28 (Final 3/3)

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Viktor Volkov siempre se caracterizó por ser un hombre impasible, nunca se reportó tener algún tipo de acercamiento fuera de lo laboral con alguien. Su vida era complicada, amarrado a un compromiso que no podía romper, odiando a la mujer con la que debía pasar el resto de su eternidad. Cuando tomo la decisión de salir esa noche, jamás pensó que se vería rescatando a un humano de vestimenta peculiar y una colorida cresta roja. Aquel hombre era su opuesto en tantas formas, pero aún así no pudo sacarlo de su mente desde que tuvo entre sus brazos, al borde de la muerte; sin embargo, lo había arruinado de forma maestra. Si algo le sucedía, no se perdonaría jamás de haberle dejado una idea errónea ...

No, no pensaría en eso ahora. La comisaria era un caos, el día había llegado y muchos no entendían lo que sucedía, pero había que ser tonto para no entender la seriedad del asunto si Michelle Evans estaba presente. La pelirroja se encuentra ahora mismo al teléfono coordinando con uno de sus agentes y se notaba la tensión en ella, pues aunque hablaba con calma, el solo oírla te hacía temblar. 

Gustabo observaba todo impasible, muchos de los oficiales le observaban con curiosidad, más aún cuando notaron la camaradería entre él y Greco al help with the chaleco antibalas y entregándole incluso un arma. Nadie estaba en posición de preguntar, más aún cuando el rubio te pillaba observándole y lograba intimidarte con la misma facilidad que el superintendente o hasta la misma Michelle. 

El momento había llegado, necesitaba recuperar a su hermano y no dudaría en dar su vida a cambio, no importaba lo que pensara Horacio después, ahora sabía que no estaría solo, Conway le ayudaría y todo estaría bien. No dejaría que muriera, no podría seguir adelante adelante sin él; por mucho que significara Jack para él, porque realmente le gustaba aquel viejo cascarrabias, no podría vivir en un mundo donde Horacio no estaba más. 

- ¿Estás listo? -Cuestionó la pelirroja, acercándose hasta el menor y causando mucha más sorpresa en sus subordinados.

- Siempre, por Horacio siempre. -Se limitó a respond, dejando escapar un hondo suspiro.- Pero necesito que me prometa algo. 

- No vayas por ahí, Gustabo. -Cortó, sabiendo a lo que se refería. Entre tanta gente era fácil pella agobiarse por los pensamientos ajenos, todo era un caos, pero la mente del rubio resaltaba entre todos por su determinación. Sabía lo que planeaba hacer. - Saldremos todos de ahí, ellos caerán. 

- Y muchos de nosotros también, pero Horacio no será uno de ellos si está en mi poder. No dejaré que muera, si hay posibilidad de un cambio, lo tomaré. 

- No estás en posición ...

- ¿Por qué? -Interrumpió el menor, devolviéndole la mirada con la misma intensidad.- No me lo tome a mal, pero yo no soy policía, trabajaba para Conway para evitar justamente esto, que él saliera lastimado y mire como terminó. No le estoy pidiendo un favor, solo que si llega el momento no se interponga y evite que otros lo hagan. 

- Está bien. -Espetó cansada, después de algunos segundos, pues su celular vibró nuevamente.- Pero no voy a permitir que te rindas sin pelear, Gustabo. 

El menor la observó alejarse un momento antes de regresar a la oficina del superintendente, estaba ya cansado de las miradas insultantemente curiosas y lo que menos deseaba era meterse en un pelea, que deseaba, pero no correspondía dada la situación. Al estar cerca de la puerta dudo si ingresar o no, en esos momentos debía concentrarse en el rescate, pero mentiría al decir que no necesitaba a su viejo en esos momentos. 

Lo que sucedía entre ellos no tenía nombre, ambos disfrutaban del momento y compañía, eso era lo único que necesitaban; sin embargo, aunque le costara admitirlo, empezaba a sentir cosas más fuerte por aquel vampiro de cabello oscuro. Al ingresar fue recibido por la intensa mirada de quien le roba el pensar desde el primer día en la ciudad y, como todas las veces, no se dejo intimidar ni un poco, sosteniéndole la mirada. Cerró la puerta tras de sí, caminando hasta estar finalmente frente a él, pues este había girado un tanto su silla para poder encararlo. 

¿Presa o Cazador?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora