14. De entre la escoria

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     En las orillas de la ciudad, allá a lo lejos, alejado de toda la soberbia y prosperidad de la zona central de esta se hallaban los barrios viejos y pobres que conservaron el estilo arquitectónico antiguo de allá por el año 2020

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     En las orillas de la ciudad, allá a lo lejos, alejado de toda la soberbia y prosperidad de la zona central de esta se hallaban los barrios viejos y pobres que conservaron el estilo arquitectónico antiguo de allá por el año 2020. Incluso en sus hogares aún se encontraban algunas personas de esa época, ya no eran más que personas mayores o viejos que terminaron en un sitio tan miserable a comparación de otras áreas de la ciudad por azares del destino, o incluso por la misma obra de sus manos.

     Algunos tenían la suerte de siquiera tener una casa, aunque no se comparaba con las maravillas construidas en los suburbios más ricos, aquellas podían ser casas automatizadas, con la máxima seguridad para proteger a sus habitantes, además de estar hechas de un material que aparentaba ser metálico. Pero las de aquellas zonas de escasos recursos no eran más que las clásicas casas hechas de hormigón o madera, un material sumamente obsoleto para la época, pero era lo que había. Si bien, los que tenían un techo para dormir tenían suerte, había otros que no corrieron la misma suerte y ni siquiera eso tenían. Ellos mendigaban en las calles buscando su próxima comida o algo con lo que sostenerse, aun habían almas bondadosas que les ponían el alimento en sus bocas, pero eso no era lo que se necesitaba para sacar a esa clase de personas de su miseria.

     En un terreno sin nada ubicado en la esquina de una cuadra estaba una casa rodante, pequeña para los grandes tamaños que había, pero funcional. Sin embargo, estaba algo descuidada, tenía un par de ventanas rotas, la pintura estaba desgastada, habían algunas abolladuras y ni de broma conservaba el pronombre "rodante" por las llantas ponchadas. En ese intento de hogar vivían dos buenos hermanos, Kenney y Jacob. Tras prometer de niños vivir juntos por lo apegados que eran, montón de deudas económicas los obligó a huir a la zona más nefasta de la ciudad y comenzar a vivir ahí.

     Esos dos ahora estaban algo viejos, rondaban los 50 años, pero no perdían las ganas de algún día salir de esa situación. Aunque posiblemente ahí vivirían toda su vida

     —Oye, ya hace hambre, ¿no? —dijo Kenney, él estaba sentado en una mesedora vieja masticando un chicle mientras leía una revista, Jacob estaba frente a un espejo reduciendo su larga barba con una navaja oxidada.

     Jacob simplemente alzó sus hombros, como queriendo decir ¿y?

     —Ve por algo de comer —repitió Kenney

     —Ya fui la vez pasada, te toca a ti —Jacob tenía el cuidado suficiente para no cortarse la piel con aquella navaja.

     —Sabes que tengo la pata mala. Ve tú —bajó la revista y lo miró por un momento, su hermano se quedó sin decir nada—. Agh, que te den.

     Kenney se levantó de su mecedora tambaleando y tomó rápidamente su bastón para apoyarse de él mientras caminaba.

     —¿Lo mismo de siempre? —Kenney se refería a la comida.

Before DanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora