Midnight

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No era la única emocionada con entrar en Midnight y hacer algo completamente diferente y normal. Algo que había echado de menos estas últimas siete semanas. Kevin lucía una sonrisa de oreja a oreja y su atención ya estaba puesta en las chicas de la cola.

Aunque mi deseo de desconectar y pasármelo bien fuese bastante potente, no sabía si iba a ser capaz de detener la realidad.  Sabía perfectamente que aquello no tenía nada de peligroso, lo que me preocupaba era que estuviese encantada con la idea de ir a una discoteca. Mi vida había cambiado completamente, me había convertido en el objetivo de los terroristas más despiadados y poderosos y aun así, tenía ganas de fiesta. Mi familia probablemente estaba encerrada en una casa, atemorizados. Y aquí estaba yo, a punto de entrar en una discoteca. ¿Me habría vuelto loca?

Por otro lado, pensé que a lo mejor mi madre y mi hermano no estaban ni si quiera atrapados. Podían estar por ahí cenando o conociendo una estupenda ciudad, al fin y al cabo, su programa de protección era el que estaba establecido y planeado. Además, estar encerrada tanto tiempo no podía ser ni siquiera sano. Ya era hora de salir y hacer algo. Vivir con miedo pensando que todas las decisiones que tomase podían acabar en tragedia, tampoco debía ser bueno. El encierro no era vida.  Bueno, vale, mentira. Prefería vivir con miedo y encerrada en una casa con los chicos, a salir a la calle pensando que en cualquier momento me podían volar la cabeza.  Era así de cobarde. Pero este no era el momento de pensar en todo aquello, era de todo punto improbable que eso ocurriese, así que no estaría mal disfrutar durante unas horas. Y Que mejor que una discoteca para continuar este juego.

Así, convencida de este derecho que me había ganado a olvidarme de todos mis miedos y preocupaciones,  mis ánimos comenzaron a ir creciendo. Y es que iba a entrar en una discoteca bastante prestigiosa por lo que aparentaba, con tres cañones como acompañantes. La noche prometía.

La mayoría de las noches que las chicas y yo salíamos cuando estaba en casa, solo podíamos desear entrar en las discotecas. Entre el toque de queda que todas teníamos y que la entrada exigía ser mayor de edad, lo teníamos muy difícil. Se tenían que dar acontecimientos extraordinarios para que no tuviésemos hora de llegada y por supuesto un eficaz poder de convención (o seducción) por parte de Megan para que nos dejasen entrar. Lo que me recordó que era una gran ventaja estar rodeada de Jess, Jared y Kevin para entrar sin problemas.

La cola que había para entrar se había reducido bastante en el tiempo que habíamos decidido si entrar o no. Ver las vestimentas  de las demás chicas fue algo que me relajó y disgustó a la misma vez.  Ya por lo menos, mi disfraz se camuflaba y no era yo la única llamando tanto la atención. Pero ¿ por qué las demás iban vestidas así, qué necesidad de enseñarlo prácticamente todo? Aquí estaba yo obligada, mientras que ellas parecían encantadas. Entendía el sentido de ir sexy a una discoteca, yo era la primera que buscaba eso, pero había que saber diferenciar qué era sexy. En fin. Me fijé después en que todos eran mayores que yo y aun así tenían que enseñar el DNI. Empecé a pensarme dos veces si me iban a dejar entrar o no. El portero, que era tres veces yo a lo largo y a lo ancho, se limitaba a hacer perfectamente su trabajo. A cada persona de la cola le pedía identificación, la examinaba durante lo que parecían ser horas para después asentir y dirigirse al siguiente. ...Mi mente se desvió al escuchar la voz del portero.

-          Lo siento. Las reglas son claras-

-          Pero, por favor, que cumple dieciocho pasado mañana- rogó una del grupo.

No me había fijado antes en ellas.  Era el grupo más llamativo sin embargo. Por lo visto una de ellas no tenía edad suficiente. El portero no dudó en echarlas sin piedad alguna. Definitivamente no iba a conseguir entrar.

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