𝐻𝓊𝓇𝓉 𝐻𝒾𝓂 [𝐻𝓌𝒶𝓃𝑔 𝐻𝓎𝓊𝓃𝒿𝒾𝓃]✓

◾12◾

Capítulo 12
Irresistible.

"La angustia no dura para siempre.

Voy a decir que estoy bien"

•Park JinYoung•

El repiqueteo de la línea sin ser contestada le medía la paciencia, y se le acababa, de a poco, el muy paciente Park JinYoung estaba a punto de hartarse de esperar porque alguien hablase tras la línea. Sus párpados se cerraron automáticamente al escuchar el tono dulzón de la chica recibirlo en el buzón de voz, una vez más, había esquivado su llamada. Masajeó su sien palpitante, implorando porque se calmase el dolor que martillaba incesante su cabeza. Pero él lo sabía, aquella molestia era causada tan sólo por las sofocantes imágenes que vio el día anterior.

Bebió un trago largo de su vaso de expreso, observando calculadoramente las fotografías que aún estaban desplegadas sobre su regazo. Una serie simple que no demostraba más que acciones que él debía adivinar de qué iban. Cuando su secretario le hizo llegar el folio de fotos por parte de su servicio de seguridad en Corea, en primera instancia se presionó por pensar racionalmente. Sin embargo, los pinchazos disgutantes que afligieron su pecho durante la madrugada entera no le permitieron seguir teniendo una mente clara y justa.

Para ese momento del día, tras haber tomado el primer avión que lo sacase cuanto antes de Singapur y mientras estudiaba la serie de fotografías una vez tras otra, no se podía exigir ser considerado. Después de todo, él seguía siendo sólo un humano al que no le gustaba del todo mostrarse débil, pero que aún así, tenía la necesidad de lidiar con ese montón de emociones corrosivas que hacían estragos dentro de sí.

-¿Está seguro que bajará con este mal clima? -La ventanilla polarizada que le daba privacidad en el auto iba abierta, permitiéndole a su chofer que pudiese hablarle.

Absorto en sus pensamientos parpadeó antes de contestar-. Por algo le he pedido que me traiga hasta aquí.

El hombre de mayor edad lució sorprendido tras el retrovisor, quizás descolocado por el tono endurecido que JinYoung le había dado como respuesta. Él no era así ni por asomo, no era conocido por tratar a sus empleados injustamente, pero en aquella mañana grisácea no era capaz de hilar una frase que fuese amable.
Desparramando el folio sobre el asiento trasero de cuero, se arregló los guantes en sus manos en cuanto veía con desprecio las fotografías que en su cabeza parecían cambiar su significado con el correr de los minutos. Enfundándose en su gabardina gamuzada salió del auto, llevando consigo tan sólo el par de ramos de flores que le pidió a su chofer comprar después de salir del aeropuerto. Se apresuró en entrar en el alto edificio, queriendo hacer aquello lo más rápido posible.

Sus zapatos lustrosos hacían un mínimo siseo por encima del mármol lustroso negro, delatando la evidente soledad en la sala fúnebre. Tras recorrer los pasillos divididos por números en su inicio, se detuvo donde rezaba un nueve de un dorado brillante sobre la pared. Recorrió el corredor en sumo silencio, encontrándose desolación al finalizar su camino. Se detuvo frente a la lápida de pared, donde se podía leer la clara fecha de defunción y el nombre de la persona que reposaba ahí. Agachando su cabeza en reverencia, inclinó en una ofrenda las flores que traía entre manos, añorando no tener que estar en aquél lúgubre lugar.

-He tardado más tiempo de lo esperado, padre -Sus dedos cubiertos se pasearon por la superficie helada, descansando sobre el nombre del hombre-. Pero lo prometí, juré que vengaría tu memoria y la vida que injustamente te han arrebatado -Incontrolablemente, la vista se le nubló de lágrimas impotentes-. Seré feliz, justo como madre y tú siempre lo quisieron para mí. Seré el hombre más feliz por ti, padre. -Dos gotas simples se escurrieron de sus ojos, y con una destreza digna de admirar, se las limpió sin mucho esfuerzo.