Parte 10

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Cuando Bell regresó a casa, fue rodeado por los brazos de Aiz y él abrió más sus ojos rojos de conejo en cuanto eso pasó.

—Aiz... ah, ya estoy de vuelta —dijo con una pequeña sonrisa y un sonrojo en las mejillas, rodeando su delgado cuerpo con ambos brazos.

—Bell, bienvenido a casa —dijo con una suave voz y muy tranquila, movió su mano hacia su cabello blanco y metió sus dedos entre su cabello para acariciarlo.

—¡...! —Sus mejillas se sonrojaron aún más. «¿Eh? ¿¡Ehhh?! ¿Qué es esto? Aiz, eso se siente... bien... ah~, por pensar tanto terminé soñando despierto, ¿es eso?»

—¿Estás bien? ¿No te lastimaste?

—Eh, no, ¡por supuesto que no! Estoy bien, um... gracias, Aiz. —Ella se separó un poco para mirarlo a los ojos fijamente—. ¿Hm?

Esa mirada parecía indicarle que Aiz estaba por hacer algo importante o un movimiento "especial".

Lo que Bell no sabía es que desde que habían tenido esa conversación sobre hacer más cosas juntos, Aiz había pensado en solitario sobre cómo acercarse más a Bell, así que pensó en que debería de "atacar" con más fuerza, es decir, ser más cariñosa con su esposo.

Eso implicaba estar más cerca, así que debía de ser la respuesta correcta.

—Bell... Te amo —dijo en voz baja y juntó sus labios a los suyos, rodeando su cuello—. Mmnh, mmn... mmn...

—¿¡Mnng?! Mmn... mmnh... Aiz... mmnh~.

Aiz tomó todo el control del beso y rodeó con fuerza a su esposo, Bell no tenía muy claro lo que estaba pasando, se sentía como en un sueño en el que solo existía su esposa y él, alejado de todos y de todo.

Incluso las preocupaciones se fueron diluyendo como el azúcar en agua y pronto Bell empujó sus labios contra los de Aiz, abrazándola fuertemente, como no queriendo dejarla ir.

«Bell...» Ella se sonrojó y lo abrazó fuertemente, incluso dio un pequeño salto para que él le cargara, lo cual consiguió y su esposo la llevó hasta el sillón, donde siguieron besándose durante varios minutos.

Hasta agotar fuerzas.

Bell quedó encima de los pechos de Aiz mientras ella lo rodeaba del cuello con sus brazos, con los ojos cerrados y una pequeña sonrisa.

—Bell...

—Me gusta mucho estar contigo, Aiz... —susurró y cerró los ojos, ella abrió los suyos con algo de sorpresa—. Quiero estar más y más contigo. Quiero estar siempre contigo, te amo.

—Bell... también te amo y quiero estar siempre contigo. —Apretó más el abrazo y el joven hombre sonrió de felicidad.

Sintió que Aiz estaba más cerca de él que nunca antes.

No, aún noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora