Legs

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Aragorn era conocido en la tierra media por ser un hombre noble, de carácter serio, leal, diestro guerrero e imperturbable en todo aspecto, tenía fama de ser el montaraz mas temerario y letal, el dunedain que tenía más de elfo que de hombre, Aragorn era temido pero sobre todo respetado.
Aragorn era frío y duro como la roca, astuto, calculador, estratega, inteligente, los enemigos de arda temblaban ante la simple mención de su nombre, el último descendiente de los numenor no tenía debilidad alguna.

Sin embargo Aragorn tenía sus propios secretos, sus propias cartas ocultas y unas cuantas debilidades que lo volvían tan dócil como un sabueso bien adiestrado; aquella debilidad que nadie conocía y que era sólo suya, más le valía a todos los habitantes de la tierra media que así fuera.

Legolas se encontraba en ese momento observando la distancia en busca de algo, el viento se encargaba de mover su largo cabello a su antojo mientras su semblante se mantenía imperturbable, sus manos aferraban el letal y hermoso arco de madera listo para cualquier indicio de peligro, una de sus piernas se encontraba apoyada sobre una gran roca mientras la otra descansaba en el suelo y justo en esa posición permanecía vigilando el horizonte como si de un halcón se tratase.

Aragorn sentado a sólo unos pocos metros, a la vista de cualquiera de sus acompañantes se mostraba sereno, podrían decir incluso que se encontraba perdido en sus pensamientos o que intentaba vigilar el horizonte al igual que el elfo. Sin embargo Aragorn juraba que la boca se le hacía agua al contemplar aquello e irremediablemente su mirada se enfocaba en nada más y nada menos que un par de largas, fuertes y esbeltas piernas que se encontraban enfundadas en unos ajustados pantalones y botas que no hacían más que hacerlas lucir más perfectas.
Aragorn encontraba su perdición en ese par de miembros inferiores, adoraba esas piernas tan largas, delgadas, fuertes, tan deseables a sus ojos. Claro que todo el elfo significaba una gran debilidad para Aragorn pero su perdición total, aquello que volvía de sus pensamientos una odisea eran esas insufribles piernas.

Legolas se giró y acomodó el arco en el carcaj en su espalda posiblemente descartando cualquier peligro, pasó a un lado de Gimli y también a un lado de Gandalf , con claridad podía escuchar a Sam y Frodo conversar con amenidad mientras que Merry y Pipin tonteaban con Boromir. El elfo llegó hasta donde se encontraba Aragorn y se quedó de pie a un lado suyo.

— La energía de un hobbit es admirable.

Aragorn asintió mientras se ponía de pie junto a Legolas y tomaba su pipa.

- Tienen gran fortaleza - concordó.

Legolas sonrió como pocas veces lo hacía y habló en voz un poco más baja.

— Debes recordar Estel que aunque esté dándote la espalda puedo saber que no apartas la vista de... - Legolas hizo una pausa y miró brevemente sus propias piernas - ¿debo decirlo? - volvió su vista hacia Aragorn y le desafió con la mirada.

El pelinegro correspondió su mirada y lejos de sentirse apenado se sintió enternecido, amaba todo lo que Legolas era, cada gesto, cada sonrisa, cada palabra, cada muro del elfo que lograba derribar, lo adoraba.

- debe haber otro lugar cerca - dijo mirando a su alrededor.

Legolas le miró extrañado.

- una cueva, un árbol grande, un pastizal alto - explicó y el elfo enarcó una ceja apartándose un poco de él.

- no es momento para que pienses en despojarme de mis pantalones Aragorn, el anillo único está justo aquí, el peligro acecha - le regañó.

Aragorn suspiró y Legolas tuvo un momento efímero para observarlo, el montaraz siempre lucía varonil, guapo, peligroso, sus manos grandes descansando sobre el mango de su espada y sus deliciosos labios afirmando la pipa de madera entre ellos. Legolas amaba esa vista.

El pelinegro miraba al elfo como si este fuera una presa a la cual se había aferrado y por capricho debía obtenerla, perseguirla hasta conseguirla.

Aragorn retiró la pipa de su boca mientras se acercaba un poco más al elfo, discretamente llevó su mano hacia su cintura, la acarició brevemente delineando la pronunciada curva en una silueta que era delicada y varonil al mismo tiempo. Movió la mano sin prisa hacia su espalda baja decidido a mantenerla ahí un rato.

Los demás miembros de la comunidad parecían no inmutarse de su inusual cercanía, parecían demasiado inmersos en sus propias tareas, especialmente los hobbits y Boromir, pero ellos no dudaban en que Gandalf lo sabía, después de todo no era fácil ocultarle algo, Gandalf lo sabía y al parecer no le molestaba.

Legolas permanecía con una expresión imperturbable y los brazos cruzados, cualquiera podría decir que se mantenía alerta debido a su mirada dura y fija en el horizonte pero Aragorn podía sentir como se erizaba ante el contacto a pesar de estar tocándolo sobre la ropa.
Bajó su mano hasta sus perfectos glúteos donde apretó levemente escuchando un gimoteo por parte del elfo que solo fue audible para el suspiró con un aire de superioridad y finalmente colocó su mano en la parte trasera de sus muslos.

- Nan Belain (por los valar) - susurró acariciando la extensión de arriba hacia abajo una y otra vez deleitandose en la curva de sus fuertes muslos permitiéndose apretar un poco y escuchando como poco a poco el imperturbable y mortífero elfo se volvía un desordenado manojo de suspiros y respiraciones agitadas solo audibles para el montaraz. Aragorn no conforme con aquello comenzó a trasladar su diestra hacia el interior de los muslos del sindar sintiendo como sus músculos se tensaban, subió y bajó tocándolo con descaro notando como las fuertes piernas se volvían un hilo gracias a sus caricias.

Preso del deseo intentó mover su mano hacia el frente buscando satisfacerse acariciándolo por completo pero una fuerte mano apretó su muñeca deteniéndolo, Aragorn recordó entonces porque se decía que un elfo con o sin armas siempre sería letal, su muñeca comenzó a doler al igual que el resto de su mano la cual involuntariamente fue subiendo siendo jalada lenta, dolorosa y discretamente por el elfo quien le miraba con una expresión que sin duda alguna descolocaría a cualquiera.

- muin nín iesten, dar na i gîl (cariño por favor espera a las estrellas ) (en realidad es "dear" pero no me gustaba "querido". La frase podría interpretarse como "espera al anochecer" pero quería hacerlo sonar elegante) - pidió Legolas en voz baja mientras soltaba la mano de Aragorn quien de inmediato la tomó discretamente intentando aliviar el dolor en dicha extremidad. - Naethen (lo siento) - se disculpó el elfo antes de alejarse caminando con rapidez y agilidad debido a una figura negra en el cielo que se movía con rapidez.

Aragorn bajó su mano hacia el mango de su espada preparado para cualquier indicio de peligro aunque de forma inevitable su mirada se posó de nuevo en las irresistibles piernas de su amado sindar sin duda alguna las perfectas piernas de Legolas eran la mayor debilidad del temerario montaraz.

One Shots AralasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora