Capítulo 6

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Mi sonrisa de confianza desapareció cuando, de un poderoso salto, la criatura salió del agua y se acercó, no sabía que ese pez humanoide podía ser tan ágil en tierra. Al terminar sentada por el susto, me encontraba contra la pared de la cueva y sin posibilidades de correr, entonces sólo opté por quedarme quieta mientras su atención volvía a estar en mis piernas. Lentamente acercó sus manos y tomó mi pie de nuevo, parecía maravillada, asombrado mientras tocaba mis dedos.

Después de todo debo ser la primera humana que ve en su vida, parece que estamos a mano. ¡Pero me secuestró!, me dije en mis pensamientos. Maldiciendo por mi suerte.

Nuevamente el ser abrazó mis piernas, descansando su cabeza sobre mi regazo. Incluso comencé a escuchar un ronroneo parecido al de los gatos provenientes de la criatura. Su pecho vibraba y extrañamente el sonido me relajaba, era como tener a un gato sobre tu regazo.

—Si, disfrútalo mientras dure —dije al fruncir el ceño. ¿Cómo fue que terminé aquí? Sólo quería disfrutar de las vacaciones junto a mis amigas y comenzar mi nueva vida en mi propia casa.

Permanecimos unos minutos así hasta que ambos escuchamos un silbido proveniente de las aguas. El sonido se parecía al canto de las ballenas, aunque podrías notar las diferencias entre ambos sonidos, no podía explicarlo. Rápidamente se alejó de mí y me tomó de los hombros para recostarme. Al acercar su mano a mis ojos, sin palabras me pedía que los cerrara. ¿Desde cuándo tenemos tanta confianza?

—Okey, dormiré —respondí al acomodarme sobre la dura roca. Unos segundos después escuché un chapoteo, ya se había ido, parecía que respondió al silbido por alguna razón—. Eso quiere decir que hay más de ellos, ¿verdad? —me dije Era mi oportunidad para escapar, sin embargo por el forcejeo bajo el agua había perdido mucha energía y el sueño volvía a reclamarme y abrazarme.

Al día o noche siguiente, la verdad no sabía qué momento del día era ya que pasé mucho tiempo en la cueva con poca iluminación, desperté para encontrarme con más pescado en la orilla de la entrada. Supuse que era el desayuno, cortesía del ser marino. Al observar a mi alrededor noté que era de día gracias a la luz natural que entraba por el hoyo sobre la cueva, el techo de la misma estaba bastante alto, dudaba que pudiera escalar hasta allí arriba.

Mientras comía pensaba en un plan para escapar, la criatura marina tenía ventaja en el agua pero yo la tenía en la tierra. Así que debía llevarla al otro extremo de la cueva, eso me daría tiempo para nadar hacia la superficie, debía ser rápida. Pero primero también debía asegurarme que mi cuerpo estaba en forma para el escape. Comencé a trotar por la cueva de punta a punta, dando descansos cortos y luego estiraba mis músculos, estaba tan concentrada que apenas noté la presencia de un mirón.

La criatura se asomaba por la orilla mientras sus ojos me miraban fijamente. Aquello me asustó pero la ignoré para continuar estirando, al parecer ya me había recuperado un poco de los golpes que había recibido en las olas. Al menos estaba muy bien físicamente.

—Estoy lista —me dije a mí misma con determinación. Pero no estaba segura si hacerlo en ese momento o no. ¿Debería esperar más? La luz del día se iría en algún momento.

¡Si, es ahora o nunca!. Es de día y tengo la atención del pez, pensé al terminar de hacer mis ejercicios.

Al voltear lo atrapé todavía observándome con atención. Tenía escalofríos y estaba ansiosa, aunque respiré profundamente para mantener la calma. Le sonreí haciendo que también lo haga, era curioso que supiera hacer eso o sólo me estaba imitando. Aún manteniendo mi sonrisa extendí mi mano y él o ella la tomó sin dudarlo. Entonces la jalé lentamente para que salga del agua.

—Sígueme, vamos —le dije mientras mantenía mi sonrisa. Debí soltar su mano una vez que estaba en tierra para que pueda arrastrarse, me aseguré que me siguiera hacia el otro extremo, donde estaba la pequeña fuente de agua dulce. Con los brazos se sostenía, levantando su torso mientras se impulsaba con su poderosa cola, daba saltitos para avanzar como lo haría un león marino en tierra firme.

Aproveché eso para beber un poco de agua, sorpresivamente copió mi acción e hizo una mueca mientras escupía el agua. Eso me dejó pensando, si no bebía agua dulce seguramente bebía el agua salada del océano. Era una criatura diseñada para ese ecosistema, pero por qué no habíamos sabido de ellas hasta ahora, las ciencias e instrumentos de investigación marina y en general habían avanzado mucho.

Era algo que no podía comprender, sin embargo sacudí mi cabeza para dejar esas preguntas de lado. Aproveché que la criatura estaba distraída jugando con agua para salir corriendo, al ver el pozo de la entrada submarina me lancé sin dudarlo y comencé a nadar por mi libertad. Tenía que volver, mis padres, mis amigas, hasta ese chico que conocí en la playa me estaban esperando.

Di brazadas largas para avanzar rápidamente al mismo tiempo que movía mis piernas. Al salir del canal me apresuré a nadar hacia la superficie, correr me había quitado la mayor parte del aire pero finalmente... Respiré profundamente al momento de salir del agua. Lo había conseguido y el cielo completamente azul y despejado me daba la bienvenida. Al fin dejaría de ver el oscuro y aburrido techo de la cueva.

—¿Dónde se supone que estoy? —me pregunté al ver sólo una diminuta isla a unos kilómetros de distancia de donde estaba. Supuso que esa formación de roca era parte de la cueva. Al girar me topé con la mirada seria de la criatura, su cabello cubría parte de su rostro y se veía bastante amenazante—. Yo quería- ¡Tiburón! —grité al divisar una aleta acercándose. No iba a ser comida de tiburón, era lo único que me faltaba para empeorar mi escape.

Comencé a nadar por mi vida hacia la isla, dejando a mi secuestradora atrás. Tal vez sepa hablar con los escualos pero no me quedaría para averiguarlo. Mis brazos y piernas se movieron rápidamente, daba brazadas veloces y en menos de lo que esperaba sentí la arena bajo mi cuerpo.

—¡Lo logré, escapé de ti! —exclamé luego de arrojarme sobre la arena, ya no sentía mis piernas ni mis brazos por el esfuerzo realizado. Pero una gran sensación de alivio me invadió luego de que la adrenalina dejara mi sistema—. Escapé a tiempo antes de desarrollar el Síndrome de Estocolmo hacia esa cosa.

Al levantar la mirada vi sólo el horizonte lejano, las aguas tranquilas y no había rastro del tiburón ni de la criatura. El sol estaba muy caliente, entonces reuní mis fuerzas para levantarme y caminar hacia la sombra fresca de un árbol.

Mi momento de paz se vio interrumpido al ver una silueta en el agua, era el pez o lo que sea y se acercaba rápidamente. Con agilidad salió del agua y se arrastró por la arena de manera veloz, su cola era muy fuerte como para impulsar su cuerpo. Eso me asustó y me levanté de golpe para comenzar a correr.

¡No jodas, puede moverse así en la tierra! Por eso me alcanzó tan rápido luego de dejarlo dentro de la cueva, pensé mientras me dirigía hacia la pequeña selva de la isla. La criatura no podría saltar los arbustos, rocas y matorrales.

Mis piernas temblaban mucho y me vi obligada a detenerme, en cualquier momento podría tener un calambre doloroso. Me tomé un merecido descanso sobre una roca, pero una duda vino a mi mente. ¿Cómo escaparé de la isla? ¿Qué comeré? ¿Hay agua dulce aquí arriba? ¿Alguien me estará buscando para me rescatará?

—Dormiré un poco y pensaré después en eso —me dije al recostarme. Estaba muy agotada y necesitaba recobrar fuerzas.

Cerré mis ojos por un momento y luego unos extraños sonidos hicieron que abra los ojos, para entonces ya era de noche y esos ruidos eran el sonido de los insectos y animales nocturnos. Los mosquitos estaban devorándose mi cara. Ya me sentía mejor, entonces me dispuse a buscar un refugio. Aunque era de noche la luna brillaba intensamente en el firmamento junto con miles de estrellas, estando en completa oscuridad podía apreciar esa belleza. Lo más increíble era el mar actuando como un espejo y me sentía rodeada de un espacio infinito oscuro y a la vez lleno de luz.

—Me gustaría que ellas vieran esto —me dije al recordar a las chicas. Rita estaría sacando miles de fotos al cielo nocturno mientras que Analía seguramente diría que ninguna de esas estrellas brillaba más que ella.

Sacudí mi cabeza y ordené concentrarme en buscar refugio y dejar de mirar el paisaje. Debía protegerme de los animales salvajes, aunque al dar unos pasos más adelante sentí el suelo desmoronarse bajo mis pies. Era tragada por una oscuridad profunda otra vez y al terminar la caída sentí un fuerte dolor en mi pierna izquierda.

—¡Mi pierna, me duele, me la rompí! —exclamé al tocarme, estaba desesperada pero—. Ah, sólo es un corte —me dije luego recuperar la compostura. Entonces miré a mi alrededor para percatarme que volvía a estar atrapada en la cueva.

Secuestrada por el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora