Cuando Kageyama se despertó, su corazón tembló como el cántico de los pájaros por la ventana, lleno de satisfacción ansiosa. Todavía no había terminado de despertarse y los recuerdos del día anterior ya lo estaban invadiendo, su cerebro maquinando desde antes de abrir.
Había besado a Hinata. Lo había hecho. Y volvería a pasar. Una sonrisa de felicidad estiró su boca irrefrenablemente. Se cubrió la cara con la mano, tan esperanzado que temía demostrar demasiados sentimientos.
Pensó que se quedaría echado en la cama, mirando el colchón sobre él que sostenía a Hinata, distrayéndose a sí mismo en situaciones de ensueño. Pero resultó ser que la esperanza daba una sorprendente facilidad para vivir la vida. Donde otros días se habría quedado revolviéndose entre las sabanas, hoy se levantó lúcido y sin extrañar la almohada en absoluto. Estaba muy emoiconado por vivir ese día.
Bajó tercero, tras Suga y Ennoshita, quienes ya estaban en la cocina. Se preparó el desayuno y se sentó a comerlo, a medida que iba bajando el resto. Entabló conversaciones con ellos, algo superfluas, pero que rellenaban el momento, hasta que vio a Hinata aparecer en la entrada. En cuanto lo vio, buscó su mirada con la suya, y le dedicó una apenas visible sonrisa. No obstante, cuando Hinata cruzó sus ojos con los de Kageyama, no contestó la sonrisa. Simplemente, siguió de largo.
Kageyama no frunció el ceño. Por supuesto, ese fue su instinto, y lo hizo internamente, pero no exteriorizó su molestia, muy orgulloso para eso. En su lugar, fingió que no había pasado, y él también siguió de largo normalmente.
El día anterior habían decido unánimemente ignorar esa tarea, pero tenían que ir al mercado a comprar algunos víveres y proviciones para el resto de las dos semanas. Esa mañana, Daichi y Asahi anunciaron que irían y que les vendría bien alguanas manos extras para cargar bolsas. Kageyama se desentendió para poder quedarse en el patio practicando volley y, posiblemente, pasar tiempo con Hinata.
No obstante, después de estar un rato practicando solo, entro a la casa y preguntó por él, llevándose una sorpresa al enterarse que se había ido con Daichi y Asahi (y Yamaguchi y Kinoshita). Trató de regresar rápido al patio antes de exponer su decepción, aunque el resto del tiempo notó que no estaba practicando tan bien.
Por un momento, reconsideró todo si bloquear sus sentimientos realmente había sido algo tan malo. Su miedo desde el principio había sido que sus emociones lo distrajeran al jugar, y ahí estaba, cumpliendo sus predicciones, decayéndose en la práctica por nimiedades como que Hinata se había ido a ayudar en las compras en vez de quedarse con él. Pero solo fue un pensamiento fugaz. Recordaba las lágrimas al final de ese mes y recordaba la mala idea que era. Recordaba los besos del día anterior y recordaba que los sentimientos valían la pena.
El día transcurrió placentero para la generalidad, pero en la individualidad de Kageyama, fue una deilusión a las espectativas que se había formado. ¿Por qué Hinata lo había ignorado todo el día? ¿Por qué lo había esquivado? Casi deliberadamente evitando su presencia...
Bien entrada la noche, Kageyama seguía con los ojos abiertos acostado en su cama. Un tornado de dudas temblaba en su mente, demasiado turbada como para conciliarse con la paz del sueño. Después de estar muchos momentos, ya fueran minutos u horas, padeciendo de incertidumbre, no pudo aguantarlo más. Se levantó y cruzó la casa, la quietud de muerte que la imbuía cortada por su caminar. Salió al portal, se sentó en los escalones.
Bajo el árbol de tilo, la fragancia de sus flores llovió sobre él. Encima suyo, el cielo era de un negro delicadamente azulado, y le recordó a su uniforme. Estaba salpicado de muchísimos puntitos blancos, muchos más de los que estaba acostumbrado a ver, y todo ese brillo espolvoreado sobre su cabeza lo maravilló tanto que, por un momento, sus preocupaciones se acallaron. Las chicharras entre los helechos cantaban sobre la melodía de las olas arrimándose a la orilla, murmurando al perder su efervescencia. Kageyama suspiró temblorosamente. Era una hermosa noche que, con tranquilidad terapéutica lo ayudó a relajarse.
ESTÁS LEYENDO
"I'm here" || KAGEHINA
FanficKageyama descubre que tiene sentimientos románticos por Hinata, su mejor amigo, y no sabe cómo abordarlos. En menos de dos meses se irá de viaje con el equipo de volley y, ¿cómo va a hacer para convivir día y noche con Hinata sin delatar lo mucho qu...