cuatro

1.5K 100 108
                                    

[V]

"Chatarra de mierda." Cierro la puerta de la camioneta vieja para abrir el capó y poder buscar cuál es el problema del funcionamiento.

Si algo aprendí estando en cana seis años, fue ganar algunas changas aprendiendo a arreglar los autos de guardia.

Reviso lo cables, nada. Reviso la batería, nada. Reviso el aceite, nada.

Me saco el buzo para evitar ensuciarlo y lo dejo colgado en la ventanilla, procediendo a meterme abajo de la camioneta con la linterna del teléfono para revisar los catalizadores. Y, en definitiva, ahí está mi problema.

Me deslizo con cuidado para poder ponerme de pie y entrar al galpón de casa y buscar las herramientas, también viejas y casi oxidadas, pero todavía sirven. Agarro la caja y la llevo conmigo de nuevo a mi lugar de antes, volviendo a meterme abajo del vehículo con la misma cautela de no engancharme.

La camioneta tiene un poco más de mi edad, por lo que tengo que ser cuidadoso con cualquier cosa que llegue a tocar. Es un trabajo bastante sucio y complicado, así que las manos se me embadurnan de grasa casi al instante. A pesar de que el día está fresco, siento el cuerpo caliente por el esfuerzo, lo que me hace tener que limpiarme las gotitas de transpiración de la frente cada dos minutos, ensuciándome ahí también.

Para mí sorpresa y orgullo, me cuesta menos de cuarenta minutos poner las cosas en su lugar, y no puedo evitar soltar un silbido de satisfacción al darme cuenta de que todavía se me da la mano para esto. Quizás puede servirme para trabajar y conseguir plata.

Dejo caer los brazos unos minutos a los costados de mi cabeza cuando los siento pesados, queriendo descansar un rato como si no hubiese dormido en mi cama todos estos días.

Apago la linterna para descansar la vista un rato, sin embargo, un par de segundos después, mis ojos observan unas alpargatas de gamuza por debajo de la camioneta. Las reconozco instantáneamente, lo que me lleva a deslizarme a toda velocidad y ponerme de pie.

Clara me mira un poco asustada por mi movimiento repentino del otro lado del portón. Sus ojos grises se posan en todo el enchastre que la grasa del vehículo pintó en mí, y apreta los labios divertida por la situación.

"No sabía que eras mecánico." Dice, señalando mi ropa repleta de aceite y grasa que no va a limpiarse con nada.

"Algo sé."

Sonríe chiquito y asiente, todavía mirándome tan profundamente como cada vez que viene a casa con Constanza. Hoy está sola.

"¿Cómo está tu tía?" Pregunta cruzándose de brazos.

"Igual que todos los días." Me encojo de hombros para restarle seriedad a la situación cuando veo su expresión desanimada. Camino hasta la reja y la abro para poder hablarle de frente, ella se sorprende un poco de eso. "¿Vas a pasar?"

"No, perdón." Sus labios se curvan en una sonrisa penosa. "Las hermanas me mandaron al mercado a comprar los alimentos de la semana, así que como me quedaba de paso aproveché a acercarme para saludar cuando te vi abajo de la camioneta."

El velo de su cofia blanca vuela hacia un costado cuando un rápido soplido de viento fuerte se levanta. Clara parece asustarse un poco de eso, y su mano envuelve la cruz que cuelga de su cuello.

Lo hace siempre, cuando algo no le gusta, se refugia en la cruz de acero de su collar.

"¿Viniste caminando?" Le pregunto al notar que no hay ningún vehículo alrededor nuestro. Ella asiente. "¿Y vas a ir caminando hasta el mercado?" Vuelve a asentir.

Panem • 𝒘𝒐𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora