Capítulo 6.-

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El frío de esa noche se le antoja incluso más insoportable que el calor del desierto cuando la tarde comenzaba a caer y Taehyung odiaba más que nunca su pesado uniforme camuflado, patrullando la base con la ametralladora recortada al hombro y el sol sobre su cabeza cubierta por el duro casco café que tanto les gustaba a los soldados estadounidenses.

No, ese calor no se comparaba a lo que helaba sus huesos esa noche.

El golpe le dio de lleno en la quijada, tirándolo contra las cajas mientras el borde de algo metálico se enterraba en su costado izquierdo, provocándole una sensación paralizante por unos breves segundos que podían resultar vitales para él, sin embargo, la oscuridad que los rodeaba estaba más de su lado que de su atacante y fue sólo cuando las luces del helicóptero fuera del edificio les cegaban a los dos por un breve instante que el hombre frente a él levantó la ametralladora en su dirección.

Un breve destello de pánico lo sobrecoge antes de que termine por lanzarlo al fondo de su mente, a ese lugar destinado para el dolor y los pesares que en la vida de un militar no son más que un estorbo. No debe, no puede tener miedo; no cuando hay alguien en casa esperando por él, por sus besos y sus abrazos.

O eso quiere creer, que Jungkook realmente le espera.

Así que, utilizando a su favor los parpadeos intermitentes del helicóptero por fuera, ignora el dolor para ponerse de pie y encajarle una patada en el brazo al hombre, alejando la boca del arma lo más lejos de su dirección y provocando con ello que parte del cargador se dispare en automático, la ráfaga iluminando el piso vacío y en ruinas.

Los sonidos de disparos son cada vez menos y Taehyung sabe que se le acaba el tiempo.

El tiempo es una de las cosas más importantes en una misión, el tiempo es lo que estipula quién vive y quién muere, a quién se deja atrás y a quién no. Sí se demora más tiempo en salir, sus compañeros le darán por muerto y lo dejarán ahí, a merced de cualquier enemigo que pueda volver a la base que esa noche han asaltado; depende de él y de los segundos que pueda ganar.

Alza su pequeña semiautomática en dirección a su oponente, el hombre árabe le mira sin una sola pizca de miedo en sus claros ojos y Taehyung no se inmuta cuando dispara lo suficientemente cerca como para atravesar su abdomen con la bala, el sonido amortiguada de la bala con la carne le funde los oídos ligeramente antes de que el hombre se va sobre él.

Herido de muerte, pero dispuesto a llevarlo con él.

Es por ello que se desliza a un lado del hombre sin pensar en nada más que en salir de ese lugar. El otro hombre es casi tan alto como él, pero tiene mucha más masa corporal y sus ropajes de túnica le imposibilitan el movimiento contra alguien como él, alto pero lo suficientemente delgado y ágil como para colarse entre sus ataques y correr hacia la puerta del lugar, sin importarle que el hombre alza la ametralladora y dispara.

Los estallidos de las balas se confunden con sus pasos mientras siente su cuerpo adormecerse por la adrenalina. No se gira para ver en qué dirección vienen las balas porque sabe que, incluso mirando hacia el hombre, bien puede ser impactado por alguna y quedar ahí extendido, dejando que su sangre se derrame en una tierra extranjera, en un lugar donde nunca irán a llorar y donde su cuerpo terminaría por pudrirse.

Así que sólo le queda correr.

Sus botas resbalan levemente cuando llega al rellano de las escaleras que dan a la planta baja de la abandonada propiedad, las paredes parecen cernirse sobre él mientras las baja a velocidad, sus oídos tratando de captar cualquier posible sonido que indique peligro o que todavía hay algún hombre enemigo dentro del recinto. Sin embargo, lo único que es capaz de distinguir para cuando ha llegado al tramo final y al pasillo exterior, es el sonido ahogado de las hélices del helicóptero y los gritos en inglés de quienes han sido sus compañeros de misión.

Sin identidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora