Parte 6

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Hola, vengo con un pequeño capítulo más de continuación y déjenme decirles que me parece increíble el apoyo que le han dado a esta historia, no me esperaba nada debido a que el fandom de Danmachi me parece bastante pequeño con respecto a otras series.

También debo de anunciarles que, por si no lo saben, pueden buscar "Kyubi1 Fanfictions" en Facebook, y les saldrá mi página donde subo versiones corregidas y editadas de mis fanfics en PDF.

Sin más, disfruten del capítulo de hoy.

Parte 6

El sonido del silencio reinaba a sus anchas en la vida de los solitarios y las solitarias almas que una vez tuvieron todo, y ahora... nada. Un sonido que quizás es más usual en la oscuridad, como esa que se forma al cerrar los ojos mientras duermes, mientras sueñas con fantasías y las cosas que nunca pudieron ser.

Un sonido que no podía ser interrumpido, uno que se había vuelto parte de su vida desde hacía mucho tiempo, hasta que un conejo llegó a hacerle compañía. Quizás es porque se veía tan inofensivo y puro que le dejó acercarse, cada vez, un poco más.

Y ahora, tiempo después y por fin casada con él —Algo que ni imaginó en ningún momento—, Aiz Wallenstein se había olvidado del sonido del silencio, Bell Cranel había sustituido ese sonido por una canción emocionante y a la vez, tranquila.

Sin embargo, hoy ella se despertó completamente sola en la cama, estiró los brazos y algunos pelos de su cabello rubio estaban levantados o revueltos, incluso soltó una pequeña lágrima por haber dormido tanto.

Era un día libre para ella y eso no significaba nada de tareas del hogar, ni hacer las compras, nada de misiones ni nada por lo que tuviera que preocuparse.

Además, pronto se dio cuenta del silencio de la casa, por lo que entendió que su esposo seguía en la mazmorra, en alguna misión peligrosa o que necesitaba mucho tiempo el completarse.

—Hnn... —Aiz hizo un puchero mientras abrazaba la almohada de Bell—. Estamos recién casados, pero te siguen encargando muchas misiones en las que no me dejan acompañarte porque sería pedir demasiado... ¿por qué no dejas que alguien más se encargue, Bell?

Su voz fue tranquila, pero su expresión era la de una rabieta de una niña muy modesta.

Ella apretó más fuerte la almohada y recargó medio rostro en ella, dejando sus ojos al descubierto, se sonrojó levemente, recordando las últimas sensaciones que había experimentado en estos días.

Quería que Bell le tocara, no le importaba el sitio, simplemente quería sentir su tacto, por lo que había estado pegándose a su esposo más que nunca antes, tanto fue así que Bell lo bautizó como la hora de los abrazos, una exclusividad total para Aiz, eso se sentía bien. Demasiado bien.

«No he tenido mi hora de abrazos en tres días... cuatro con este». Agachó la mirada, sintiendo un extraño vacío dentro de ella. Se recargó encima de la almohada, volviendo a acostarse. «Bell... regresa a casa pronto... quiero acurrucarme en ti...»

Aiz necesitaba el amor de su amado conejo y esa noche que él regresara completamente cansado y con ganas de dormir, primero tendría que satisfacer a Aiz con su "hora de abrazos".

Parece que no habría descanso para Bell Cranel hoy.

No, aún noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora