The last memories (2)

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Con una infancia así de trágica uno creería que la vida no podría ser así de cruel y las cosas para nuestros dos protagonistas cambiaría, ¿no es así? Pues no, las cosas no hacían más que empeorar. 

Para Horacio, el poder superar aquel trágico suceso a su corta edad, fue todo un reto y más sin ayuda profesional, solo contando con aquel amigo rubio dos años mayor que él que lo cuidaba como si realmente fueran hermanos de sangre. Gustabo fue quien estuvo ahí a cada paso, cada noche de pesadillas, cada crisis de ansiedad y pánico al quedarse solo o tener algún tipo de contacto con cualquier persona que no sea el rubio; además de ello, no le importó las veces que se vio en la necesidad de robar algo para que este pudiera comer o si tenía que comprar medicina, no importando en absoluto los golpes que muchas veces recibía. Eso quedaba totalmente en segundo plato cuando al llegar a su refugio, era recibido por la más sincera y brillante sonrisa que había visto y, aún en su desgracia, se sentía afortunado. 

Los años pasaron y ambos niños se vieron en la obligación de madurar con rapidez, especialmente para el mayor de ambos. La actitud tierna de Horacio se mantenía, era un osito tierno al que difícilmente se le podía negar algo cuando te miraba con aquellos ojazos verdes; sin embargo, dada las dificultades pasadas a lo largo de esos años, pues ahora teníamos a un adolescente de 17 años, le había sido imposible superar aquel trauma sin la ayuda necesaria. Se había entregado a la mala vida, poco a poco estaba tomando distancia de Gustabo y optaba por entregarse a las drogas y alcohol, pues eran los únicos capaces de disipar el dolor que lo ahogaba noche tras noche. Si bien amor no le faltó pues tuvo en todo momento al rubio, no tardó en iniciar de forma pronta su vida sexual y así descubrir con bastante sorpresa y gusto sus preferencias. 

Desgraciadamente, nunca entendió porque lo hacía si le resultaba tan desagradable. Sentir las manos de algún desconocido, pues muchos de sus ligues eran durante las fiestas donde solía ponerse tan ebrio que casi nunca recordaba con quién o quienes había follado durante la misma, le desagradaba totalmente. Él se dejaba hacer, simplemente dejaba que esas personas lo usaran a su conveniencia para saciar sus deseos y, si estaba con algo de suerte, era recíproco; sin embargo, una vez culminado el acto, el menor se venía abajo y no tardaba en refugiarse en los brazos de su hermano. 

Por otro lado, tenemos a nuestro querido Gustabo. El rubio de 19 años tuvo que tomar el rol de padre nada más habiendo conocido a Horacio y no se dio cuenta de lo que hacía hasta tener una edad más racional. Si analizaba el sin fin de situaciones por las que pasaron y como había sido pilar fundamental para la "recuperación" de Horacio, en definitiva era como su padre. Desgraciadamente, al no contar con el dinero necesario y vivirse escondiendo de orfanatos y asistentes sociales, ninguno de ellos contaba con estudios. Ante su necesidad de sobrevivir, tuvo que verse involucrado con personas de reputación cuestionable y pronto se vio vendiendo la droga con la que su hermano se mataba día a día; sin embargo, de algo tenían que vivir y no podía darse el lujo de perder algo que les daba buena pasta. 

El mayor de los dos hermanos siempre resaltó por aquel intelecto ágil y ni que decir de su labia, capaz de engatusar y convencer hasta a sus jefes en busca de mayores beneficios; aunque quizá no era tanto sus palabras, sino lo hábil que podía llegar a ser con su boca y no solo al hacer tratos. Es así como pronto se vio escalando de puesto y codeándose con algunos rangos mayores con la corta edad que tenía; sin embargo, aquel estrés al que se veía presionado día con día le empezaba a cobrar. 

- ¡Estoy hasta la polla, Horacio! -Gritaba el rubio, dando vueltas enfurecido por el pequeño cuarto que ambos compartían. Pues sí, después de casi 10 años viviendo en la calle, el mayor de los hermanos pudo conseguir que finalmente vivieran en un lugar medianamente pasable.- ¡Ese dinero no podías tocarlo, coño! Sabías bien a que estaba destinado, te lo repetí durante días. 

¿Presa o Cazador?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora