Natalie Forbes

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Natalie Forbes

Esa era mi nueva identidad. La había descubierto en el documento de identificación que sostenía en mis manos. Una imagen mía me sonreía de vuelta. Era yo, salvo que tenía el pelo completamente negro y rizado y los ojos marrones. No podía dejar de mirarlo. Era tan real.

Sentada en el maletero con aquel documento en mis manos, vi aparecer a Kevin y Jess. El coche era el mismo que había utilizado Jess para llevarme al puerto. Lo que no me explicaba era de dónde habían sacado estas maletas y documentos falsos.

-          ¿Cómo le va señorita Forbes? - saludó Kevin sonriente antes de sentarse a mi lado. Habían pasado tan solo 40 minutos y ya lo echaba de menos. 

-          ¿De dónde voy a sacar mi disfraz? - aproveché que había llegado para preguntarle a él  y no a Jared.

-          Está todo en la maleta roja. Tu nueva identidad al completo- escuchar su voz seguía transmitiéndome malas vibraciones. Me iba a costar adaptarme a Jess. De momento no pretendía dirigirle la palabra. De todos ellos, él era el máximo culpable de la prueba.

Sin contestarle nada, me volví a dirigir a Kevin, mientras cogía la maleta roja del maletero.

-          ¿Cómo es que este coche está aquí y de donde salen todas estas maletas? - le pregunté.

-          El coche lo hemos cogido Jared y yo, cuando vosotros os habías montado en el barco. Era conveniente cambiar de coche. Solo para prevenir. Lo mismo vamos a hacer con las identidades. Las maletas y los documentos  se los  han dado a Jess en la base, antes de venir con nosotros.

Lo escuchaba mientras luchaba para abrir la maleta. No había manera. Kevin me echó una mano y en un segundo estuvo abierta.

Un grito de sorpresa se escapó de mi boca cuando vi los contenidos de aquella maleta.

-          ¿Qué narices es esto? - lo primero que se distinguía era un sinfín de colorines que adornaban aquella maleta. Una a una iba cogiendo aquellas prendas para comprobar que, efectivamente, no me pondría ninguna de ellas. Todo era tan pequeño, atrevido y ajustado que ni si quiera una prostituta lo encontraría adecuado.

Incrédula me giré ante ellos. Debían de estar gastándome una broma. Encontré a los tres sonriendo y comprendí que estaba en lo cierto. Tan solo estaban bromeando.

-          Casi me lo trago - les advertí con una sonrisa de alivio dibujándose en mi rostro.

Al momento, las tres sonrisas desaparecieron.

-          Kate, no es ninguna broma- miré a Kevin, examinándolo. ¿A caso seguía bromeando? ¿Cómo no iba a ser una broma?

Ninguno de los otros dos, estaban ocultando sonrisas.

-          ¿Dónde está mi maleta, mi ropa? - pregunté paciente intentando calmarme. Hulk ya había salido demasiadas veces al exterior por hoy.

Se miraron unos a otros, largándose el muerto. Por supuesto fue Jared quien tuvo que responder.

-          Tu maleta y el resto de tus cosas siguen en Puerto Rojo. Lo recuperarás todo antes de volver a tu casa.

-          Me niego a ponerme cualquiera de esta basura de ropa. Prefiero no cambiarme esto - dije al tiempo que pellizcaba el polo de Jess que seguía llevando - durante meses si hace falta.

-          No seas melodramática. Es solo ropa- aquí estaba el Jared odioso.

-          O falta de ella- le contesté indignada mientras me cruzaba de brazos. Era una batalla que no pretendía perder.

SecuestradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora