27 (Final 2/3)

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Dolor, olas y olas de olor que nunca se detenía. Su cuerpo era preso de calambres que lo hacían retorcerse en demasía, opacando incluso los golpes recibidos desde que llegó a la sede en busca de su hermano. Abandonó su hogar con el corazón en la mano y nada más llegar, se encontró con Emilio esperándole en la entrada; debió notar las señales, la forma en que el mexicano lo veía o como no le abrazo de vuelta en cuanto bajó del auto y se lanzó contra él. 

- ¿Qué sucedió? -Cuestionó agitado, buscando la mirada del mayor. 

- Sígueme, el jefe te informará. 

Ingresó tras el vampiro hasta llegar al círculo donde el resto de mecánicos lo esperaba y solo sus alarmas se activaron. La mirada de todos era dura, podría incluso asegurar que cargada de decepción, excepto una. Manolo observaba al humano con tristeza, no estaba muy conforme con las decisiones tomadas por su jefe, pero a ellos les debían la vida, los humanos se lo buscaron al no elegir correctamente el bando. 

Una trampa, había sido tan tonto que había caído en una trampa. Sintió a Emilio tras él, rodeándole como un depredador y la mirada que le dedicó hizo doler más su roto corazón; sin embargo, ejecuta a todos los presentes sin miedo alguno. En parte lo prefería así, se sintió agradecido de ser él quien estaba en esa posición y no su hermano, solo esperaba que Conway pudiera protegerlo. 

- Holacio. -Irrumpió el silencio Yun, dando un paso al frente.- ¿Pol qué? 

El aludido le sostuvo la mirada, luchando por el sin fin de emociones que se desataban en su pecho, definitivamente ese no era un buen día para morir. No saldría de ahí con vida, eso lo tenía claro, no después de una traición de tal magnitud; es así como decidió sincerarse con aquellas personas e irse con la mente tranquila. 

- El día que llegamos a la ciudad fuimos atacados por una banda. -Inició el de cabello rosa, dejando escapar un suspiro pesado.- Querían asaltarnos, éramos recién llegados y no teníamos trabajo, no tienen ni idea de lo que nos costó llegar aquí, el esfuerzo que hicimos para poder iniciar de nuevo. Nos defendimos, peleamos con ellos aunque eran demasiados y terminamos tomando caminos separados, Gustabo no quería pero terminé convenciéndole como siempre. -Rió suavemente al pensar en su hermano mayor.- Logré perderlos, bueno, eso fue lo que creí hasta que apareció uno de los suyos y quiso matarme. Si mal no recuerdo su nombre era Facundo. 

- Mientes. -Gruñó Armando, preso de la ira.- Él no bebe sangre humana, no mientas. 

- No debería porque mentir en esta, jefe -Respondió el menor, llevar su mano a la altura de su cuello y retiró el maquillaje con el que cubría la mordida. Cuando no escuchó replica, decidió continuar.- Me mordió y estuvo a nada de matarme hasta que alguien llegó y me rescató. 

- ¿Quién? -Exigió Emilio, no ocultando lo herido y furioso que se sintió.

- No lo sé, no recuerdo. -Mintió, no dejaría que la ira de aquellos hombres se desviara al ruso, si él podía salvar a Volkov ya su hermano, su muerte no sería en vano.- Cuando desperté estaba en comisaría, el superintendente me había rescatado y me reunió con Gustabo ; él había pasado toda la noche buscándome y al necesitar ayuda, recurrió a la policía. Tío, era nuestro primer día, estábamos perdidísimos. En fin, intentaron que olvidara aquella noche, pero recordaba todo, el como casi me mató y el dolor posterior a la mordida. Cuando Gustabo conoció a Emilio ya estaba en proceso de conversión, por eso falté al día siguiente y tuvimos que recurrir nuevamente a Conway, al final nos confesó que mis sospechas eran ciertas y confirmó su existencia. 

Los recuerdos venía en avalancha, la primera vez que vio a Volkov y como su corazón se aceleró solo con una mirada, los días que pasó con el superintendente y su hermano, las conversaciones con Greco, todo. 

¿Presa o Cazador?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora