19. Esta es mi historia

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     Unos cuantos meses pasaron desde que Kenney y Jacob decidieron adoptar a la bebé que encontraron, brindarle su hogar y darle lo mejor a como sus posibilidades se lo permitieran

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     Unos cuantos meses pasaron desde que Kenney y Jacob decidieron adoptar a la bebé que encontraron, brindarle su hogar y darle lo mejor a como sus posibilidades se lo permitieran. En cuanto la comunidad de vecinos se enteró de esto, comenzaron a reunirse para donarles cosas que no utilizaran, pero que aún siguieran en buen estado, tales como carriolas para bebé, una cuna e incluso pañales. 

     Muy de mañana, cuando ambos habían despertado para hacer algunas vueltas, tocaron la puerta de su remolque. 

     —¿Quién es? —le preguntó Kenney a su hermano.

     —¿A esta hora? Quién sabe —fue hasta la entrada y abrió la puerta, encontrándose con la sorpresa de que varios de sus vecinos estaban ahí parados.

     —¡Buen día, Jacob! —dijo uno de los vecinos, trató de asomarse dentro—. ¿Está ahí Kenney?

     —Eh, sí, ¿qué quieren? —preguntó Jacob con un rostro de confusión.

     Kenney se asomó con el bastón en una mano, y la bebé en su otro brazo, tenía algunos 5 meses, ya estaba más grande en tamaño, su cuerpo era algo rechoncho como el de cualquier bebé a esa edad.

     —Verán, nos enteramos de su situación, de su bebé, y quisimos juntar algunas cosas para facilitarles todo ese asunto —detrás de ellos estaban todos los objetos que juntaron, se movieron a un lado para que los hermanos vieran todo eso.

     —Vaya... —Kenney bajó con cuidado del remolque y examinó un poco toda la gran variedad de objetos—. Esto... Es bastante bueno, ¿de verdad son todas para nosotros?

     —Claro que sí, tómenlas como una pequeña donación para que puedan empezar —dijo uno de ellos.

     —Muchas gracias a todos, en verdad que nos va a servir de mucho todo esto —Kenney se sentía conmovido de que sus vecinos hayan sido capaces de ayudarlos a ese grado—. ¡Rayos! Jacob, ¿qué hora es?

     —Cerca de las 7 —respondió aquél.

     —Voy a llegar tarde, tengo que apresurarme —Kenney tomó a la niña y la colocó en un cargador para bebés provisional que había hecho con una tela amarrada con fuerza a su cuerpo para mantenerla fija—. Hazme el favor de recoger todas las cosas, te veo luego —se fue de ahí rápido con su bastón, como si tratara de huir para no ayudarle.

     —¡Pero...! Ay —Jacob simplemente dejó que se fueran y agradeció a cada uno de los vecinos por haberles traído esas cosas.

     Cuando todos se fueron, un hombre se quedó ahí, era bastante extraño en su aspecto. Estaba ahí parado sin decir nada, como si no fuese a irse.

     —¿Se te perdió algo? —preguntó Jacob cuando vio que no se retiraba.

     —Dime algo —el tono de voz del contrario era absurdo—. ¿Tú y Kenney...? —juntó las cinco yemas de cada mano y las chocó repetidas veces como si fueran dos rostros dándose un beso.

     —¡Puta madre! ¡Claro que no, es mi hermano! —Jacob claramente se había indignado con esto y se dirigió a él para sacarlo a patadas de ahí—. ¡Lárgate de aquí! Idiota —el contrario simplemente huyó del lugar al notar la agresividad de él.

     Jacob se quedó con todo el desorden que quedó a las afueras del remolque, ahora él tendría que buscarle algún lugar dentro o a fuera en donde pudiera ponerlos.

     —Me dejó con todo el desastre aquí, genial.

     Mientras tanto, Kenney caminó a su ritmo hasta la parada para el transporte más cercano, debía recorrer prácticamente desde la orilla de la ciudad hasta el centro, en donde se encontraban las instalaciones del registro de civil de los pobladores. En esa clase centros la nueva forma de guardar la información de cada persona era con sus datos biométricos, los cuales eran recolectados y almacenados prácticamente desde que recién nacían para mantener en los archivos el perfil y actas de nacimiento de cada uno. De esta manera era más fácil que alguien que no tenía ni idea de sus raíces pudiera encontrar sus documentos de nacimiento, el caso que más encajaba con la bebé.

     Kanney tomó el transporte que lo dejaría directamente allá, tomo un asiento para esperar en el viejo y sujetó muy bien a la bebé para que no se moviera o llegara a salir. El principio del camino no era demasiado genial, habían muchos lugares del suburbio que ya había conocido antes, pero conforme se acercaba al corazón de aquella ciudad, empezaban a surgir las maravillas. Kenney sólo había estado en esa parte algunas veces, y ni siquiera había sido por placer, fue por mandados pendientes por hacer y también para pedir trabajo, cosa que no consiguió. Ir a la parte más moderna siempre era un lujo para los ojos, la arquitectura sofisticada de cada estructura era todo un arte, las calles estaban perfectas, sin ni una sola grieta, y estaban impecables, nada de basura, y los peatones lucían muy diferentes a los de su suburbio, definitivamente era notable la diferencia de clase social. Se bajó cuando había llegado a su destino, evitó quedarse dormido en el camino, solía hacerlo casi siempre y después despertar, pero en esta ocasión debía estar más atento, pues llevaba a la bebé consigo.

     Los rascacielos vistos desde abajo hacían sentir a cualquier como una hormiga diminuta en comparación, Kenney aún no estaba acostumbrado a verlos, no iba seguido a aquel lugar. Él buscaba un edificio en específico, caminó un par de minutos hasta que finalmente lo había hallado.

     —Mira, bebé, algún día te llevaré a conocer esta ciudad, cuando ya estés más grande, quizás algún día puedas vivir aquí —Kenney hablaba con la niña como si ella pudiera entenderle.

     En la casa de los hermanos estaba Jacob ordenando todo todo el desorden. Él era el hermano menos responsable a pesar de lo grande que era, solía ser despreocupado en algunas cosas, y en otras situaciones no parecía tener ni una pizca de empatía por los demás, cosa que fue demostrada cuando Kenney, sin dudarlo, decidió adoptar a la niña. Por otro lado, Kenney era casi todo lo contrario, era más serio y calculador en momentos que lo requerían, y, a pesar de todo, era bastante inteligente y sabía apañárselas solo en las adversidades más complicadas, tenía astucia callejera, por así decirlo.

     Las horas corrieron cuando finalmente había llegado de su paseo por la ciudad, era un poco tarde para lo que en realidad debía tardar.

     —Vaya, finalmente llegaste, ya es algo tarde, ¿qué tanto estabas haciendo? —preguntó Jacob, no parecía estar estar interesado del todo.

     —Me quise dar un pequeño paseito por la ciudad, tenía bastante que no iba.

     —Bah, perfecto, tú te divertías mientras yo ordenaba todo acá.

     —No sólo me estaba divirtiendo, también fui a recoger todo ese asunto —tomó a la bebé y la colocó en el sofá, ella comenzaba a gatear por él hasta el borde, era ahí justo cuando Jacob la tomaba para evitar que no se cayera.

     —¿Y ya le diste de comer a esta... niña? —preguntó su hermano.

     —Todavía no —sacó una carpeta llena de papeleo en sus manos—. Por cierto, esa niña ya tiene un nombre, veamos —sacó de entre todos los papeles el acta.

     —¿Cómo se llama?

     —Vamos a ver... —entrecerró los ojos para ver bien las letras pequeñas—. Aquí dice...

     En aquella hoja venían inscritos varios datos básicos de ella, la fecha y lugar de nacimiento, el nombre de sus padres, y lo más importante, el nombre de ella misma.

     —Aviella Winter.

     Esta es la historia de Aviella Winter, una niña que nació entre la basura y fue adoptada por dos hermanos bondadosos que le brindaron una vida mejor en un sitio donde todo se estaba cayendo, un lugar alejado de las más lujosas comodidades del mundo moderno.

Continuará...

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⏰ Última actualización: Feb 14, 2022 ⏰

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