14. Estamos juntos

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Al regresar a la casa, Hinata y Kageyama llevaban consigo el regalo para Natsu, una serie de besos robados durante la caminata y la decisión tomada de anunciarles a sus compañeros de equipo que estaban juntos. El regalo eran unos tenis especiales para volley que, además, dentro llevarían una notita con un mensaje: "Vale para tener una clase súper especial con el entrenador Ukai (abuelo), exclusiva para el poseedor de este cupón". Los besos, más que robados, habían sido regalados cada cien o doscientos metros. Por último, la decisión de contarles había sido unánime, aunque todavía no tenían idea de cómo lo iban a decir.

Les había llevado su tiempo conseguir estas tres cosas, a juzgar por lo apagado que ya se veía el cielo. Habían estado buscando el regalo más tiempo de lo que a Hinata le habría gustado; pensando, mirando tiendas, verificando precios, yendo y viniendo, y luego regresando al inicio para comparar productos. No obstante, esto les había prestado un poco más de tiempo solos, juntos. Y, en presencia del otro, los minutos habían estado estimulados con besos y conversaciones ligeras que derivaban en risas.

Cuando volvieron a la casa, lo hicieron unidos por sus manos y la certeza de que disfrutarían mucho los días próximos, una vez que sus compañeros supieran que estaban juntos.

Abrieron la puerta y se encontraron a Daichi en la cocina.

-¡Chicos! Por fin volvieron, se tomaron su tiempo.

-Me costó elegir el regalo. Quería asegurarme de que le fuera a gustar -explicó Hinata.

-¿Y qué le compraste? -preguntó Daichi por curiosidad. Hinata le mostró el paquete.

-Son tenis para volley. Siempre que me ve practicar dice que también quiere jugar y pensé que, si la iba a introducir al deporte, tenía que hacerlo con el equipamiento de mejor calidad.

-Pues sí. Es un buen regalo, debes querer mucho a tu hermana -sonrió Daichi-. Bueno, váyanse a bañar que queremos cenar.

-¡Sí!

Salieron corriendo a los baños y el crujir de sus entrañas los animó a apurarse en la tarea. Cuando bajaron al comedor, limpios y con el cabello todavía húmedo y pegado, ya estaban casi todos sentados y sirviendo la comida. La cena se procedió como el resto de días; agradable, rica y animada. Entre tanto barullo de risas e intercambios, se distrajeron, dejándose llevar por la energía simbiótica que les daba estar entre amigos. Fue sobre el final de la comida cuando se posó finalmente un silencio. 

Otro día, esa habría sido la señal para lavar los platos e ir a la cama. En cambio, Hinata aprovechó el momento para hablar.

-Hay algo que queremos contarles -dijo de pronto. Todas las cabezas giraron a mirarlo y Hinata se encontró con que, por alguna razón, estaba nervioso. Sintió una ola de calor viajar hasta la palma de sus manos y se las refergó contra el pantalón, tratando de estabilizarse antes de hablar.

-¿Queremos? -preguntó Kinoshita. Hinata asintió.

-Kageyama y yo -aclaró, con un salto de corazón. Suga levantó una ceja-. Verán, es que nosotros... El otro día estábamos en la playa y... -Hinata miró a Kageyama en busca de ayuda. Él estaba mirando a su plato, terriblemente quieto y callado. Esta fue tu idea, traidor, pensó, entrecerrando los ojos en su dirección. Decidió tomar otro abordaje-. ¿Saben cómo cuando llegué a Karasuno pensaba que Kageyama era un arrogante, creído, antipático, odiable, completamente falto de habilidades sociales... -. Kageyama levantó la cabeza de golpe. ¿Ahora sí me prestas atención?

-¿Y vieron cómo yo -lo interrumpió Kageyama alzando la voz- pensaba que Hinata era un iluso, muy ruidoso, muy bajo, inexperimentado, idealista, estúpido...

"I'm here" || KAGEHINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora