Capítulo 7

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Había quedado en completo silencio, mi mirada fija en el cielo oscuro, unas cuántas nubes solitarias se movían lentamente por el firmamento estrellado. Estaba un poco adolorida por la caída. Todo mi esfuerzo fue arrojado a la basura por un error cometido. Todo por no ver por dónde estaba caminando.

Mi vista bajó hacia mi pierna, el corte parecía ser profundo, mi situación iba de mal en peor a cada minuto que pasaba. Si no se trataba la herida a tiempo podría infectarse. Además el traje también se había desgarrado y los golpes de mi cuerpo eran más dolorosos con el paso del tiempo.

—Al menos debo hacer algo para detener la leve hemorragia —me dije, había pasado mucho tiempo sola por lo que ya comenzaba a hablar sola en voz alta.

Con cuidado me arrastré hacia la única fuente de luz que tenía disponible allí abajo, el pozo de agua y sus algas bioluminiscentes me recibieron con su tenue luz natural y acuática. Tenía pensado usar el agua para lavar el corte, por suerte la sangre se había detenido. Sin embargo retrocedí al ver a la criatura marina nadar hacia la superficie. Tal vez había escuchado mis gritos de cólera.

Al salir a la superficie me miró con el ceño fruncido, movía su aleta de manera suave para mantenerse fuera del agua. Además mantenía los brazos cruzados, me daba la impresión de que estaba a punto de regañarme. Aunque su expresión cambió al ver la herida en mi pierna.

Además de ser una criatura con lenguaje propio, también podía demostrar emociones con sus expresiones, era inteligente pero no sabía hasta qué punto. ¿Sería igual de inteligente que los humanos o incluso más? Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando el ser se movió. Lo vi nadar hasta el borde y entonces se sentó en la orilla. Su mirada bajó a su cintura y lo vi revisar unos compartimientos, antes no llevaba nada pero ahora traía un cinturón con varios bolsillos del cual sacó un cuchillo de cerámica.

—Eso lo utilizan los buzos —comenté para un segundo después retroceder a arrastras—. No, espera. Sé que escapé pero ya recibí mi castigo —supliqué para luego soltar un suspiro, era inútil, no podía entenderme.

Me cubrí con los brazos para protegerme, como si eso sirviera de algo. La verdad es que su fuerza era superior a la mía y lo comprobé cuando forcejeamos bajo el agua. No pude liberarme de su agarre en ese entonces, menos lo haría con una pierna lastimada. Al abrir un poco mis dedos para ver entre ellos, pues me estaba cubriendo mi rostro con las manos, vi a la criatura cerca de mí, me dio una sonrisa tranquilizadora para luego señalar mi pierna.

—No vas a cortarla, todavía sirve —me apresuré a decir mientras lo sentía sujetar mi tobillo. De un tirón hizo que extendiera la pierna y observó el gran corte detenidamente. Parecía preocupada o algo así, ya que en su rostro tenía una expresión seria. ¿Estaba preocupada por mí?, me pregunté, aunque tocó la herida directamente y me hizo chillar de dolor.

—¡Ay, no lo toques! —exclamé y mi voz se quebró un poco.

—Ay —alcancé a escuchar, entonces mi mirada cayó en la criatura. No fui yo, así que ese sonido debió salir de ella—. ¿Ay?

Si había dicho algo o más bien repitió mi quejido. Pero eso ya era algo. La segunda vez sonó como una pregunta y señalaba mi pierna herida. Yo asentí moviendo mi cabeza lentamente, sorprendida aún por sus acciones.

—Si, me duele —murmuré. Me sentía extraña al recibir ese tipo de trato proviniendo de esa criatura. Entonces vi con horror cómo cortaba parte de mi traje para tener mejor acceso a la herida. ¡No, es mi traje nuevo! Lo había comprado para las vacaciones, me lamenté. Pero me mantuve muy quieta, pues el cuchillo estaba cerca de mí.

El ser cortó la tela lentamente y con cuidado de no cortar de más, al liberar parte de mi pierna, su rostro se iluminó con una sonrisa. ¿Por qué sonríe así?, me pregunté, sintiendo el peligro. Sus manos frías tocaron mi piel mientras escuchaba nuevamente ese extraño ronroneo. Nuestras pieles tenían temperaturas distintas, entonces me cuestioné: podría ser de sangre caliente o sangre fría, como la mayoría de los animales acuáticos. Era una lástima no tener mi celular, mi computadora o al menos una libreta para anotar todo lo que estaba aprendiendo de esa nueva especie.

—Ya, ya, ¿vas a curarme o no? —cuestioné aunque sabía perfectamente que no me entendía. Estaba sangrando nuevamente y parecía haber olvidado lo que estaba haciendo luego de tocar mi piel. Al ver que no reaccionaba acerqué mi mano lentamente, dudando por un momento aunque finalmente me llené de valor y toqué su cabeza para llamar su atención.

Su cabello todavía seguía húmedo aunque era mucho más suave de lo que esperaba. Después de todo, dónde consigues acondicionador en el mar. Eso levantó la mirada rápidamente y con la misma velocidad alejé mi mano por seguridad. Ya tenía su atención, ¿ahora qué?

—Ay —dije al señalar la herida, un poco de mi sangre ya manchaba sus dedos y largas uñas. Asintió con la cabeza, no sé si me había entendido pero vi que buscaba algo más dentro de los bolsillos de su cinturón.

De él sacó un pequeño frasco, una línea de pescar y una aguja. Me sorprendió al ver que sabía que mi herida necesitaba puntos pues el corte era profundo. Del frasco sacó algo baboso y lo dejó sobre mi pierna, era un poco relajante hasta vi que esas cosas se movían, realmente eran babosas.

—¡Quítalas, quítalas! —chillé mientras sacudía la pierna, entonces me detuvo sujetando mi tobillo y muslo. Estaba inmovilizándome completamente. Palidecí completamente pues me había dejado dominar por el miedo, sin embargo de nuevo me sonrió, era capaz de entender que sentía miedo. Entonces respiré hondo para tranquilizarme y ambos observamos a esos repugnantes bichos deslizarse lentamente por el corte y alrededores. En poco tiempo noté que el dolor casi había desaparecido, ya no sentía la herida, no, era toda la zona por donde habían estado las babosas.

—Su baba actúa como anestesia local, increíble —murmuré sorprendida. La criatura pez regresó a las babosas dentro del frasco una por una para luego tomar la aguja y la línea. Con unas señas me hizo entender que cosería el corte así que, un poco temerosa, asentí y lo dejé continuar—. Parece que sabes lo que haces —comenté mientras lo veía hacer cada punto en mi piel, cerraba la carne con precisión y luego de hacer el nudo cortaba la línea con el cuchillo para después pasar a realizar otro punto. A pesar de que no había una buena fuente de luz, parecía poder ver perfectamente lo que hacía en la oscuridad, tal vez por esos sus ojos eran tan negros.

Los minutos pasaron mientras trataba la herida, yo no sentía nada de dolor, así que caí dormida, tal vez era por la pérdida de sangre o por el shock de la brutal caída. Mis párpados se volvieron muy pasados y lo último que recuerdo ver fue la mirada curiosa de la criatura sobre mí.

Había pasado otro día, otro día lejos de mi familia, lejos de mis amigas y de mi nueva casa. Me preguntaba qué estarían haciendo, en mi sueño los veía moviendo cielo y tierra para encontrarme. Muy preocupado y a mi madre al borde del llanto, mi padre estaría enojado con la situación y con las autoridades incompetentes de búsqueda y rescate.

En un momento todo aquello se interrumpió y me vi a misma recostada sobre mi tabla de surf. La misma tabla que mi instructor me había obsequiado al mudarnos, había sido tan estúpida y la perdí en las olas. Sólo esperaba volver a encontrarla, que el océano tuviera piedad de mí y me la devolviera. A mi alrededor había un extenso, casi infinito, océano de agua quieta y cristalina, no tenía idea de dónde me encontraba pero simplemente me dejé llevar.

Disfrutaba de flotar mientras miraba el extraño cielo ante mis ojos, no se veía como el cielo real y no podía explicarlo. Pero levanté mi mano, guiada por mi curiosidad y toqué el firmamento. Unas ondas aparecieron cuando mis dedos se adentraron en ese celeste puro, irreal, al tacto se sentía como agua. Ese cielo era también un infinito cuerpo de agua.

—Tan extraño —me dije, mi voz haciendo eco y repitiéndose una y otra vez hasta desaparecer como un murmullo. Sabía que estaba soñando pero no sabía cómo despertar o cuánto tiempo había pasado en ese mundo ideal para mí. Tan calmo, lleno de paz.

Estaba jugando con el agua hasta que sentí algo extraño, miré a un lado y de repente mi mano había sido enredada por hilos negros. Eso me asustó, el miedo me invadió rápidamente al igual que el sueño pues el infinito de calma se oscureció ante esos hilos negros. Se encontraban en todas partes y, un momento después, me vi atrapada. Los extraños hilos se habían enredado en mis brazos hasta inmovilizarme completamente.

—¡No, suéltame! —grité, pero no podía escuchar mi propia voz. Lo único que podía hacer era soportar hasta que la pesadilla termine aunque la realidad no fuera mucho mejor.

Secuestrada por el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora