Capítulo 3

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Año 2107 - Bosque del dragón - Isla Socotra, Yemen.

DANIELA'S POV

El frío de la noche era increíblemente intransigente, a tal punto que lograba calar hasta en lo más recóndito de mi cuerpo, y, por un momento me vi ceñida en una nube espesa de terror gélido incitado por uno de los escenarios que determinan de principio a fin esta época, pues, los animales contaminados no eran un factor que se logrará exiliar de nuestro presente, eran entes concurridos y listos para asesinar lo que se moviera frente a ellos. Y para nuestra mala fortuna frente aquel león nos encontrábamos nosotras.

Y así fue como el intrépido grito de aquella niña derribó el muro de miedo que profanó mi raciocinio, siendo este, un sobresalto a mi capacidad de distinguir lo que estaba ocurriendo frente a mis ojos, alertándome, obligándome a actuar, y solo en ese momento reaccione utilizando mi mano derecha para retirar el seguro del arma y consecutivamente mi dedo presionó el gatillo hasta vaciar por completo el primer cartucho.

Con audacia coloqué el segundo cartucho y de nuevo la luz intermitente inundó el espacio en cada ocasión que la bala fue eyectada del arma con una sola dirección, pues, cada una de estas se incrustó en el macizo cuerpo de aquel animal y luego de algunos graznidos y gritos el momento cayó en un precipicio determinado por un profundo silencio.

Un silencio tan denso que ni siquiera mi respiración acelerada lograba traspasar.

Mis ojos viajaron de la figura del animal tendido sobre el suelo, a la niña que no retiraba su vista de la imagen que yacía a pocos metros de ella sucumbida por la muerte. Caminé algunos pasos para acercarme completamente a ella mientras buscaba entre mi bolsillo superior la inyección con el sedante.

—Niña — logré decirle cuando empecé a calmar mi euforia — ¿estás bien?

Y su voz pareció ser sepultada por lo más profundo de los confinamientos a nombre de su valentía, ya que ni siquiera tenía la intención de levantar su vista para observarme. Dejó de importarle mi cercanía y solo se permitió sucumbir en un momento de sosiego donde su cuerpo se negaba a continuar corriendo y realmente lo agradecía, pues la herida en mi pierna no dejaba de escocer en dolor.

— ¿Segura que esa cosa se murió? — inquirió con atisbo de nerviosismo, con su mirada aún atada al cuerpo del león.

—Lo está— reí con desdén — pero, puedes comprobarlo tú, está a pocos metros de ti...

No me sorprendía su actitud, era evidente que nunca estuvo tan cerca de un animal contaminado. Su maldita comunidad era beneficiada en todos los posibles sentidos.

Neurosis, a diferencia de nosotros, no perdían personas por animales que los hostigaran, no, para ellos no aplicaba la regla del cazador ahora era cazado. Ellos no perdían personas ni siquiera por falta de alimentos, pues todos sus suministros los robaban de las zonas de cuarentena.

— Escucha — solicitó la niña mientras levantaba su mirada — Tal vez no sepas quién soy, pero soy importante. Te valgo más viva que muerta.

—No me importa quién eres, estabas en el lugar equivocado niña — contesté sin importancia — Y sé, que te necesito viva, nadie ha hablado de matarte, por ahora...

— Entréguenme a Neuroisis y podrán pedir lo que quieran.

—Las cosas no funcionan así — dicté acercándome un poco más — sin importar quien seas, estoy segura de que nos sirves más de nuestro lado, que en Neuroisis.

— No necesitas llevarme con esos salvajes, puedes dejarles, y aspirar a una vida mejor si me entregas en Neuroisis.

¿Quién se creía esa mocosa?, ¿salvajes? La ira empezó a burbujear desde mi interior y mi atención se arraigó en la insolencia que irradiaba aquella niña. Yo misma me encargaría de demostrarle quienes eran los verdaderos salvajes.

RESILIENCIA (Parte 1 Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora