5. La tormenta

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Un mes había pasado Kageyama sin sentir nada.

Al principio le había costado un poco reprimir sus emociones pero conforme pasó el tiempo, fue siendo capaz de controlarse. Y, sin duda, era más fácil así.

Bueno, desde luego seguía habiendo pequeñas cosas cotidianas que lo fastidiaban, como cuando la máquina expendedora se trababa y no le daba su cartón de leche, o se olvidaba la lapicera en casa y tenía que pedir una prestada, o tiraba un vaso de agua sin querer y volcaba su contenido por toda la mesa.

Pero aparte de eso, su vida era mucho más simple ahora. Sin distracciones, se podía enfocar en el volley y su rendimiento era excpecional. Preciso y prolijo; justo como lo son las cosas cuando las emociones no distorsionan las acciones.

Con Hinata, las cosas estaban... apagadas. Se comunicaban durante los entrenamientos y cuando se cruzaban en la escuela, pero Kageyama había puesto una distancia prudente con él. Ya no aceptaba sus retos, por ejemplo. Se levantaba más temprano para llegar antes que él a destino y no tener que cruzarse en una carrera, y así poder ganarla desde el inicio sin necesitar un confrontamineto. Cuando uno de los dos hacía algo mejor que el otro, Kageyama simplemente lo ignoraba para no sacar a relucir la competencia, y se regocijaba (o presionaba para mejorar) internamente.

Hacía unos días, de hecho, Hinata se le había acercado con una estúpida y enorme sonrisa, con un ánimo demasiado alegre y una conversación demasiado agradable. Claramente se había despertado de buen humor ese día. No obstante, cuanto más feliz lucía Hinata, más difícil le resultaba a Kageyama ignorarlo. Hinata tenía la horrible costumbre de contagiar sonrisas. Así que Kageyama se había encargado de aplastar la conversación, zanjar los sentimientos que habían comenzado a burbujear en lo más profundo de su ser. Los ojos de Hinata se habían caído abruptamente, decepcionados, y él había lucido abatido por el resto del día. Kageyama sabía que había sido la causa de ese abatimiento, pero no podía sentirse culpable por eso. Después de todo, era lo que había que hacer por él, por la relación entre ellos dos y, más importante, por el equipo.

Lo que estaba haciendo era lo correcto. Estaba seguro. Estaba cortando por lo sano.

Ese día hicieron un partido de práctica de 6 contra 6 entre ellos. Kageyama estaba en el equipo con Hinata, Tanaka, Yamaguchi, Ennoshita y Nishinoya (quien era muy útil por un lado porque les daba una excelente defesa en recepciones, pero muy desventajoso por el otro puesto que no podía atacar. Pero era lo que había). Kageyama se sentía en plena forma, sus pases estaban siendo muy correctos y él estaba muy centrado. Sin embargo, perdieron el primer set.

Jugaron otro set, en el que anotaron muchos punto y Kageyama dio muchos pases muy limpios. Sin embargo, perdieron el segundo set, también.

Jugaron otros dos sets más, pero también perdieron en ambos.

Kageyama se extrañó, ya que no solo él sino el resto de su equipo también había jugado muy bien. Los movimientos de todos habían estado muy afilados durante todo el partido, y no parecía que el equipo contrario estuviera excepcionalmente fogoso. No obstante, sin muchas molestias, habían conseguido sobrepasarlos. Era como si su equipo estuviera careciendo de algo; como si estuviera jugando con cinco jugadores, muy buenos, pero cinco al fin.

Solo que estaban jugando con seis, así que la carencia era de algo más.

Ukai y Takeda, observando el partido desde el costado, también notaron esto. Estaban discutiendo la situación, que a ellos también les extrañaba, y el profesor comentó su percepción de las cosas.

—Siento que el problema viene de Kageyama. Si uno ve sus pases diría que está jugando muy bien últimamente, pero si luego ve los resultados generales no parece haber una mejora. De hecho, parece faltarle algo —observó.

"I'm here" || KAGEHINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora