Parte 13

622 103 20
                                    

Mientras Bell Cranel se hacía cargo de su encargo, Hestia invitó a Aiz a tomar una tacita de té en la mansión de la familia. Ya que quería hablar a solas con la esposa de su niño favorito, le pidió a Haruhime que les dejara en soledad.

—...

—...

Ambas no soltaron palabra, para una mujer como la princesa de la espada, esto era completamente normal, ella no es muy habladora, no se podía decir lo mismo de Hestia, pero por alguna razón que Aiz ignoraba, seguía mirándola mientras bebía su té; lo estaba usando como a un escudo.

Después de darle un sorbo a su té, dejó la taza en la mesa y se recostó suavemente en el sillón en el que se encontraba.

—¿De qué quería hablar conmigo, Diosa Hestia? —preguntó Aiz, imperturbable como siempre.

—Hmm... —Siguió observándola con un rostro complicado. «Bell-kun ya... no, algo me dice que no, esta mujer tiene una fortaleza indestructible, y mi Bell-kun es tan adorable, ¿cómo va a tomar la iniciativa contra ella?»

La verdad es que Hestia no quedó muy tranquila desde esa visita que le hizo Bell, dudaba que se hubiera acercado más a ella para... lograr eso. Por lo que pensó que debía de cambiar la estrategia y poner a Aiz a la ofensiva, dudaba que pudiera hacerse otra manera.

Así que, ideó un plan.

—Antes de que hablemos sobre eso, Wallenstein, ¿qué tal te has sentido últimamente? ¿Has sentido cosas nuevas con respecto a Bell-kun?

—... —Abrió un poco más los ojos—. ¿No vas a preguntarme sobre Bell?

—Bell-kun no me importa en estos momentos, estoy hablando contigo, después de todo —contestó tranquilamente—. Si quisiera saber algo de él, se lo preguntaría directamente~.

—...Es verdad... Hm... sobre eso... —Miró su propio reflejo en la taza de té, luego miró a Hestia—. La verdad es que siento la necesidad de que Bell me toque... .

Hestia se quedó con la boca abierta y su taza de té tembló.

«¿¡Qué?! ¡Y con qué seriedad lo dice! ¡Ten algo de tacto, mujer!»

—No sé por qué me siento de esa forma, no me había pasado antes y... no lo entiendo, pero tampoco siento que sea algo malo mientras sea él.

—¡Si fuera por otro, debería darte asco y repulsión!

—...Estamos hablando de lo mismo, ¿verdad? —ladeó un poco la cabeza.

—¡...! Estás hablando de que... um, Bell-kun te toque en... ya sabes... —Por su expresión, tuvo que suspirar y se tocó ella misma uno de sus pechos—. Aquí y en otras partes que normalmente... no se tocan...

—¡...! No... él no ha hecho eso... no me refería a eso cuando dije "tocar", Diosa Hestia...

—Aaaaah... —Se llevó una mano hacia su cara. «Ella es una tonta y él es demasiado puro, ¡maldición!»

—Um... ¿dije algo malo...? —preguntó algo preocupada de no entender nada.

—Ugh... no, no exactamente...

—...También he sentido algo más... —Frunció un poco el ceño hacia ella—. Me molesta que esté tan cerca de Bell, Diosa Hestia.

En ese momento, Hestia parpadeó un par de veces y luego soltó una risita.

—Lo sé.

—¿Qué...? —Esta vez, ella reaccionó en confusión.

—Sí, sé que te molesta, ¡porque eso es lo que debía de pasar! Pero no parece que reacciones, Wallenstein. Hasta ahora y eso es bueno. —Sonrió—. Te dieron más ganas de estar cerca de él, ¿no~? Llegar más lejos de lo que has llegado, ¿no es así~?

A todas las preguntas de la diosa, Aiz asentía con la cabeza, ¡era justo lo que ella sentía! ¿Cómo lo podía saber? Sin duda, los dioses son bastante sabios.

O quizás no. Aiz no sabía nada del amor después de todo.

«Que gran plan, ¡fue más fácil de lo que pensé! Solo tenía que mantener a Bell-kun fuera unos momentos, él me ayuda y yo lo ayudo, ¡es perfecto!» Pensó al hacer una sonrisa maliciosa, se fue a sentar al lado de Aiz y se acercó a su oído.

—¿...?

—Quieres estar más cerca de Bell-kun, ¿no es así?

—Sí, sí quiero... mucho más que nunca.

—Sé de una manera, pero no sé si podrás hacerlo por él~.

—Lo haré —dijo completamente segura, de la misma forma que estaba dispuesta a destruir a cualquier monstruo de la mazmorra, sin importarle nada.

—Hehe, entonces, déjame explicarte~.

Hestia podía ser pegajosa con Bell y demostraba mucho su amor hacia él, pero su felicidad estaba por encima de todo, y aunque había tenido sus diferencias con Aiz en el pasado, ahora era tonto hacer esas cosas del pasado, pero las hacía para que reaccionaran como se esperaba, pero no lo hacían.

La diosa se dio cuenta que Aiz finalmente sintió lo que eran los celos, se le notaba en toda la cara, así que siguió empujando para ver hasta donde era capaz de llegar y no fue una decepción.

La princesa de la espada era formidable en batalla, pero en cuestiones de vida cotidiana era... una tonta, sin embargo, ella era honesta y directa, aspectos que debían ser explotados.

Por otro lado, estaba el conejo, Bell Cranel, él era lindo, adorable y puro, además de que aún tenía algunas inseguridades que cualquiera tendría. Era normal. Pero, por lo mismo, no tenía suficiente iniciativa, incluso si ambos deseaban estar juntos.

Así que, la responsabilidad de tomar el primero paso solamente lo podía hacer Aiz y es ahí donde Hestia se concentró.

Su querido niño favorito no iba a esperar lo que le aguardaría en casa, una vez que terminara con su encargo y se fueran de la mansión de la familia Hestia.

Diosa Hestia, usted es diabólica. ¿Qué le hará hacer a Aiz para Bell? Ya lo veremos en los siguientes capítulos.

Espero que les haya gustado.

No, aún noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora