Juez y Verdugo

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Dejé que mis manos curiosas e inquietas fueran tus inquisidores, dando rienda suelta a tus ejecutores de la única forma efectiva para ti: abriendo el camino hacia una sensual y pecaminosa expiación.

Con un toque milimétrico y casi perverso, provocando en tu piel el efecto deseado, logré una combustión interna y pasional, haciéndote reaccionar instintivamente con sutiles, pero reconfortantes sonidos, y tu acelerada respiración, reflejo de tu perpetuo libido. Tan dispuesta a someterte ante mis incesantes caricias, me incitaste como droga para mis venas. ¿Cómo no sucumbir ante tan masiva invasión? Era imposible resistirme, y tú lo sabías. Después de ser recorrida por mis manos, prácticamente estarías a mi merced.

Confirmé a través de mis compañeras de aventura tu rendición absoluta. La deleitable sumisión de tu ser alimento mis deseos carnales a niveles muy altos. El lugar se convirtió en un escenario tan pasional que avergonzaría a los mejores amantes en su mejor momento. Al final, no se podía considerar una penalidad. Fue más bien una recompensa para los dos, placentera y satisfactoria, demostrando mi buen papel como un juez y verdugo muy vehemente, aquel que aplicó el mejor "castigo" para ti, uno que estabas gustosa de respetar para toda la eternidad.

¡Pasión Desbordada!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora