17. Estoy aquí, Shoyo

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Tobio se había vuelto realmente bueno en esto de besar. Parecía que todo lo que hacía lo tenía que hacer a la perfección, así que practicaba y practicaba hasta dominarlo. Y si Tobio quería practicar, Shoyo no se iba a quejar. De hecho, le agradecería en voz alta si no fuera porque no pensaba admitir que Tobio era mejor que él en algo. En cambio, practicaba para también volverse mejor hasta superarlo. El problema era que cuando uno practicaba, también practicaba el otro y bueno... podrían dejar esta en empate.

Aunque no pensaba dejar de practicar.

Hoy, particularmente, seis meses después de su primer beso, se habían besado mucho. Se estaban besando mucho. En este momento, por ejemplo, al resguardo del follaje de un árbol tupido que los escondía del mundo y los ocultaba de la nieve. Hace cinco minutos, en la puerta de la casa Kageyama. Hace diez, en la habitación de Tobio. Y hace quince, también en la habitación de Tobio.

En conclusión, muchos besos y mucha práctica. Shoyo la estaba pasando muy bien.

Siguieron caminando hasta la pista de patinaje sobre hielo; habían descubierto que ambos tenían ganas de ir pero no lo hacían nunca porque siempre priorizaban el volley. Hoy, podrían hacer una excepción.

—¡Es como en esa serie! ¡Yuri on ice! —dijo Shoyo cuando se estaban poniendo los patines.

—Yo soy Viktor —anunció Tobio.

—¿QUÉ? ¡NO! ¡Yo quería ser Viktor!

—Yo soy más alto, yo soy Viktor.

—Yo soy más extrovertido, yo soy Viktor.

—El que patine mejor, es Viktor.

Spoiler alert: ninguno fue Viktor.

Eran terriblemente malos patinando. Sería generoso decir que alguno de los dos había conseguido dar más de dos pasos sin sujetarse de la baranda al borde de la pista.

—¡¡Esto es imposible!! —suspiró Shoyo con frustración. Una gota caía de la fruncida frente de Tobio—. ¿¿Cómo hace la gente??

A su alrededor había personas patinando en el centro de la pista, con velocidad, algunas patinaban para atrás, ¡e incluso una estaba girando sobre su propio eje! Parecía una tarea inalcanzable. Pero si toda esa gente podía, Shoyo y Tobio también. La mirada en los ojos de Tobio le decía a Shoyo que no se iba a rendir, así que Shoyo tampoco estaba dispuesto a hacerlo.

Pero solo les quedaban treinta y cinco minutos en la pista; tenían que apurarse. Shoyo pensó a toda velocidad.

—Ven —le extendió una mano a Tobio, que se acababa de caer al piso y estaba maldiciendo desde ahí abajo. Lo miró a Shoyo orgullosa pero inquisitivamente, y al final se decantó por la segunda. Tomó su mano y dejó que lo ayudara a levantarse—. Vamos a patinar juntos. Si uno se está por caer, el otro lo salva.

—O se cae también —dijo Tobio apretando las cejas. Shoyo negó con la cabeza.

—No. Uno irá sujetando la baranda con una mano y el otro irá sujetando la mano del que está en la baranda.

Tobio lo consideró, y al final dio un corto asentimiento.

—De acuerdo. Ve tú a la baranda primero.

Así, con una mano en la barra del borde y la otra enlazada con la de Tobio, consiguieron darle la vuelta entera a la pista.

Luego, a Shoyo le tocó ir en la punta y fue Tobio el que lo sujetó para que pudiera patinar lejos del borde. Aunque se tambaleaba un poco, consiguió también dar la vuelta completa sin caerse, gracias a la seguridad que la mano de Tobio le proveía.

"I'm here" || KAGEHINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora