Lili, dios, estás sangrando —dijo Analía estando arrodillada a mi lado—. ¡Idiota, mira lo que le hiciste! —le gritó al responsable, su rabia era notable en sus palabras.

Secuestrada por el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora