Sin identidad.

Extra 1.-

La sección favorita de Taehyung en la biblioteca es la sala infantil. Disfruta de los colores vivos que adornan las paredes del lugar dando forma a dibujos fantasiosos de princesas, castillos y dragones que se esconden por las estanterías repletas de cuentos y libros hechos para hacer volar las mentes más jóvenes. Taehyung suele acariciar los lomos con cariño mientras se pasea por la sala, organizando los cuentos que los niños dejan sobre la mesa o en la zona de lectura sobre cojines en el suelo.

De vez en cuando se lee uno que otro cuento corto, sonriendo porque disfruta de las ilustraciones y los mensajes que cada aventura termina dejando en él. Se los lee en silencio y en secreto, en esas horas que ya sabe que poca gente se pasea por la biblioteca porque es un momento para volver a ser niño, cuando creía que en el mundo sólo existía lo bueno o lo malo y él tendría la oportunidad siempre de elegir.

Vuelve a ser el adolescente que soñó con dedicarse al arte y no a las armas.

Sabe, sin embargo, que ya es muy tarde para arrepentirse de las decisiones tomadas y los caminos que asumió seguir. Es por eso que se divide los tiempos libres entre la sala infantil y la sala de arte, donde repasa las obras de los artistas que un día quiso superar. Llena su mente de datos curiosos con los cuales llenar algunos de los silencios en casa, de esos en los que Jungkook se pierde entre sus propios pesares y que Taehyung anhela borrar para siempre.

Estar ahí, entre los libros, el silencio y la tranquilidad, es también una de sus formas de sanar.

Es como se recuerda a sí mismo que tiene el control y que ningún resquicio del pasado va a tocarlo de nuevo o eso es lo que cree a hasta esa mañana de primavera. Había cambiado su turno con la otra bibliotecaria, quien insistió en que tenía algo muy importante que hacer esa mañana y Taehyung no vio problema en cambiar su horario cuando Jungkook le dijo que también estaría fuera de casa ese día debido a una actividad de la fundación.

Jungkook incluso le pidió que fuese con él, pero la realidad es que pocas veces ya Taehyung desea pensar en el ejército y en cada uno de los años que dedicó a él. Ya tiene suficiente con los sueños que lo aquejan de vez en cuando robándole la posibilidad de dormir para no tener que enfrentarse a los fantasmas del pasado. Ya tiene suficiente con el recordatorio permanente de lo que causa la guerra en las personas porque lo ve cada día cuando observa silencioso a Jungkook atarse la prótesis con magistral cuidado.

Taehyung tiene suficiente con sus propias cicatrices, esas de las que nunca habla.

Como las últimas, las que salpican todo su pecho como una lluvia de estrellas tenues sobre su piel, ahí donde las esquirlas de la mina llegaron a incrustarse, rasgando su uniforme mientras corría a sostener entre sus brazos el cuerpo de Jungkook. Son esas cicatrices las que, estando frente al espejo, es incapaz de ver sin sentir el frío calando sus huesos, la respiración pesada y el corazón latiendo demasiado rápido porque el mundo parece detenerse.

No habla de ninguna de ellas porque les teme a esos recuerdos, por eso los mantiene en sus pesadillas de las peores noches, cuando es consciente de que son sólo imágenes difusas de su mente cansada y que nunca volverán a tocarlo. No importa cuánto insista Jungkook de ir con un terapeuta, de decir en voz alta lo que lo acongoja en las noches. Taehyung no piensa entrar a solas con una persona que va a hurgar en su mente y traer de regreso lo que tanto ha enterrado. No cuando sabe que ahí, escondidos, esos recuerdos nunca volverán a hacerles daño, ni a él ni a Jungkook.

.- Sr. Kim, ¡menos mal llegó! – la voz femenina le detiene antes de entrar a la biblioteca, la mujer de edad que trabaja en la recepción de la biblioteca viene hacia él desde la calle, con la mano llena de panfletos y una sonrisa en su arrugado rostro – ¡Necesito su ayuda con esto! El director organizó un evento de último minuto para esta tarde y debemos dejar todo listo.