One Shots Aralas

Sweven

La noche caía sobre las montañas al igual que la lluvia, esta vez no había cielo estrellado, solo nubes grisáceas que cubrían el oscuro manto. La montaña era traicionera y la lluvia dificultaba aún más el que esta fuera escalada, la caída sin duda sería mortal. Sin embargo un montaraz pelinegro se encontraba afianzandose de las rocas con tal fuerza que sus dedos sangraban.
Llevaba semanas en un extraño viaje, buscaba alejarse de todo, huir de su destino, fundirse en el montaraz y olvidarse de la sangre que corría por sus venas.
Su cuerpo exigía descanso desde hacía días pero el simplemente se negaba a seder.
Se apoyó sobre la dura roca y dió el último paso que lo condujo a una superficie nivelada cubierta de hierva, era como un oasis en medio del decierto, pero la lluvia caía y era demasiado fuerte, su cuerpo dolía y sus parpados pesaban, simplemente ya no podía más.
Estaba tan cansado de luchar contra el pasado y de huir del futuro, estaba derrotado.

Cayó de rodillas en la hierva húmeda y cerró los ojos, no tenía intenciones de volver a levantarse o abrir los ojos de nuevo, deseaba mas que nada que ese fuera el fin de toda incertidumbre en el.
Sus sueños eran oscuros, todos ellos eran sobre fuego, un anillo, destrucción, muerte, Isildur, los nueve, la destrucción de su hogar, sin falta esas cosas atormentaban sus escasas horas de descanso, esa noche no fue diferente.

Tiritaba en el suelo mientras la lluvia lo empapaba y sucedía igual en sus sueños, estaba hecho un obillo en la hierva humeda, el viento cortaba como daga y la oscuridad se cernía sobre el, a pesar del frío y demás incomodidades se sentía tan cansado que en cuestión de minutos cayó dormido. Pronto el fuego apareció frente a el, un fuego que tenía voz y rostro, le llamaba, lo atraía y se acercaba cada vez mas, Aragorn no podía huir, se aferraba a la dura roca pero esta quemaba y le hacía daño. Justo cuando aquella pesadilla iba a alcanzarlo, una luz blanca y brillante se hizo presente y una figura se interpuso entre el y el fuego ocasionando un destello que lo cegó temporalmente.

Colocó una mano en sus ojos y con la otra se apoyó en el suelo, pudo notar entonces que la roca ardiente se había convertido en una suave hierva que le acariciaba, retiró la mano de sus ojos y forzó un poco la vista para que su visión se restaurara por completo, fue ahí cuando lo vio.

- Hîr nín Elessar (mi señor Elessar) - exclamó una suave voz en la oscuridad. La luz comenzaba a hacerse presente inundando la momentánea oscuridad y haciendo que Aragorn levantara la vista estupefacto.

Ante el se encontraba la criatura mas hermosa que había visto. Se trataba de un elfo de largo cabello rubio casi blanco, piel nívea, labios rosados y ojos azules tan brillantes como el cielo estrellado. El elfo vestía una túnica azul platinada que enmarcaba su perfecta y delicada figura, una tiara de mithril adornaba su frente y mientras se acercaba a Aragorn sonreía de una forma tan divina que las palabras del montaraz huyeron de su boca.

El elfo se acercó al montaraz quien no podía retroceder, estaba quieto sentado en donde estaba con el rostro inundado en sorpresa por lo que el peliblanco debió agacharse para estar a su altura, el pelinegro le miraba atento.

- ¿Quién eres ? - preguntó Aragorn poniendo alerta sus sentidos nuevamente.

El elfo peliblanco tomó una de las manos del montaraz y la acunó entre las suyas brindándole una calidez que recorrió todo su cuerpo llenándolo de una vaga esperanza.

- Im Legolas (mi nombre es Legolas) - se presentó inclinando brevemente su cabeza. -lasto nin, le maethor veleg a gornui, iesten avaro naeth (escúcheme, es un guerrero valiente y poderoso, por favor no se preocupe)- exclamó el elfo.

Aragorn apretó las manos de Legolas y dejó caer su cabeza fijando su vista en la hierva.

- me siento perdido, mi corazón y espíritu están exhaustos, temo por la debilidad de la sangre que corre por mis venas - El pelinegro suspiró mientras se permitía mostrar debilidad, después de todo aquello debía ser un hermoso sueño.