Los hermanos de cabellos castaños claro y oscuro se encontraban en Asgard, ya que Hilda había solicitado a dos santos de oro para una emergencia por lo los escogidos fueron Aioros y Aioria donde ambos aceptaron ya que no solo conocían a la sacerdotisa de Odín, sino que también conocen a la reencarnación de este, Lyfia.
Ambos hermanos se encontraban relajados adentro de una tina de agua caliente (diría jacuzzi) donde se hacían mimos y uno que otro beso:
–Ahhh, me siento muy a gusto– dijo Aioria apoyando su espalda en el torso de su hermano.
–Lo necesitábamos– dijo abrazándolo con sus fuertes brazos.
–Sí, me gustaría quedarme aquí sin salirme–
–Aioria, recuerda que estamos en una misión y no debemos entretenernos mucho–
–¿Qué clase de misión?–
–Evitar que la esposa de Loki, Angrboda resurja para vengarse, por eso Lyfia tiene que sellarla con la ayuda de nuestros cosmos que se comparan con los rayos solares–
–Ya veo, entonces, hay que alistarnos– dijo dispuesto a levantarse.
–Espera, quiero jugar un rato– dijo con tono picaron.
–No dijiste que no debemos entretenernos– dijo sonrojándose.
–Solo tomará unos segundos... de placer– susurró esto último.
El mayor comenzó a deslizar su mano y tomó el miembro de su hermano donde lo masturbó lentamente. El menor comenzó a gemir y a que sus mejillas se tornaran de un color carmesí:
–Ai... Aio... no... no sigas... ahhh– gimió cuando el castaño oscuro apretó el pezón izquierdo con sus dedos.
–Eres muy sensible– dijo dándole besitos en el cuello.
Aioria solo se limitó a dejarse llevar cerrando los ojos, se le escapan gemidos de la boca y abría más las piernas haciendo que sus rodillas se vieran en la superficie debido a la excitación en su parte baja, después con su brazo tomo la cabeza de Aioros para besarlo apasionadamente.
Luego el mayor colocó a Aioria en cuatro, en cuánto iba entrar en él fueron abruptamente interrumpidos:
–Aioria, Aioros, la cena esta lista, ¿ya están listos?– dijo una voz femenina al otro lado del cuarto.
–Ehh... si... ya vamos Lyfia– dijo Aioria tratando de no sonar nervioso.
–Los estaremos esperando en el comedor principal–
En cuanto escucharon que la asgardiana se retiró, los hermanos comenzaron a cambiarse a la velocidad de la luz.
Mientras tanto, en el comedor del palacio del Valhalla, aguardaban Hilda, Flare, Lyfia y Frodi:
–Lyfia, ya se apuraron porque muero de hambre– dijo el peliazul viendo de reojo un cerdo tatemado.
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Las chicas solo se limitaron a reír de sus ocurrencias:
–Tranquilo, no deben tardar– dijo Hilda.
Los hermanos bajaron por las escaleras con paso apresurado:
–Ya era hora...– Frodi no pudo decir mucho porque quedo en shock.
Las mujeres también habían quedado en shock cuando vieron a ambos castaños con las ropas del otro:
–Ehh, perdonen por tardar es que... – dijo Aioria apenado.
–¿Acaso ya se vieron en un espejo?– pregunto el asgardiano.
–¿Qué?– dijeron al unísono.
En cuanto voltearon a verse en el espejo que estaba como pared, Aioria aprecio que vestía la ropa de su hermano con el trajecito azul que llevaba abajo, las protecciones de color café y botas a las rodillas a juego y Aioros llevaba el trajecito blanco con las protecciones de color café claro, las hombreras verdes y los zapatos de correas que se amarraban antes de las rodillas y su inolvidable listón rojo en su cabeza:
–¡Aaaahhhh!– pegaron un gritito al verse en esas condiciones.
–Parece que se pusieron de acuerdo– dijo Flare.
Y todos se rieron:
–Nos iremos a vestir– dijeron al unísono los castaños avergonzados.
–No, pueden cenar, no hay problema– dijo la peliplateada.
–Además se ven bien– dijo la peliazul.
–De acuerdo– dijeron al unísono.
–Parecen gemelos– dijo Frodi algo enojado.
–Bueno, vamos a comer mientras discutimos el plan– dijo la sacerdotisa.
Todos comenzaron a comer y un rato después Aioros le susurró a su hermano:
–Te queda muy bien mi ropa–
–Yo también opino lo mismo que tú, no sabía que el lazo rojo combinara tan bien con mi ropa–
–Después de la cena, vamos a terminar con lo que empezamos 7u7–
