El impacto contra aquella agua congelada despertó mis instintos primarios de supervivencia. Sabía que nadar lejos del barco no iba a servir de nada. Me sumergí para ocultarme. Solo podría aguantar unos segundos. Si se había dado cuenta de que me había tirado, nadar me serviría de poco. Mientras que buceaba hacia el fondo me cuestionaba si realmente había sido inteligente lo que acababa de hacer. ¿Si lograba quedarme aquí, quién iba a venir a por mí en medio de alta mar? Desde luego ya había descartado que los chicos viniesen a mi rescate. Estaba completamente sola. Yo, era mi única posibilidad de escape. Los pulmones comenzaron a obligarme a emerger. Estaba de vuelta a la superficie cuando sentí que algo había caído a mi lado. Primero lo escuché, luego lo vi. Venía a por mí. Antes de que pudiese tomar una decisión, mis piernas comenzaron a moverme de allí, pataleando desesperadas. Nadé sin querer mirar hacia atrás para retrasarme pero lo acababa haciendo cada segundo. No podía alcanzarme. Y sin embargo, estaba a punto de hacerlo. Pensé entonces en sacar el cuchillo. Era mi oportunidad. Antes de que pudiese hacer nada, rodeó su mano en mi tobillo. Tiró bruscamente hacia atrás provocando con la inercia que tragase cantidades de agua insanas. Me estaba ahogando. Aquí era el momento en el que me iba a matar. Cuando me tuvo a su lado, apenas me quedaban fuerzas para seguir resistiéndome. Cada cosa que había intentado, había fallado. Me inmovilizó por completo agarrando mis dos brazos contra mi espalda. Si no fuera porque él me sujetaba y porque intentaba mantenerme a flote con mis piernas, me hubiese ahogado. Lo cual era buena señal, no era lo que pretendía hacer conmigo. Al menos no todavía. Me forzó a volver al barco. Intentó primero nadar mientras me sujetaba los brazos y aunque mi resistencia no fuera suficiente como para impedir que me controlase, nadar así era bastante complicado. Decidió que si me agarraba por el tobillo terminaríamos antes. Así que la cantidad de agua que tragué antes de llegar a la bañera del barco fue suficiente para atragantarme. Comencé a toser escupiendo agua, luchando por no morir ahogada mientras que él se limitaba a arrastrarme por el tobillo sin importar que me bebiese el mar entero. Al llegar a las escaleras subió él primero y rápidamente me colocó en la bañera del barco. Seguía echando agua por la boca. Se arrodilló a mi lado algo preocupado. Supe entonces qué tenía que hacer. Con toda la poca fuerza que me quedaba le empujé hacia el mar con mis manos, mi rodilla y mi cuerpo. A la misma vez que caía me dirigí rápidamente a las escaleras y las levanté. No podía subir al barco. Atemorizada me quedé ahí quieta para ver si mi plan daba resultado. Cuando su cabeza emergió de la superficie y sus ojos se encontraron con los míos temí haberlo cabreado.
- ¿Quieres seguir tragando agua? – me amenazó a la vez que se acercaba al casco del barco.
- Me parece que desde ahí abajo poco puedes hacer ya- conseguí contestarle sin miedo.
Ver la sonrisa que apareció en su rostro era lo más terrorífico que había visto hasta ahora. Diabólico. Sabía que mi plan no tendría resultado. Una vez más.
- ¿De verdad pensabas– dijo al tiempo que ponía ambas manos en la bañera – que no sería capaz de subir? – terminó al tiempo que se impulsó con los brazos y levantó su cuerpo del agua.
Antes de que pusiese un pie en el barco, le pisé ambas manos para que volviese a caer al mar. Sin embargo, consiguió agarrar mi pierna derecha y caí con él. EL CUCHILLO. El momento de utilizarlo estaba más claro que nunca. Rápidamente logré quitarme el botín y sacar el cuchillo. Había estado a punto de hundirse, pero gracias a Dios lo recuperé. Agarré el mango con la boca para que no pudiese verlo y comencé a nadar en dirección contraria a él. Obtuve la reacción que esperaba cuando sentí de nuevo aquella manaza agarrándome el tobillo y arrastrándome hacia atrás. Cogí el cuchillo con la mano derecha y sin querer pensar en lo que estaba a punto de hacer, me giré hacia él y lo clavé en el primer sitio que pude. Cerró los ojos e inhaló profundamente pero ni si quera gritó cuando le hundí el cuchillo en el muslo. Su resistencia me paralizó por completo. Yo no podía creer lo que acababa de hacer. Tenía que volver a atacarle pero era incapaz. Dirigí ahora el cuchillo hacia su pecho pero aprovechó mi momento de duda para retorcerme la mano y apuntar hacia mi cuerpo el cuchillo. El forcejeo mientras que intentábamos mantenernos a flote en el medio del mar, acabó con el cuchillo clavándose arriba de mi ombligo. Justo cuando el corte se iba a convertir en uno profundo, él apartó bruscamente nuestras manos de mi vientre. Intenté recuperarlo. Lo único que conseguí fue provocar que él se deshiciese de mí a través de ahogadillas. Lo último que recuerdo es que en una de ellas, sentí como me quedaba sin aire, como la necesidad de llenar mis pulmones era inaguantable y como poco a poco mis sentidos se iban nublando.
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Secuestrada
RomansaAntes de que acaben las vacaciones de verano y de que empiece su último año en el colegio , la vida de Kate da un giro de 180 grados, cuando es víctima de un inquietante rapto. La que debería haber sido la mejor noche del verano se convierte en la...