Parte 7

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Otra mañana con mucho tiempo para el ocio, otro día para Bell Cranel de investigación sobre cómo acercarse íntimamente —Y algo sexualmente— a Aiz Wallenstein, su esposa con la que aún no había tenido "acción nocturna". Ahora resultaba irónico que fuera apodado "conejo", pero son las bromas del destino.

Y él era un simple mortal, así debía de ser, sin embargo, los dioses habían descendido del cielo para vivir con sus adorados "hijos" en "familias", por lo que no todo estaba tan perdido.

Quizás.

Podría contar con su sabiduría, ¿no?

Podría preguntarle a su diosa, ¿no...?

Él creía que sí, es decir, Hestia era ese tipo de diosa, tenía que ver con este acto de alguna forma y ella lo había visto crecer como aventurero, había una gran confianza respaldado por años y aventuras, incluso ella podría hacer a un lado sus diferencias con Aiz solo por él y su felicidad... ¿verdad?

—Haaaa... —Suspiró con pesadez, ni había hecho nada, pero ya se sentía cansado por alguna razón. De mientras, se debatía en cómo encarar a su diosa. «¿Cómo podría explicárselo sin decirle todo con tantos detalles...? Uh, Kami-sama, por favor, no se moleste... no, eso obviamente no servirá, uh».

—¿Bell-sama? —A un lado y desde una distancia considerable, se escuchó la voz de una mujer claramente, pero Bell no la escuchó.

«No puedo mentirle a mi Kami-sama, ella ha estado conmigo en todo este tiempo y sin importar mis decisiones, siempre me ha apoyado, realmente espero que con esto también... ah, aún recuerdo como lloró en la boda... uh... ¡No! Tal vez el tiempo ya arregló eso, debo de confiar en Kami-sama, sí, eso haré, creo...»

Ni él mismo estaba seguro de sus ideas, se notaba en su cara que estaba preocupado y por eso, la joven con ropa de sirvienta se acercó al joven, ella tenía cabello rubio largo, unas orejas y cola de zorro.

Ella le tocó el hombro y Bell se hizo a un lado en un segundo.

—¡Waaah! Ah, Haruhime-san.

—¡Bell-sama! Oh, lo siento, es solo que no me escuchabas, ¿está todo bien? Llevas un rato ahí, ¿por qué no entras?

—Ah... sí, tienes la razón... um, ¿Kami-sama está aquí?

—Oh, sí, creo que está en su cuarto —dijo con una sonrisa.

—Bien... ¿puedo verla sin que nadie interrumpa?

—¿...? Eh, está bien —respondió algo insegura, Bell soltó una risita nerviosa y mejor se apresuró.

Bell pronto llegó al cuarto de Hestia, ella no había cambiado en nada en todo este tiempo, solo que estaba usando un pijama en esta ocasión, Bell entonces tocó la puerta.

—Kami-sama, soy yo.

—¡...! ¿¡Bell-kun?! —Después de unos apresurados pasos, la puerta fue abierta y ella saltó a él y lo abrazó fuertemente—. ¡Bell-kuuuuuuun~!

—¡...! —La atrapó y la abrazó también, ella era tan pequeña que era muy fácil cargarla—. Kami-sama, también yo te quiero.

—Bell-kun, me alegro tanto de que estés aquí~, no sueles visitarme tan a menudo, hum. —Hestia se separó de él para hacer un puchero, se cruzó de brazos, Bell se rascó la cabeza.

—Lo siento, lo siento mucho, pero he estado ocupado...

—Hn... sí, lo sé, con ella... Pero no te has olvidado de tu diosa, ¿cierto...? —preguntó haciendo su voz más delgadita de lo que era.

No, aún noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora