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Advertencia: Este capítulo narra sucesos fuertes y escenas de violencia. Se recomienda discreción. No estoy a favor de estás situaciones ni tampoco las promuevo, es meramente ficción.
Sora
El reloj marcaba las tres de la mañana.
Seguía sin poder conciliar el sueño de manera continua. Cada vez que parecía que por fin podía dormirme, un recuerdo desagradable me invadía y me ponía a temblar. Giré y vi a Yugyeom, quién a diferencia de mi estaba roncando y profundamente dormido. Sonreí de lado y contemplé su rostro tranquilo y sereno, su pecho subía y bajaba lentamente y sus labios estaban entreabiertos y rosados. No pude resistirme y con las yemas de mis dedos toque su rostro y quite unos cabellos que tapaban su cara. Sonreí con amargues, realmente envidiaba su vida, padres ricos, amorosos y exitosos. Su familia probablemente era la más sólida y cálida que yo haya conocido.
En definitiva, el sol brilla diferente para todos nosotros.
Él tiene el sueño ligero, así que con mucho cuidado removí las cobijas y quite su mano de mi cintura con suavidad, lo tape bien, tome su sudadera y me fui a la cocina para prepárame un café. Saqué los insumos y encendí la cafetera, me recargue en la pared y espere pacientemente a que esta se calentará.
Aún no puedo creer que mi padre está muerto y antes de eso haya estado en prisión por narcotráfico. Jamás paso por mi cabeza que él era un hombre tan peligroso y maligno también para la sociedad.
¿Le habrá dolido? ¿Murió arrepentido de sus actos? ¿Sufrió? ¿Qué hubiera sido de mí su hubiera seguido viviendo bajo si techo?
Probablemente me hubiera asesinado o hecho algo peor. Me puedo esperar lo que sea del hombre que casi me mata a golpes y que alguna vez tuvo el descaro y el alma podrida de haberme apostado con un sujeto, viejo y desagradable en un juego de póker cuando tenía apenas trece años, ese sujeto al menos tuvo algo de decencia y se negó. Solté un largo suspiro, realmente fui afortunada por escaparme a tiempo de ese hombre.
La soledad de las calles era mejor estar en mala compañía conocida, no obstante, la idea de que sigo siendo yo contra el mundo me sigue pareciendo devastadora. ¿Sera momento apropiado de buscar a mi madre y mi hermana? Puede que no quieran saber nada de mi ni de la muerte de mi padre.
A pesar de que me abandonaron no las odio. Ellas en su momento hicieron mucho por mí, por ejemplo; mi madre recibió muchas puntadas para evitar que me golpearan, mi hermana fue la que asumió la responsabilidad de aceptar la mayoría de las golpizas e insultos. Ella estuvo hospitalizada dos semanas, al detener a un tipo que había intentado violarme.
