diez

1.2K 104 26
                                    

[C]

Me arrodillo, acomodo mis manos, bajo la cabeza, rezo.

Rezo por lo que hice, por sentir que, aún a pesar de siempre haber estado decidida a llevar esta vida, me gustó haberlo hecho. Aún con mis labios moviéndose rápidamente en una oración todavía puedo sentir los dedos de Valentín en mi piel, puedo sentir la manera en la que su boca se acopló con la mía sin ningún desperfecto.

¿Qué hice?, ¿Cómo puedo dejar de pensar en lo que pasó? Traicioné a todo lo que me entregué, y por sobre todas las cosas, traicioné a la primera razón por la cual decidí llevar mi vida por este camino.

Un ruido se escucha en la puerta de la capilla, decido que es momento de levantarme porque es tarde, y si alguna de las hermanas me encuentra dando vueltas a altas horas de la madrugada puedo meterme en problemas.

Pero entonces me quedo rígida cuando me doy la vuelta acomodando mi camisón y lo veo, intento convencerme de que es mi cabeza jugándome una de sus malas pasadas para torturarme, mas no lo es. Cierra la gran puerta despacio sin apartar la mirada de mí, y así camina a pasos lentos hasta donde estoy. No logro comprender cómo es que pudo entrar, lo más probable es que haya saltado la reja y tuvo suerte de que alguien se olvidó de ponerle llave a la capilla.

"¿Qué hacés acá a esta hora, Valentín?" Cierro mi saco de lana para tapar mi piel, estar en frente suyo me hace sentir expuesta y sucia. Lo que hicimos más temprano no estuvo bien, pero sería una gran falacia decir que no me gustó y que no siento querer hacerlo de nuevo.

La herida de su rostro ahora está seca, y por alguna enferma razón me hace verlo aún más atractivo de lo que es.

"Te traje esto..." Levanta su mano para extenderme mi cofia, ni siquiera recordaba no haberla llevado puesta en todo el día. "...te la olvidaste arriba de la mesa cuando saliste corriendo."

Es humillante. Yo lo hice, yo lo besé y yo lo empujé para huir como una cobarde. No soy capaz ni de afrontar las cosas que yo misma causo en mi vida.

Agarro mi cofia y me dedico solo a fingir que detallo la tela, no planeo levantar la mirada hasta escucharlo irse, pero tampoco creo que irse esté precisamente en sus planes. Valentín es insistente, y yo lo comprendo, ha estado encerrado durante mucho tiempo siendo muy joven, tener que esperar ahora para obtener respuestas no es algo que lo deje tranquilo.

Y tengo razón, porque tan solo despues de un par de minutos donde no le dirijo la palabra suelta un suspiro profundo que hace notar su frustración.

"Clara, no me podés ignorar toda la vida."

No, no puedo. No quiero hacerlo, no quiero ignorarlo ni quiero que se vaya, pero pensar en que exista algo entre nosotros es una cosa imposible.

"No intento ignorarte, pero no quiero acordarme de lo que pasó hoy."

"Pero pasó." Discute subiendo la voz, y las paredes aquí adentro retumban tanto que mañana nuestra conversación podría estar en boca de todas las monjas de los conventos cercanos.

"Shh, alguna puede estar despierta."

"¿Por qué no te dejás de hacer la tonta, Clara? Vos no querés estar acá."

"Dejá de creer que sabés lo que quiero." Ahora quien levanta la voz soy yo, y me cacheteo internamente por hacer algo que le pedí a él hace dos segundos atrás que no hiciera. "Fue un error. Pasó, sí, pero no tuvo que pasar."

"¿Y por qué no?, ¿Porque no querías?" Me quedo callada. Mentirle no es correcto, así que solo puedo cerrar la boca y no darle respuesta. "No soy boludo, así que no me quieras tomar el pelo como a un pelotudo con ese discurso de que te equivocaste porque sé muy bien que no es así."

Panem • 𝒘𝒐𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora