C a p i t u l o 8

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Jason estaba atrás de mi, no es necesario voltearme para descubrirlo

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Jason estaba atrás de mi, no es necesario voltearme para descubrirlo. Su voz resalta entre el ruido que sale del edificio.
 
—Tengo planes —volví a repetir— con tu hermana, y sus amigos.

—Mhm, ya. Te vez preciosa —murmuró, viéndome de arriba a bajo sin ningún descaro.

Pero que no te vea tanto, que te desgastas.

Deja que me vea todo lo que quiera.

—¿Quieres tomarme una foto? Para que quedé de recuerdo —murmure divertida, viendo como se quedaba viendo la parte alta de mi pecho.

—Yo... ¿eh?, no... no, gracias —murmuró, llevándose la palma de su mano hasta la nuca, mientras un sonrojo empieza a invadir su rostro— vamos a adentro, con los chicos —ordeno, mientras entrelaza su mano con la mía.

Su mano es gigante, a un lado de la mía.

Mi mano nunca se había visto tan ridículamente pequeña al lado de otras, siempre era de un tamaño normal. De un tamaño promedio.

—¡Ya llegaste! —exclamó Elizabeth, con un vaso de bloody Mary en sus manos, al darse cuenta de la presencia de su hermano corrigió— ¡llegaron!

Y después de eso, las miradas curiosas —y también picaras— de las chicas empezaron a examinarnos.
 
—Nos encontramos afuera —confesé, no quiero que creen escenarios que no son.

—No tienes porque explicarles nada —susurro Jason peligrosamente cerca de mi.

¡No te acerques!

¿P-pero por qué no? ¿Ya lo viste? ¡Es guapísimo!

No quiero hombres en mi vida, por un largo tiempo. No gracias.

Aburrida.

Veo a la distancia —un par de metros, a decir verdad— como el rubio que tengo por primo, empieza a caminar hacia donde me encuentro.

Es tu momento de huir.

—Vuelvo en un minuto —les avise rápidamente a las chicas— iré por algo de beber.

Y sin más, empiezo a meterme entre la masa de personas bailando descontroladamente hasta llegar a la barra.

De milagro salí intacta de la pista de baile, recibí desde codazos a rodillazos, en donde tuve que tomar mi gran fuerza de voluntad —que es muy poca— para no devolverlos.
 
Veo como todos —o la mayoría— de los Barman que se encuentran en la barra, están ocupados haciendo diferentes tragos, o coqueteando con las chicas, una de dos.

Varios intentos más tarde para que me presten atención y puedan tomar mi pedido, estoy pensando en darme por vencida.

Cuando siento como alguien se posiciona atrás de mi, poniendo todas mis alertas en marcha, una Colonia bastante masculina —uh, rico— pero a la vez fresca llega a mis fosas nasales, embriagándome por un momento.

UACEN | Amarte es poco [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora