Capítulo 11

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1 de 5 para el final; primera parte.

Año 2107 - Isla Socotra, Yemen.

Neuroisis

DINAH'S POV

No la conocía precisamente por su impuntualidad, por lo que me estaba poniendo de los nervios que no apareciera. Era la tercera taza de café que traían a mi mesa, y con esta escasez de suministros desde el atentado a la caravana, no le estaba saliendo precisamente barato a los créditos de mi cuenta. 

Revisé la hora una vez más, su retraso se extendía a media hora ya, lo que originó que bufara con desdén volviendo a repasar con mis ojos en la plenitud de aquella terraza en la que prexistía una cafetería, como aquellas de antaño que se relataban en los libros antiguos previos a la gran hecatombe que cambió la vida como la conocían; además de una cafetería de las que por supuesto, no cualquiera en Neuroisis pudiera costear. Desde allí se podía apreciar el panorama en integridad de la ciudad que despertaba luego de la narcosis de la oscuridad, y con ella un enjambre de bullicio.

Entonces, luego de varios minutos de retraso, la vi aflorar por fin, llevando ropas oscuras disimiles de las que habitualmente usaba durante nuestro trabajo, que siempre resguardaba por su bata. Debía admitir que el negro esbelto en su cuerpo, le sentaba muy bien.

Luego de mi jornada, hacía apenas unas pocas horas, le estipulé a Lauren que debíamos continuar con los preparativos del plan y le cité aquí, después de acordar unos puntos más que quedaron divagando; ya nos quedaría tiempo de volver a casa para descansar antes de que culminara el día, y tuviéramos que regresar nuevamente a una jornada nocturna en el laboratorio.

—De no ser porque este jodido plan me desvela, me habría retirado de la mesa por tu impuntualidad —protesté, nada más al arribar a mi mesa y despojarse del abrigo colmado de diminutas gotitas del rocío de madrugada.

—Tuve otra confrontación con los estúpidos gorilas que me siguen a todos lados.

—¿Tanto tiempo y aún no te acostumbras?

Rodó los ojos con hastío y los posicionó en los sujetos en mención, quienes también se habían integrado al recinto, pero quedándose formados cerca de la puerta de ingreso, colindantes a los que seguían mis pasos.

—Agarra mi mano y sonríeme —le indiqué, procurando que mis labios no se movieran, dejando mis dientes apretados mientras le suministraba la indicación, fingiendo estar muy sonriente.

—¿Qué? —respondió descolocada.

—Anda, hazlo, que parezca que es una cita romántica.

—Oh, vamos —protestó con gesto de malestar.

—Hazlo, Lauren, para que piensen que estamos aquí con otros fines.

Exhaló con desgana y puso sus ojos en blanco, pero acató, deslizando su mano sobre la superficie de la mesa y llevándola hasta mí para sujetar las mías, pero su intento de sonrisa fue un total fracaso.

—¿Por qué quisiste que habláramos aquí? —inquirió con desgana, liberando mis manos tras su pobre y muy cuestionable actuación—. Pudiste haber ido a mi casa.

—¿Oh, no te lo dije?

—¿El qué? —ofuscada.

—Nos tienen vigiladas.

Se quedó irresoluta observándome, con sus orbes verdes atentos a mí, como si mis palabras le hubieran dejado en perplejidad.

—¿Hablas de los tipos que vigilan fuera de nuestros domicilios?

RESILIENCIA (Parte 1 Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora