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Hace calor. Tanto calor que el uniforme le sofoca y parece aprisionar cada centímetro de su cuerpo mientras los jeeps avanzan por el escarpado terreno del desierto, mantiene el arma sobre sus rodillas, sus manos cerrándose con fuerza a ella, como si fuese su salvavidas ante un océano de arena que amenaza con tragárselo entero de golpe, ahogándolo con la culpa.
La culpa que hunde sus hombros mientras sus ojos se pierden en el paisaje árido que dejan atrás, ignorando las miradas curiosas y confusas que los soldados a su cargo le han dirigido desde las primeras horas de la madrugada, cuando intentó en vano fingir que seguía siendo un líder intachable e insensible. Aquella imagen no es más que un espejo roto ante los ojos de los demás y por, sobre todo, de sí mismo.
Lo supo cuando el amanecer despunto y descubrió que seguía sin dormir, repasando en su cabeza la mirada herida de Jungkook, la forma en cómo había retrocedido lejos de él y su crueldad y cómo su corazón, el de los dos, parecía resquebrajarse de forma inevitable y permanente. Incapaz de dormir, Taehyung repasó en silencio cada una de las ocasiones en las que se preguntó por qué debía seguir, por qué su amor era tan valioso como para intentarlo una vez más.
Cada una de esas veces se respondió a sí mismo con una sonrisa suave aflorando en sus labios, dibujando con la yema de sus dedos la suavidad de la piel de Jungkook, el ritmo de su risa ante algo que le resultase increíblemente gracioso o el sonrojo tenue que teñía sus mejillas y las puntas de sus orejas cuando Taehyung le atrapaba entre sus brazos tan sólo para sentirlo un poco más cerca, tan cerca como fuese posible.
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"El silencio es mortificante, así es como Taehyung lo siente mientras permanece al otro lado del sillón, observando como Jungkook permanece con los ojos abiertos por la sorpresa y las mejillas arreboladas en vergüenza por un beso que nunca había esperado recibir y que Taehyung le regaló.
Quiere decir algo, devolver el tiempo y soportar tan sólo un poco más las ganas de besarlo que lo atormentaban desde hace ya demasiado tiempo como para ser normal porque Jungkook es su mejor amigo, tal vez el único que tiene y porque no está bien que espere un beso de regreso cuando la mano del menor de los dos al fin cae sin fuerzas a su lado en el sofá, sus ojos mirándolo fijamente cuando la comprensión llega lenta, pero segura.
