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Temprano por la mañana, Saori mandó a nuestros hermanos castaños favoritos a Japón para que fueran los asistentes temporales del orfanato "Niños de las Estrellas" ya que Miho enfermó:
–¿Por qué será que siempre nos mandan a nosotros solamente?– preguntó curioso el castaño claro bajando del avión.
–No lo sé, será porque nosotros somos lo que ponemos el ejemplo–
–En eso tienes razón– dijo con modo pensativo.
Cada uno fue por su equipaje y al salir del aeropuerto los esperaba la limusina donde su diosa salió para recibirlos:
–Aquí es– dijo Aioria.
–Hola chicos, bienvenidos a Japón– saludó la diosa.
–Gracias Athena–
–Aquí sólo llámenme Saori–
–Muy bien... Saori– dijo el castaño oscuro.
–Vamos a la limusina–
–De acuerdo– dijeron al unísono adentrándose al vehículo.
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20 minutos duro de trayecto a la mansión, bajaron del vehículo con las maletas para adentrarse en la mansión Kido:
–La habitación está lista para que se pongan cómodos– dijo la diosa yéndose a su despacho.
–Vaya, ya viste Aioros, nunca había estado en una mansión como esta– dijo Aioria maravillado.
–Sí y pensar que mi armadura había estado resguardada hace 13 años, ohh y aquí está el señor que le concedí a la diosa para que la cuidara– dijo señalando el retrato del antiguo dueño de la casa.
–Vamos a la habitación– dijo Aioria subiendo a las escaleras con sus maletas donde su hermano lo siguió.
Llegaron a la habitación, pero algo le extraño al león:
–Este... aquí hay una cama y es para uno–
–Umm, de eso no hay problema– dijo con tono picarón tomándolo de la cintura y acostándolo sobre la cama.
–... ¿Qué haces?– preguntó con miedo mientras veía a su hermano posicionándose encima de él.
–Pues aquí está la solución, aquí cabemos perfectamente– dijo acercándose lentamente.
–¿Me vas a violar?– preguntó inocente y sonrojado.
–No tienes idea– dijo comenzando a besar su cuello donde solo el león no opuso resistencia donde solamente jadeo.
En eso se abrió la puerta y era el peliazul:
–¡OIGAN! ¡SI VAN A HACER SUS COSAS! ¡BUSQUEN UN HOTEL! ¡AQUÍ HAY MENORES DE EDAD!– gritó cerrando la puerta de un portazo.
–¡Pero como se atreve a hablarnos así, más a mí que soy su maestro!– exclamó dispuesto a levantarse, pero su hermano no lo dejó.
–Tranquilo Aioria, no es para tanto...–
En eso tocaron la puerta y el mayor fue a abrir, se trataba del menor:
–Hola, Saori dice que ya esta listo el desayuno para que bajen y lamentó lo de mi hermano– dijo apenado.
–No te preocupes Shun, tu hermano tenía algo de razón– dijo el mayor.
–Pero fue muy grosero con nosotros que somos mayores que él y los invitados de Athe... digo Saori– dijo el león cruzado de brazos.