2. Una rutina aburrida

28 6 5
                                    

     El ambiente en Delacks era algo muy esperable para un ambiente de prisión, por las mañanas un agradable silencio acompañado de los pasos de los guardias haciendo su vigilancia regular, después, esa fastidiosa alarma que resonaba en los tímpan...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

     El ambiente en Delacks era algo muy esperable para un ambiente de prisión, por las mañanas un agradable silencio acompañado de los pasos de los guardias haciendo su vigilancia regular, después, esa fastidiosa alarma que resonaba en los tímpanos de todos los reclusos durmiendo los levantaba para empezar un emocionante día más en sus labores diarias. Algunos lavaban ropa, se encargaban del aseo, preparaban la comida para el resto de sus compañeros, organizaban los libros de la biblioteca y otro amplio montón de actividades más. La parte favorita de muchos: el desayuno. Era lo único que podían presumir bien de aquella prisión, servían la comida más decente de todas y en raciones moderadas para todos, pero  generalmente, en esa hora era donde los rumores se esparcían de mejor manera.

     El reclusorio era ya de los muchos en el mundo que mezclaban mujeres y hombres. Esa gran pelea de años entre las diferencias del hombre y la mujer habían sido cesadas con el tiempo, lo que por fin dejó en un mismo nivel a ambos géneros, y esto se empezó a notar en todo, hasta en las prisiones. Además, el creciente número de la población y el porcentaje de criminalidad no hacía factible seguir dividiendo a ambos sexos, sino juntarlos en las instalaciones ya existentes e imponer un sistema de vigilancia más duro e incluso invasivo. De todas formas, es el futuro.

     Las filas se formaban para recibir la comida. Estas se encontraban dividas entre mujeres y hombres para evitar acercamientos provocativos o acoso, aún debían mantener a raya ese tema. Habían carcajadas y mucho parloteo en el sitio. Los cocineros y sus "comensales" conversaban entre sí al ir avanzando.

     —Hey, escuché que vendrá el tipo de Suddenwolf —dijo entre carcajadas un tipo enorme, gordinflón y pálido. Tenía una prótesis en su brazo.

     —¿El líder? ¿Lo atraparon? —cuestionó el contrario de él, de pronto dejó de servir la comida por la inquietud que esto le generó. Lucía débil.

     —¡No te asustes, hombre! Ese idiota de seguro va a hacer una fiesta cuando llegue —tomó el cucharón por su cuenta y comenzó a servirse más de lo que debía.

     —¡Oye, oye! Ten cuidado con eso, bola de manteca —reclamó el hombre moreno de al fondo. Si se servía de más, no alcanzaría para todos.

     Los abucheos de la fila se hacían más intensos y quienes estaban a sus espaldas incluso le daban empujones para alejarlo.

     —¡Calma! Si no como bien, me los comeré a todos ustedes —dijo en su defensa.

     —¡Te estás tardando, cabrón, llevas como a 6 tipos ahí adentro! —respondió uno de los tantos formados, la multitud se echó a risas y aquel hombre robusto no le quedó nada más que reírse ocultando su incapacidad de seguirles el juego y retirarse del sitio.

     Un hombre de entre tantos se hallaba en la fila, parecía ser alto y fuerte, pero el uniforme poco estético le arruinaba el atractivo. Era Kane, quien esperaba su turno para recibir sus alimentos mientras observaba las situaciones que se daban casi a diario. Para alguien de afuera esto podría parecer ciertamente tosco y agresivo, pero para los reclusos y reclusas esto era como jugar en el parque.

Before DanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora