Tercer fragmento: capitulo 8

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Teseo y Piritoo

Era un lindo día para Hermes en el dulce y soleado olimpo. El pelirrojo estaba acostado boca abajo en la orilla de la isla flotante de los dioses con la vista fija en el mundo mortal, movía sus piernas arriba abajo como un niñito centrado en su próxima travesura.

Silbaba feliz y concentrado, sabia que si era paciente algo iba a aparecer. Un ruido a su izquierda lo hizo desviar su mirada, pero luego la devolvió a donde estaba cuando vio que solo eran Ares y Afrodita de nuevo escondiéndose de Hefesto para tener sus encuentros pasionales, eso era algo que ya todos en el panteón sabía, e incluso mortales.

Hermes sentía lastima por ellos. Había hablado una vez con Eros, el hijo de la pareja y este había confesado en medio de una borrachera que ellos eran almas gemelas reales que no podían estar juntos por culpa de Hera y Zeus. Eso había aclarado la duda que Hermes se había hecho desde que Afrodita había dado a luz a Eros. El no entendía como el "amor verdadero" había nacido de una traición. Todo era claro ahora.

Dejando esos tristes pensamientos atrás volvió a enfocar su atención en la tierra, que antes era tan hermosa. Deméter seguía con su estúpida rabieta porque su hija no quería volver con ella. El pelirrojo rodo los ojos, era obvio que ella no quisiera volver a su lado si se la pasaba encerrándola, él había sido testigo de las muchas veces en que Zeus tuvo que bajar a rescatarla de ese martirio. Ahora Perséfone era muy feliz al lado de Hades y ni siquiera era necesario preguntarle a Eros si esos dos eran almas gemelas, con solo verlos era bastante notorio.

La manilla de oro en su muñeca empezó a brillar, eso solo significaba una cosa; un alma estaba lista para viajar al inframundo.

Tomo forma de mariposa esta vez, una bella y hermosa mariposa roja brillante. Voló hasta donde sentía la atracción, esa manilla era como un imán para las almas. Llego hasta el mundo mortal; un castillo para ser más precisos.

Subió hasta una de las habitaciones; era un anciano y no se sorprendió al ver dos monedas de oro brillante en sus ojos, al ver donde vivía era imposible que no las tuviera. El alma del viejo estaba al lado de su cuerpo mirándolo con melancolía, el se poso en su hombro y al instante este se convirtió en un polvito amarillo que comenzó a seguirlo.

El salió del castillo con tranquilidad seguido por el polvito, pero se detuvo cuando vio a una mujer desaparecer ¿Qué hacia una diosa en este lugar? Curioso voló hasta donde la vio desaparecer y noto a dos humanos mirar también por donde la diosa había desaparecido.

Eran dos hombres rubios, el mas viejo tenía los ojos azules y el mas joven verde. Ambos vestían los típicos trajes de guerreros troyanos.

—Teseo ¿crees que cumpla? —pregunto el ojiverde a su compañero.

—nos dio su palabra de diosa, lo hará. —dijo muy seguro Teseo.

—no me lo puedo creer Teseo—dijo emocionado el joven— voy a desposar a una diosa.

Hermes lo miro incrédulo.

—pues créelo Piritoo. Yo desposare a la futura mujer mas hermosa del mundo; Elena—dijo jocoso— y tu desposaras a la hija de la diosa Deméter como ella prometió.

Hermes casi se quiso reír. Estaba seguro de que a Hades le gustaría mucho escuchar semejante estupidez.

—iremos a dejar a Elena con mi madre y bajaremos al inframundo por tu futura esposa— sin querer escuchar mas Hermes voló feliz hacia el inframundo.

Llegaron hasta la isla para esperar a Caronte y volvió a su forma mas humana. Toco el polvillo a su lado y se formo el alma del viejo que miraba todo el lugar aterrado.

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