Capítulo 11

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Un barco estaba muy cerca de la cueva y debía salir de alguna forma a la superficie, sin embargo la criatura marina estaba reteniéndome otra vez.

—Quiero volver a casa, t-tú puedes visitarme cuando quieras —no sabía lo que estaba diciendo pero quería salí de allí cuanto antes—, yo vivo en una playa cerca del mar. —Él no me entendía y pasó a abrazar mi cintura para que no me vaya. Era un problema, aunque comencé a escuchar unos gritos provenientes de la isla. Las personas habían desembarcado por alguna razón.

—Espera aquí, que no te vean —le susurré al tritón para luego caminar con dificultad a la dirección contraria. Luego de haber caído el hueco por donde entraba la luz se había hecho más grande y desde ahí podía escuchar las voces de unos hombres. No hablaban español.

—¡Hola! —dije con un fuerte grito. Esperando que alguien pudieran escucharme, entonces una duda vino a mi mente. ¿Y si esas personas eran piratas?, pensé y ya era muy tarde. Unos hombres se asomaron con cuidado al hueco—. Hola, ¿alguien habla español? —pregunté, rezando para que se tratara de buenas personas.

Ellos se miraron entre sí y dijeron algunas cosas que no pude entender, entonces llamaron a alguien más y una chica se asomó.

—¿Puedes entenderme? —me dijo con un acento propio de los ingleses quienes apenas están aprendiendo español.

—Si, por favor llévenme a casa. Llevo aquí días y-

—¿Días? ¿Teniendo agua dulce? —me interrumpió.

—Ehh, si, yo tuve un accidente en las olas y cuando desperté ya estaba dentro de esta cueva —les expliqué rápidamente aunque los escuché hablar entre ellos, parecían festejar algo—. ¿Qué sucede? —pregunté al ver que los hombres se alejaban.

—Parece que estar bien acompañada —comentó la mujer y al bajar la mirada vi que el tritón estaba a mi lado.

—¡Ayúdame, no deja que me vaya, es bueno pero...! Él.... Él...

—No preocupar, nosotros te daremos herramientas por el agua. —Cada vez estaba más confundida, no se sorprendió al ver a la criatura marina tampoco se asustó. Era obvio que ya había visto un tritón antes, pero cómo y cuándo. ¿Por qué era la única que no sabía de su existencia?

—No quiero herramientas, quiero volver a tierra firme —insistí.  La mujer cambió su expresión de repente, no respondió. Pero antes de que pueda decir algo más, sus compañeros regresaron cargando una mochila y un tubo con el cual bombearían el agua hacia arriba. 

Ellos tampoco se sorprendieron al ver a mi extraño acompañante pez. Con una cuerda bajaron la mochila y el tubo, entonces dejé este último dentro de la rústica fuente de agua dulce que salía de entre las rocas. Ellos comenzaron a festejar y se abrazaban mientras el agua llenaba los tanques que trajeron consigo.

—¿No me llevarán con ustedes? Ya tienen el agua que querían, quiero volver a casa —insistí, pero la mujer ya no hablaba conmigo.

Unas horas después, en la que esperaba que cambien de opinión, ellos retiraron el tubo y dejaron caer la soga para mí.

—¡Esperen, llévenme! —grité desesperada mientras los veía alejarse. Mis súplicas eran inútiles.

—Aquí es tu casa ahora —dijo la chica, luego saludó al tritón, quien copió su acción y finalmente se alejó del hoyo. ¿Qué significaba eso?

Derrotada, me dejé caer junto a la mochila. Inevitablemente mis lágrimas comenzaron a humedecer mi rostro. Yo las había contenido todo este tiempo y ya no podía más. La impotencia que sentía era abrumadora. Extrañaba a mis padres, a mis amigas, hasta extrañaba la universidad con esos profesores insoportables. 

Secuestrada por el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora