SIN RUMBO

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Desde que tengo memoria, muy dentro mío sentía que me faltaba algo, era raro, pero así era

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Desde que tengo memoria, muy dentro mío sentía que me faltaba algo, era raro, pero así era. A pesar de tener buenos padres, hermanas que me adoran, libertad de ir y venir a mi antojo, pequeños lujos materiales, aún así me sentía vacío. En lo profundo de mi faltaba algo… me aburría rápidamente de todo y de todos, de igual modo de todas aquellas pasiones que me pasaban por la cabeza; de los hobbies y sueños que tiene un niño y que de grande quiere realizarlos. No sé porque, pero cuando estaba enfrascado en uno de ellos tan apasionado como puede estarlo un infante, repentinamente paraba y soltaba todo aquello que estuviera haciendo, algo dentro de mi se detenía y me preguntaba: ¿Por qué sigues?, ya no lo hagas, esto no nos llena, se ha convertido en un aburrimiento más. Igual sucedía con las personas, las encontraba aburridas después de un tiempo, como decía.
No lo sé, pero aquella voz siempre me susurraba cosas que de niño no entendía. Por tal razón siempre desde muy joven me veía apartado del resto, solitario, incluso estando cerca de multitudes o acompañado de mi familia,  siempre pensando, siempre meditativo e ido. Sentía constantemente un hambre atroz de saber que me faltaba,  de saber; quizá por eso me refugie en los libros tratando de encontrar aquella respuesta tan buscada que me hacía falta y que nadie podría dármela. Devoraba libros enteros de todo tipo, buscando pero sin hallar, pero como todo lo demás me empecé a aburrir igual de ellos, me sentía cansado y deprimido constantemente, no le hallaba sentido a mi existencia. Solo un sueño había perdurado a lo largo de los años transcurridos, no lo sé, pero inconscientemente me aferraba a el como diciendo “tu no puedes marchitarte también,  tu no".
Pasado un tiempo… una luciérnaga iluminó un camino, era raro, pero así sucedió aquel encuentro. Decidí seguir a aquella luciérnaga, total, no tenía nada que perder, aquella amiguita me llevaba por caminos difíciles de seguir, la falta de luz solo empeoraba mi andar, no sabía por dónde mis pies pisaban. Me embargaba cierto temor combinado con una euforia por lo desconocido,  aún así,  seguí andando pese al terreno y sin saber a donde iba, solo existía en mi mente aquella luciérnaga y nada más. El tiempo era efímero para mí, pasaban las horas y seguí andando sin parar, solo me interesaba aquella luz de ese insecto, no me importaba si caminaba hasta desfallecer, pero no me detendría.
No sé en qué momento había perdido el conocimiento. A lo lejos solo escuchaba el sonido de un arroyo mientras recobraba la conciencia de a ratos, para después sucumbir de nuevo en aquel sueño profundo. Pasado un tiempo, me di cuenta que me encontraba a la sombra de un gran sauce llorón a la orilla de aquel arroyo que escuchaba a la lejanía, me preguntaba dónde había acabado… estaba perdido, pero extrañamente me sentía con una calma tan profunda, tan lleno de paz, que incluso en mi interior no sentía nada que estuviera perturbado,  todo estaba en calma.
Aquella luciérnaga se había perdido en una multitud de su misma especie, todas revoloteando en una danza interminable de luminiscencias. Era tan bello ese espectáculo, haciendo juego con la luz de la luna y el ruido del arroyo como fondo, una hermosa melodía de la naturaleza,  así compare ese espectáculo que estaba presenciando.
-Veo que por fin despiertas.
Solo escuche decir en dirección del arroyo, era la voz de una hermosa dama… aquella mujer, como si se tratase de una aparición, surgía tan encantadoramente del agua iluminada por el fulgor de las luciérnagas y bañada con la luminiscencia de la luna. Resplandecía majestuosamente aquella ninfa, yo solo pude en su presencia quedar petrificado con tanta belleza que emanaba de ella.
-¿Acaso eres un espectro o quizá un ángel?
Solo pude decir. He muerto y no me he dado cuenta de ello y ella, ha venido a recoger mi alma, -me decía.

-No tienes porqué temer, aquí solo llegan aquellos que se han perdido, los que han perdido el norte. Y tú,  mi bien amado, eres el más perdido de todos.

-Quizá tengas razón Ángel mío,  -le dije. He estado perdido desde hace mucho tiempo,  y hoy, acabé de perderme por completo al verte surgir del arroyo bañada por esa luz dorada. Creo era justamente lo que deseaba que sucediera,  perder verdaderamente el rumbo. Ahora, por fin siento en mi corazón esa pieza que me faltaba.

Al verla comprendí algo… que a veces y solo a veces; la perdición no es más que un encuentro con uno mismo. Y que mejor lugar para hacerlo, que en el brillo de sus ojos, en la cálida piel atorseopelada de su cuerpo, en cada laberinto de sus pliegues femeninos, en cada fresco beso mentolado de su boca. Si, estoy jodidamente perdido y me… gusta…
Ahora no deseo encontrar el camino de vuelta, estoy donde siempre quise estar y que inconscientemente añoraba… en sus brazos. Y aquel sueño de antaño que tuve desde niño, del cual me había aferrado, por fin se había materializado en forma de una bella dama angelical.

A ELLA (POEMARIO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora