Catorce.

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Si Emilio se ponía a contar, sólo había besado a 4 personas en su vida: su madre, su padre, Romina y Joaquín. Pero ninguna de las anteriores se comparaba al estallido de sensaciones que sentía cada que sus labios tocaban los de su palmerita. Esta no era la primera vez que se besaban, pero en cada beso la sensación era simplemente indescriptible. No sabía si sentía fuegos artificiales, o bombas explotando en su interior, sólo se sentía flotar sobre nubes rosas y arcoíris.

Tampoco sabía cuanto tiempo llevaban sus labios unidos con los de Joaquín, sólo sintió como el aire se le escapaba de los pulmones y a Joaquín separarse lentamente de él, aunque no se separó completamente; sus frentes seguían juntas, y aprovechando tal cercanía, decidió darle un beso corto. Ante tal acción, Joaquín le sonrió.

Rápidamente al finalizar, el DJ volvió a cambiar la canción poniendo de nuevo musica urbana. Luego de esto, ambos volvieron a sus lugares, un tanto sonrojados por el beso que compartieron.

—Ya estoy un poco aburrido— dijo Emilio después de un rato.

—Yo también, ¿Quieres que ya llamemos a mi mamá para que venga por nosotros?

—Sí, igual ya es algo tarde.

—De acuerdo. Le enviaré un mensaje.

Tiempo después ambos chicos se encontraban afuera del salón esperando por la mamá del menor.

—¿Tienes frío?— preguntó Emilio al ver como Joaquín temblaba como hoja, y es que la noche estaba un poco fría, no tanto para él pero sí para Joaquín que era demasiado friolento.

—Un poco— contestó.

—Ven acá.

—Espera— protestó al ver como Emilio estaba a punto de quitarse su chaqueta—, no te quites la tuya, te dará frío.

—Tranquilo, ven— insistió. Joaquín camino hacia él y Emilio abrió su chaqueta— entra aquí y abrázame, de esta manera ambos estaremos resguardados del frío— así que eso hizo. Rodeo la cintura de Emilio por debajo de la chaqueta y éste lo rodeó con sus brazos cerrando la chaqueta en la espalda del castaño—¿Mejor?

—Mucho mejor.

—Bien.

Estuvieron así por un buen tiempo hasta que Joaquín se quedó totalmente hipnotizado por la luna. Era una luna completa, pero se miraba hermosa y muy grande. Alumbraba por completo el cielo.

—Te dedico esta luna— habló Joaquín en voz baja aún mirando la gran luna.

—¿Me la dedicas?— preguntó Emilio.

—Sí, así como las canciones, yo te dedico esta luna, porque está hermosa y alumbra todo el cielo, así como tu alumbras mi propio cielo— el rizado se quedo cautivado y prácticamente sin palabras. Su Joaquín era tan hermoso y único.

—Gracias, palmerita— contestó Emilio sonriendo y con muchas mariposas en su interior.

En esa misma posición Eli los encontró cuando llegó por ellos, ella les tocó el claxon y lastimosamente tuvieron que seperarse para subirse al auto. Y en menos de lo esperado, ya se encontraban en la casa de Joaquín, o más bien en su habitación.

—La última vez que me quedé había dejado ropa aquí ¿cierto?— preguntó el rizado mientras dejaba su chaqueta sobre el escritorio de su amigo.

—Sí, mamá la lavó— Joaquín también dejó su chaqueta sobre la del mayor y fue por la ropa de Emilio—. Toma— se la arrojó.

Tanto Emilio como Joaquín se tenían demasiada confianza por lo cual nunca les fue un problema cambiarse frente al otro.

Underneath the moonlight [Emiliaco] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora