Visita inesperada

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Y qué sería yo sin alguien que estuviese día y noche , persiguiendo mi mejor yo , sin desistir y sin dejar de quererme , alguien que aún en las malas me cubrirá las espaldas.

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Mi segunda semana con ellos había terminado. Hoy empezaba la tercera. A diferencia de mis primeros días, ahora lo tenía todo mucho más claro. La rutina y estabilidad era algo que ayudaban a olvidarme del verdadero motivo por el cual estaba en esta casa. Su compañía, debo añadir, que también era gratificante. Y hablaba de la de Kevin. Jared era solo una distracción con la que apenas me dirigía la palabra.

Desde aquel primer día que decidí colaborar en todo lo posible, mi vida se limitaba a: dormir, comer, estudiar, limpiar, volver a estudiar y hacer una hora el ridículo con Kevin en lo que él llamaba "clases de autodefensa". Aquella hora aparte de ser una completa pérdida de tiempo (tampoco es como si yo tuviese muchas cosas que hacer), era para mí la peor parte del día. Jared no había mentido cuando había dicho que Kevin nunca tiraba la toalla. Jamás se rendía. Todavía no era consciente que era imposible que yo, fuese a convertirme en algo que fuese diferente a una adolescente indefensa y patosa. Aquel primer día, cuando tuve que demostrarle como era incapaz de pegar puñetazos o patadas, no había sido el único que había hecho el ridículo. Lo había estado repitiendo durante una semana, de maneras diferentes, pues Kevin intentaba cada día algo nuevo. El primer día quiso medir mis cualidades, o mejor dicho, falta de ellas. Ver hasta qué altura era capaz de dar una patada, con qué fuerza, cómo cerraba el puño para dar un puñetazo... Su palma abierta extendida frente a él, era tanto mi diana como su medidor de fuerza. Me hubiese preocupado herirle de no ser porque sabía perfectamente que aunque lo intentase con todas mis fuerzas, ni si quiera lograría dejarle la mano colorada. Al principio se limitaba a reírse, burlándose de que mis puñetazos eran cosquillitas en su mano. Cuando entendió la dificultad que conllevaba que yo progresase, dejó de bromear.

Ese primer día Jared se limitó a observar desde la terraza. Me frustraba bastante y ni si quiera sabía por qué. Tal vez su presencia me ponía nerviosa , tal vez sentirme tan inútil delante de él era algo que no me gustaba o puede que simplemente siguiese cabreada por el hecho de que no solo propusiese mi muerte sino también , ver que no tenía ninguna intención de ayudarme a saber defenderme.

El segundo día, cuando salí al salón después de ponerme una camiseta y leggings (mi nuevo uniforme de combate), Kevin me sorprendió con un saco de boxeo. No podía imaginarme de dónde narices lo habría sacado. Estaba completamente segura de que si los hubiese visto bajar del coche un saco de boxeo aquel primer día, me hubiese dado cuenta.

- ¿Preparada para una sesión de boxeo? – me preguntó con una sonrisa de oreja a oreja.

- No del todo – le contesté mirando aquel enorme saco colgado en la terraza.

- He estado hablando con Jared. Dice que el primer día, intentaste algo contra él. Algo así como un rodillazo, en un sitio no muy noble – apuntó con una sonrisa torcida– y un puñetazo.

- Sí. Mi hermano me enseñó una táctica para situaciones de emergencia. Ya puedes ver tú lo mucho que me sirvió.

- Bueno, a ver Kate. Actitud positiva. Si no, no vamos a llegar a ningún lado. Aquel día fuiste capaz de, por lo menos, intentarlo y por lo que Jared dice, mucho mejor que ayer. Es normal que bajo peligro, la adrenalina te ayude a impulsar tu fuerza así que lo que tenemos que conseguir, es forzar tu adrenalina.

- ¿Para qué? Ni si quiera conseguí nada contra Jared y ade-

Kevin me interrumpió entre carcajadas.- Nadie consigue nada contra Jared. Vamos a empezar con metas menos altas Kate. Enséñame exactamente en qué consiste la técnica de tu hermano.

SecuestradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora