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Aioria salía del baño recién duchado y perfumado, en su cama esperaba un elegante e impecable traje color plomo, camisa blanca y corbata color azul rey donde primero se vistió y se peinó para que ningún pelo rebelde interfiera con su imagen.
En eso tocaban a la puerta:
–Aioria, tu hermano dice que si estás listo– dijo Camus abriendo la puerta.
–Dile que ya lo estoy– decía abrochándose el saco.
–Está bien, le diré a tu hermano– dijo cerrando la puerta.
5 minutos después, salió de su habitación y vio sorprendido a un hombre de avanzada edad, tenía el pelo encanecido cubierto con su sombrero de fieltro color beige, notables arrugas en su rostro adornado con una espesa y encanecida barba de candado, sus ojos eran cubiertos con unos anteojos de vidrio oscuro. Vestía un suéter de color rojo con cuello de tortuga, una larga gabardina color beige, pantalones de vestir del mismo color y zapatos cafés de vestir:
–Hermano, ¿eres tú?– dijo expectante.
–Tu qué crees– dijo quitándose el sombrero y las gafas revelando así sus ojos color aguamarina:–Afrodita y Camus hicieron un buen trabajo–
–Sí, pareces mayor, pero, ¿exactamente porque luces así?–
–Lo sabrás en la reunión en Japón, Aioria–
–Llego el jet privado de Athena, será mejor que vayan– dijo el patriarca Shion.
–Ya vamos– dieron ambos.
Los dos hermanos se adentraron en el jet y tomaron asiento. El jet despego mientras que Aioria hablo con el mayor:
–Esto me tiene muy intrigado hermano, ¿De qué se trata la reunión?– pregunto nervioso.
–Bueno, no te alteres, esta reunión no es de negocios sino de un testamento–
–¿Testamento? ¿Qué tiene que ver con nosotros?–
–Ya lo sabrás– dijo de forma intrigante.
Una hora después, el jet llegó a la pista de aterrizaje donde ahí esperaba la limusina de la diosa, se subieron en ella para dirigirse a la mansión Kido. Durante el trayecto, el león temblaba de miedo hasta sudaba, pero una mano acariciando su pierna lo tranquilizo un poco:
–Tranquilo, no harás nada, sólo escucha, que acabo tienes el apoyo de este Sugar Daddy– decía bajando un poco sus anteojos para guiñarle un ojo, a lo que su hermano sólo le sonrió.
Cuando la limo llego, ambos hermanos se bajaron y entraron a la mansión donde fueron recibidos por el mayordomo Tatsumi, pasando a la amplia sala de estar donde se encontraba la señorita Saori Kido acompañada de un hombre al parecer su abogado y sentados en los sillones estaban Seiya, Shiryu, Hyoga, Ikki y Shun, contando con el resto de los 5 de bronce, la diosa se dirigió a los recién llegados:
–Aioria, Aioros, que bueno que llegaron, tomen asiento–
–Muchas gracias... Saori– dijo Aioria nervioso sin el error de llamarla por su verdadero nombre.
Ambos tomaron asiento, los bronces conocidos les saludaron:
–Hola Aioria– saludo Shun.
–Hola–
–Te ves bien, casi no te reconozco– dijo Shiryu.
–Gracias Shiryu–
–¿Y quién es este viejo Aioria?– pregunto el ave fenix.
