Hell in January

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Infierno en Enero

"El individuo es inteligente, pero la masa es estúpida, animales peligrosos en pánico, y lo sabes" — Hombres de Negro, 1997

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"El individuo es inteligente, pero la masa es estúpida, animales peligrosos en pánico, y lo sabes" — Hombres de Negro, 1997.

"El día en que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia" — Decálogo del Abogado, Couture.

***

—Había una vez un machito que se creyó inmortal. No se dio cuenta de que, si tocas a una, nos tocas a todas. ¡Pero hoy, caerá junto con su maldito abogado del diablo!

La chica con megáfono tenía un puño elevado en el aire y su grito de guerra era repetido por más de un millón de personas a su alrededor. A pesar de ser viernes por la mañana, la marcha había frenado el tráfico, las calles estaban llenas de protestantes con letreros del movimiento feminista que decían frases como: "Yo sí te creo, Alessandra" o "Sé la voz de quienes ya no pueden hablar, Alessandra".

Las cosas se habían salido de control desde mediados de diciembre, cuando las audiencias del juicio del caso Coppola vs Rizzo comenzaron. La fiscalía había presentado tantos testigos irrelevantes y pruebas espurias, que la prensa se había vuelto loca. Eso, aunado a que la víctima fuese Alessandra Rizzo, una de las personas más famosas del mundo de la farándula, había hecho que el tema se volviera tan público, que la jueza había tenido que estar bajo vigilancia las veinticuatro horas del día para garantizar su imparcialidad en el asunto.

(NRL: Prueba espuria es una prueba que fue recolectada mal o de manera ilegal y por eso no es válido utilizarla en juicio).

Pero para Nico, las cosas cada vez iban de mal en peor. Su credibilidad pendía de una cuerda muy delgada para estas alturas. Todo el mundo en Italia lo estaba llamando "El Abogado del Diablo" y no era exactamente un elogio. El edificio de Donato, donde trabajaba, estaba todo el día repleto de chicas que lanzaban desde huevos y papel higiénico a la puerta de entrada, como de grafitis mal pintados que le deseaban la muerte. Nico sabía que su casa no estaba del mismo modo, simplemente porque aún no averiguaban en donde vivía.

Un par de días atrás, Nico venía llegando a su oficina, después de una audiencia especialmente agotadora, cuando fue atacado por dos protestantes. No habría podido haberlos identificado ni aunque quisiera. Lo único que supo fue que, en un momento se estaba bajando de su auto, y al siguiente, le habían echado a la cara brillantina color rosa.

Y sí. Había sido el hazmerreír de todo el mundo. Una foto suya, completamente cubierto de brillantina había aparecido en todos los periódicos, pero a él no le había hecho ni puta gracia. Había dolido. El producto, hecho de pequeños trocitos de aluminio, le cayó en los ojos y se coló por su nariz. Por un momento no había sido capaz de respirar, y según lo que dijo el doctor, había tenido suerte de ello, porque si lo hubiera inhalado pudo hacer colapsar sus bronquios y matarlo. O, si le hubiese caído en los ojos, pudo haberlo cegado por varios días, o permanentemente, dependiendo de la fuerza del impacto.

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