Capítulo 17.-

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La llegada a la nueva base estuvo rodeada de un silencio tenso y exasperante. Taehyung no se había despegado ni un solo momento de Jungkook durante el traslado. Acomodados uno junto al otro en el último de los vehículos, su mano se aferrada a la del menor sin decir ni una palabra, su cuerpo preso de los temblores provocados por el miedo y su mirada perdida en el suelo del vehículo, incapaz de notar las miradas incómodas de los demás soldados o el gesto preocupado de Jungkook.

Es sólo cuando el rechinido metálico de las puertas cerrándose lo único que retumba en sus oídos, que Taehyung suelta a Jungkook. Sus manos siguen temblando, como si aquello nunca fuese a abandonarlo a partir de ese día: un recordatorio permanente del momento en que creyó haberlo perdido para siempre. ¿Desaparecería la amarga y pesada sensación que presiona su pecho o, como el temblor, sería una parte de él a partir de ahora?

La imagen del fuego consumiendo el camión permanece en su mente y aún siente el olor a quemado instalándose bajo su piel. No es consciente de nada a su alrededor, tan sólo desea huir a un lugar seguro en el que pueda acurrucarse y llorar. Quiere llorar por los años que ha dedicado a algo que no lo hace feliz tan sólo por permanecer junto a Jungkook, quiere llorar por no haber sido fuerte cuando adolescente y no ofrecerle al menor un camino diferente.

Quiero llorar porque una parte de él siente que perdió a Jungkook de una manera irremediable y que nunca creyó que existiría, un sentimiento que le aterra y le provoca deseos de vomitar. Porque, aunque no lo dirá nunca en voz alta, en medio del miedo y el dolor de perderlo, Kim Taehyung sintió alivio de no seguir viviendo en silencio un amor que merecía ser gritado al mundo entero. Sintió que, al fin, estaría en paz consigo mismo.

¿Es así, Jungkookie? ¿Sólo podremos tener paz sí uno de los dos muere?

Lo sabe, Taehyung lo sabe: no creyó en su promesa, no creyó que hubiese un camino diferente para ambos ya. El ejército parecía haberlos consumido a ambos, atándolos a sus filas durante años hasta reducirlos a simples uniformes que sólo cumplían órdenes. ¿Habría realmente una oportunidad diferente para ellos? ¿Jungkook realmente creía en ello?

.- ¡Taehyung!

Su voz le trae de regreso de la maraña de pensamientos que hay en su mente, notando que no sólo se ha bajado del vehículo sino también que se ha alejado de todos sin pretenderlo, las miradas de los soldados están fijas en él cuando se da la vuelta para ver los ojos preocupados de Jungkook, que avanza rápido hacia él. Su novio se detiene a unos pasos de distancia, sus ojos brillantes como pocas veces y sus labios mordisqueándose con nerviosismo.

.- ¿A dónde vas? – la preocupación también apaña su tono – Esperamos órdenes y...

.- Necesito estar solo un momento, soldado Jeon – no sabe cómo las palabras suenan firmes o cómo puede sostenerle la mirada cuando siente que hay una tormenta en su interior que sólo podría calmarse estando entre sus brazos – Por favor, indíquele a los soldados que descansaremos el resto del día, mañana a las 500 horas nos encontraremos en el campo.

.- Tae – el menor acorta la distancia con rapidez, la mano de Jungkook cerrándose sobre su muñeca, sosteniéndola sin mucha fuerza – Amor.

.- Deseo estar solo, soldado – aplica la fuerza suficiente para soltarse del agarre, alejándose unos pasos más hacia atrás, los ojos de Jungkook inundándose en lágrimas que Taehyung sabe que su novio nunca derramará.

La tormenta se acrecienta, tal como el temblor en sus manos y sólo desea que todo se calme, que el miedo y la culpa desaparezca, pero no puede decírselo a Jungkook, cómo hacerlo. ¿Cómo decirle que sus brazos a su alrededor lo calmarán cuando ha sido Jungkook quién ha desatado la tormenta? Por un instante, lo único que Taehyung quiere es estar lejos de él para recuperar su calma y así las imágenes de aquellos momentos se borren. Se borren para siempre de ser posible.

Sin identidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora