Dicen que soy pecador...

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Dicen que soy un pecador...
Como si eso en realidad me importara algo desde que la conocí, jamás había sido tan feliz, tan lleno de vida. Mi corazón lo aprueba y aquel "pecado", no es más que la mayor bendición en mi vida. ¿Acaso será prohibido ver como mis ojos se iluminan de vida con tan solo escuchar su nombre? No entiendo las leyes del hombre y su moralidad, sus dogmas y doctrinas. Porque profesan el "amor" y a la misma vez lo condenan. Simplemente no entiendo la mentalidad del rebaño.
¡Si!, díganme penitente, soy culpable por amarla, por llenarla de felicidad, por colmarla de alegrías, por ver como se iluminan igual sus ojos cuando se posan con los míos; cuando su boca y mi boca chocan en un frenesí insaciable de demostración de un "te amo también". Que mi condena sea siempre amarla como ninguno más podría hacerlo, de ser cómplices mutuos del corazón y no de la razón. No dejaré de amarla menos solo por eso, ni en esta vida ni en la otra, ni por sus leyes tontas y absurdas, al contrario, solo me hacen amarla con más intensidad. No sabía que la felicidad y la dicha fuera prohibida, ni mucho menos condenada. Y aquella mujer es mi alegría plena y la dicha de este poeta. Su felicidad es mi felicidad, sus penas mis penas, su amor mi amor. Díganme pues pecador por velar y mantener vivo su amor, por regar de ilusiones y poesía a su corazón, por fundirnos como dos gotas de agua en el océano de nuestros cuerpos y por profesarle las leyes del corazón.

Me declaro culpable...

Me declaro culpable

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A ELLA (POEMARIO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora