dos

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[C]

La diminuta flama de la vela se mueve en el reflejo de mis ojos. Puedo sentir el calor cerca de mi nariz, así como también ese olor a la cerilla quemándose poco a poco.

Es costumbre para mí encender los cirios de la capilla cada mañana, rezar, y apagarlos antes de salir para dejar el lugar en orden. Pero hoy, por alguna extraña razón, mi mirada está fija en la llama sin dejarme hacer algo más.

El estómago se me revuelve, siento como si un agujero negro se estuviera formando adentro mío, y no logro comprender por qué.

"Clarita..." La hermana Constanza me asusta al aparecer de repente en la puerta que da al patio. "Acordate que tenemos que salir en un rato." Dice con su sonrisa de siempre. 

"Sí, ya voy."

Constanza hace una reverencia y desaparece, y de nuevo estoy con los ojos puestos en la vela delante mío.

Veo como el fuego brillante se mueve de un lado a otro con su color amarillento mezclado con azul. Veo la mecha quemada que suelta un humo blanco y que no ahoga. Y aquello era lo raro, porque el humo nunca había estado blanco.

Siento que es cosa de mi cabeza, últimamente me duermo bastante tarde porque doy demasiadas vueltas en la cama, quizás la falta de sueño me está haciendo alucinar cosas. Por lo tanto decido apagar la vela y salir en dirección al claustro para buscar a Constanza. Las flores que plantó Dolores a escondidas en una costado del jardín están abiertas.

Es raro ver florecer algo en agosto, y también es raro ver tanto sol en agosto, incluso aunque el frío sigue ahí.

Camino por los pasillos mientras escucho a las hermanas reír en la cocina. Seguramente Laura habrá contado algún chiste de los suyos, suele ser bastante ocurrente.

"¿Alguien vio a Constanza?" Pregunto con una sonrisa cuando entro junto a ellas.

"Estaba limpiando la Sacristía como loca..." Se queja Dolores mientras bate la mezcla de un bizcochuelo en un bowl. "Le dije que no lo haga porque todo el tiempo está quejándose del dolor intenso que tiene en la espalda, pero no me hace caso. Tampoco quiere ir a que el médico la revise."

"Constanza es muy cabeza dura, no la vas a convencer hasta que no esté en cama." Contesta Mercedes, que la ayuda echándole harina a la mezcla.

"Ayer me pidió que la acompañe a un lugar, pero no sé por qué quiere que vaya yo..." Suspiro acercándome a ellas y leo la receta para ver en qué puedo ayudar. "Dijo que necesitaba visitar a una vieja amiga que está enferma y que tiene muchos problemas desde hace años. Algo como ezquizofrenia al parecer."

Dolores deja de batir y me mira, le da una mirada a Laura que hace su tejido a un lado y me vuelve a mirar.

"Ha de ser doña Ruth..." Dice con un tono entristecido. "Pobre mujer, ha pasado por tanto y nunca se ha podido recuperar." Chasquea los labios mientras hace la señal de la cruz y vuelve a lo que estaba haciendo antes.

"¿Quién es Ruth?"

"Era compañera del colegio de Constanza cuando eran jóvenes, ya te enterarás lo demás." Se adelanta a responder Laura, que mira a las demás de una forma extraña.

Mercedes, Corina, Odelia y Pilar parecen estar igual de alejadas del tema que yo, sin embargo las cuatro decidimos no preguntar y hacer nuestras actividades sin más.

Un rato después, Constanza aparece por la puerta charlando con Priscila, que sigue de largo por el pasillo hasta el despacho de la Madre Suplicio.

"¿Estás lista, Clara? Está el remís en la puerta." Me pregunta sin darle bolilla a lo que hablan las demás.

Me limpio el chocolate de las manos con un repasador y asiento pasándole la receta a Génesis para que continúe por mí, y su mala cara me saca un quejido que es imposible reprimir. No es mala, sino malhumorada más bien, pero yo no tengo la culpa de que la enoje la más mínima cosa.

Panem • 𝒘𝒐𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora