CAPÍTULO 4

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Placer desenfrenado, fue lo que viví anoche, es la primera vez que me sentía con tantos deseo por volver a estar con la misma mujer, el solo pensar en tenerla bajo mis sábanas nuevamente, se me hacía agua a la boca, quería disfrutar del sabor de su cuerpo, escucharla decir mi nombre mientras disfruta locamente de mis caricias.
—Esa mujer es ¡increíble... e insaciable. —musito mientras sonreía como un idiota al recordar lo que había pasado entre mi rival y yo.

No podía sacar de mi mente todo lo que pasamos en esa habitación, la noche tan fogosamente infernal, que si  evitarlo, en mi mente revivía una y otra vez, volver imaginar su cuerpo mientras estaba sobre mí completamente desnuda montándome como una domadora, fue tan letal que mi hizo rendirme ante ella.
Deseaba volver a repetirlo es más que obvio, quería que se volviera a repetir, pero esta vez quería más de lo pudo darme, deseaba acariciar su cuerpo como esa noche, saborearlo, disfrutarlo mucho más que antes

Nunca antes una mujer había tomado las riendas de esa forma tan ferozmente en la cama, siempre que tenía sexo con una mujer, pero siempre era yo quien tenía el control y eso me había aburrido, supongo, pero, esta mujer es distinta a las demás, ella sabía como dejar a un hombre embrujado por sensuales curvas, y los comprendo ahora, yo no podía dejar de pensar en ella, no podía sacarla de mi mente, su recuerdo de sus gemidos, su voz pidiendo más eran una hermosa melodía que quería volver a oír.

—Tanto años discutiendo cada vez que no encontrábamos. —hablo con mí mismo sin creerlo. —Quien diría que terminaríamos en una aventura. —apoye mi cabeza sobre el respaldar de mi silla. —Que ironías de la vida.

—¡Señor,..... ¡Señor Gabriel!..

La voz de mi secretaria me hizo despertar de la burbuja de los recuerdos eróticos de mi mente, ella me observaba al ver mi mirada perdida en un punto fijo que no era ella, paso mis manos por mi rostro para que Mía dejara de invadir mi mente.

—Aquí tengo la información que me pidió señor Gabriel, también debo recordarle que tiene una cita con el presidente de Corporación Hoffman de Londres.

Al observar a mi secretaría, me quedé confundido, no parecía molesta conmigo en cambio, parecía feliz, demasiado diría yo  y eso me extrañó, creí que estaría molesta conmigo después de haber cancelado nuestra cita, pensé en verla molesta conmigo pero era todo lo contrario.

—Lleva estos documentos al los archiveros cerrados y guárdalos en la sección "D".  Después enviaré un archivo a tu computadora para que lo termines por mi.

—Si señor Gabriel.

Ella tomó los documentos, al acercarse empezó a tararear una canción que había escuchado antes, no recuerdo dónde pero la he escuchado en algún lugar, el caso es que el verla tan feliz, me ha dejado aún más confundido.

—¿Porque estará feliz?. —Me pregunté a mi mismo.

Ignorando el motivo, seguí con mi trabajo pero no tenía mucho tiempo cuando había retomado mi trabajo cuando la puerta fue abierta nuevamente, creí que mi secretaría pero al ver a mi hermano lleno de felicidad comencé a atar cabos entre el y mi secretaría.

—¡Hey!, —cierra la puerta después de entrar. —¿Como te fue con la hermosa Mía?.

Continúe con mi trabajo, tenía demasiado papeles acumulados que debía revisar, firmar y corregir personalmente, intento concentrarme en el documento de firmas que debía de enviar a Londres pero la insistencia de Álex me impedía seguir con mi trabajo así que no tuve más opción que responderle.

—Bien. —respondí tajante. —¿Por qué la pregunta?.

—¡oye!, ¿acaso te hice algo para que me respondas de esa forma?.

Dejó de observar la pantalla del monitor para ver a mi hermano, suspiro frustrado al ver que fui soberbio al hablarle de esa forma, tenía razón no me había hecho nada para que le hablara de esa forma a Alex.

—Perdón Álex. —froto mis ojos al sentirlos pesado —Solo no me siento bien, con todo lo que pasó no tengo cabeza para nada, incluso mi secretaría, Maricela me dejo confundido. esta extraña. ¿tu sabes algo?.

—Eso es simple de responder. —al ver su sonrisa comprendí enseguida que tenía mucho que ver en qué ella estuviera tan feliz. —Como tú cancelaste tu cita con Mari, yo decidí llevarla en tu lugar.

—¿Mari?. —repetí burlesco.

—Así la llaman las personas de su confianza. —respondió mientras tomaba asiento frente a mí.

—Ahora tú eres de su confianza. —no pude evitar reírme. —Mira nada más, así que era eso. —dije anonadado. —Vaya que no perdiste el tiempo Alex.

—¿De que?. —preguntó confundido.

—¿Fue por eso que preguntaste por ella verdad la vez pasada?.

—Me conoces bien. —se ríe inclinando su cabeza hacia atrás. —Pero sabes, nunca me gustó tener citas sin recibir nada a cambio.
—¿Cómo?, ¿Entonces no la..
—No. —Farfulló —Ella es distinta a las mujeres con las cuales he salido Gabriel, demasiado distinta.

—¿Qué tiene de distinta?. —pregunté curioso.

—En primera, es linda, en segunda, su torpeza, su sencillez y su inocencia me dejaron,.. confundido y desconcertado al mismo tiempo.
Comencé a burlarme de sus palabras. —¿Qué estupideces dices?.
—No te rías, en verdad hablo enserio Gabriel, te juro por lo más sagrado que yo a su lado, parezco el diablo.

—¿Y desde cuándo le ves tantas virtudes a una mujer?. —pregunté tratando de contener mi risa.

—Gabriel. no todas las mujeres son iguales, antes tenía los mismos pensamientos que tú, pero Mari es distinta.

—¿así y porque habría de creerlo?.

—Ella es virgen hermano, ¡Dios!, Te juro que anoche que intenté tocarla o besarla me rechazo como  si yo fuera un monstruo. La hubieras visto.

—¿Que tan seguro estas De que es virgen?.

—Por absurdo que llegue a sonar pero, puedes creer que pensó que, con sólo besarla, le dejaría embarazada.

No podía contener mi risa y ambos estallamos en carcajadas, pero de dónde salió está chica, como es posible que crea que son un simple beso la dejaría embarazada, de solo imaginarla decir eso, me moría de risa.

—Ahora veo que si, es virgen. —intento controlar mi risa mientras limpio las lagrimas de mis ojos.

—Te imaginas de qué pueblito vendrá esta chica.
—No, no hermano, pero después que le aclaré todo, ella se moría de la vergüenza y se disculpó por su ignorancia, pero, de igual forma déjame decirte que sus labios son tan tiernos y dulces..
—Oye, oye, no me describas los detalles.
—¿Quién dijo que lo haría?..

Sin darme cuenta el tiempo se me había pasado demasiado rápido al conversar con mi hermano, conversaciones como estas, me hacían despejar mi mente de mis problemas personales y los que tenía en la compañía de mi familia, pero ni siquiera está conversación, me hizo olvidar los besos ardientes de mía.

MIA

—¡Enserio amiga!. —dijo Cesia gritando de la emoción. —¡Que emoción!..

—Shh...  Cállate Cesia. —musite riéndome. —Baja la voz, recuerda que estamos en casa de mis padres. —pero aunque sé lo dijera gritaba como una loca así que le tapé su boca. —¿Acaso quieres que mis padres te escuchen?.

—¡Es que es increíble lo que me cuentas amiga!.

—No es para tanto Cesia. —me encogí de hombros. —Solo fue sexo, eso es todo.

—¡¿Como que eso es todo?!. —se cruza de brazos. —Mia, Ustedes no se podían ni ver a kilómetros porque siempre terminaban en una guerrera de nunca acabarse,  ¿Acaso ya Olvidaste el problema que causaron cuando tu tenias veintidós?.
—Por supuesto que no. —murmuro dejándome caer sobre la cama.

Como iba a olvidar esa noche que nos causó demasiados problemas, esa vez, ambos fuimos a una fiesta y al igual que antes, comenzamos a discutir pero nos habíamos excedido y al final del cuento, terminamos durmiendo en la cárcel y por si no fuera poco nos dejaron en la misma celda asquerosa.

—Pero recuerda que él, fue quien empezó todo esa vez, no yo.

—Como sea. —se lanza sobre la cama haciendo aún lado el tema de la pelea. —Anda, ¿Dime como hiciste que se acostara contigo?.

—Bueno, tenía un As bajo mi manga. —mire mis largas uñas con una sonrisa llena de malicia.

—¡Ay!, Por favor, dímelo, si..

Cesia deseaba saber cual era mi secreto, pero por más que insistió nunca le diría nada ya que si quería manejar a ese hombre a mi antojo, debía mantener mi promesa con el en pie, además de que me parecía muy buena la recompensa que obtenía por mantenerme callada.

Al pasar la tarde Cesia se marchó, un poco molesta conmigo porque no le dije nada sobre el secreto de Gabriel. Yo aun me encontraba en mi antigua habitación y de la nada se me ocurrió una descabellada idea, estaba cien por ciento segura que él se negaría, pero no tendría más opción que aceptar a todo lo que yo le diga, si es que desea que guarde su secreto, además me estaba encargando de su problemita personalmente.

—Mía..
Volteo mí vista hacía la entrada. —Dime mamá..
—Tu padre quiere hablar contigo.

—¿Sobre que?.

—No lo sé hija.

Parecía que mi madre no sabía nada al igual que yo, la seguí en silencio hasta llegar a la habitación donde se encontraba mi papá, mi madre entra primero y el la recibe con una sonrisa cálida, al verme sonrío con ternura, no se porqué pero algo bueno no sería su conversación conmigo.

—¿Sobre que deseas hablar conmigo?. —me acerqué y en saludo besé su frente.

—Mi niña, no sabes la noticia que tengo. —habló muy efusivo.

Por su expresión y la de mi madre hacían que mis nervios se alteraran, quería negarme a que no fuera lo que estaba pensando, pero claramente su alegría me indica que era lo que no quería escuchar.

—¿Qué es papá?. —pregunté nerviosa.

—Edmon y miranda regresarán de Canadá el fin de semana.

—¡¿Que?!. —grité sobresaltada.

—Mía... ¿acaso no te alegra que tu hermanos vuelvan después de mucho tiempo sin verlos?

—No. —respondí fría.

—¡Mía!. —reprendió mi madre. —¡Debes estar feliz por su regreso!.

—No mamá, ni creas que lo voy a aceptar, mentiría si digo que estoy feliz porque regresen pero no, ambos saben como es miranda, me alegro que Edmon vuelva; pero miranda no, y ni crean que estaré aquí mientras estén de "vacaciones" .

—Pero mía..

—Pero nada papá. —espeté molesta —Desde ahora les digo, que no volveré aquí hasta que Miranda y Edmon se hayan marchado.

—Mía. —llamó papá haciendo que lo viera. —Ellos ya no se irán, se quedarán a vivir permanentemente.

Escuchar que ya no se irían me enfadó  más de lo que ya estaba, cabreada me levanté de mi lugar dispuesta a marcharme de la casa, no quería estar presente cuando regresarán, pensé que me daría una buena noticia, pero no.

—Entonces.. ya no volveré nunca mas papá.

Salí furiosa de la habitación abandonando al que un día llamé hogar; tenía tanta rabia acumulada que ni siquiera sabía cómo quitármela de encima, no estaba dispuesta a soportar a miranda.
Ambos saben que jamás ella va cambiar, pero ella sabe como manipular a nuestros padres para engañarlos, pero a mi no me engaña.

GABRIEL

Hace cuatro semanas que no tenía noticias de Mía, Esperé su llamada cada día pero ella jamás me llamó, con el pensamiento de que no lo disfrutó como yo lo hice me fui a un viaje de negocios, pensaba en ella día y noche con el deseo de volver a follármela, hoy había vuelto a la ciudad de Phoenix, extrañaba mi hogar y estaba ansioso por ver a todos nuevamente después de un mes fuera del país, al llegar a casa, mi familia me recibió con los brazos abiertos y ya sabía las razones, la primera, por mi regreso, y la segunda, por haber cerrado con éxito un contrato con nuevos clientes.

—Felicidades hijo. —dijo mamá en un furtivo abrazo. —Sabia que lo lograrías.
—Gracias mamá. —la abracé como nunca antes lo había hecho. —Te extrañé mucho.

—Felicidades osito. —Estefanía me abraza colgándose de mi cuello. —Como siempre tan exitoso en todo.
—Nadie me dice que no, y lo sabes. —me río mientras la estrujo entre mis brazos. —También extrañé estos abrazos de oso. 

Ambos nos reímos al disfrutar del abrazo que nos dábamos, al ver a mi hermano Alex, solté a mi hermana y el me abrazo mientras palmeaba mi espalda, lo que no me esperaba era encontrar a Maricela, mi secretaria también en mi. Casa.

—Felicitaciones señor Gabriel. —se acercó a mi maricela con algo de pena ofreciéndome su mano.

Al ver su brazo extendido esperando mi respuesta, la tomé agradecido. —Gracias Maricela .


—Sigue así hijo, y verás que llegarás más lejos que tú padre. —no pude evitar observarla con ternura. —Ahora, sólo falta que encuentres una buena esposa que este a tu nivel para que sea tu mano derecha

Mi ternura por ella desaparece cuando dice esas palabras. —Ya hablamos de eso mamá, y si no deseas darme las acciones de las empresas, entrégaselas a Alex, que por lo que veo habrá boda pronto

—ja, ja, muy gracioso. —murmuró con sarcasmo. —Tan exagerado como siempre. —me fulminó con la mirada.

—¿Que?. ¿Acaso no están saliendo?.

—Hace apenas una semana empezamos una relación formal, no es para que ya digas la palabra boda.

Aburrido y estresado rodeé los ojos al verlo tan acaramelado con mi secretaría, bien podían esperar a estar a solas pero tenían que besarse frente a todos, todos menos yo, veían con ternura aquella escena romántica.
Mi madre nos invitó a todos a pasar al comedor para cenar mientras mi madre escudriñaba muy a fondo, demasiado diría yo, en la relación de mi hermano.

—Bueno me iré a descansar, —me levanto de mi lugar. —El vuelo fue largo y no logré cerrar los ojos durante mi regreso.

—Descansa hijo ñ, mañana puedes tomarte el día libre.

—Si, no tienes de que preocuparte, yo me haré cargo mientras descansas. —dijo Alex mientras terminaba su postre.

—Te tomaré la palabra y aprovecharé a dormir hasta tarde. Madre, hermana. —dije besando sus mejillas para después retirarme. —Feliz noche.

Subí a mi habitación cansado, solo deseaba cerrar mis ojos y dormir a mis anchas, cuando estaba apunto de quedarme dormido, el sonido de una vibración dentro de mi maletín llamó mi atención.
Lo deje sonar varios minutos pero parecía que tenía una enorme insistencia en hablar conmigo que molesto me levanté para tomarlo.
Al ver de quien era la llamada, sonreí por su insistencia, al revisar el registro me sorprendo al ver que  tenía múltiples llamadas y mensajes de Mía, ansioso por saber de ella le enviaría un texto pero mi celular empezó a sonar nuevamente así que contesté.

—¿Al parecer Gabriel, te gusta impacientarme?.

—¿Así que es enserio lo de ser tu esclavo ? —dije con sarcasmo al ver que después de tanto tiempo transcurrido, me volvió a llamar.

—¿Cuándo dije que era broma?. —su tono de voz era algo sensual.

—¿Y ahora que deseas?, ¿Algún fetiche sexual que deseas realizar?.

—Necesito que hagas algo que no puedo hacer yo misma.

Pensé que me pediría otra noche como el de la otra vez pero poco apoco mi sonrisa fue desapareciendo al escuchar lo que me pedía.

—¡Esto es el colmó!. —renegaba en voz baja al ver los estantes.

Como diablos se le ocurría pedirme que pasara a una farmacia por tampones, chocolates y pastillas para cólicos o dolores menstruales. Estaba furioso, nunca en mi vida había comprado cosas como estás, ni siquiera para mí madre o mi hermana.

Al llegar a la caja para pagar lo que saqué de los estantes, la chica que atendía me observó por un rato y luego tomo los artículos pasándolos por la caja registradora, me sentía avergonzado y más al solo imaginar lo que estará pensando dependienta de mí. Cuando me dijo lo que había gastado le entregué mi tarjeta de crédito y la chica me sonrió.

—Le recomiendo que para aliviar los dolores lleve esto, aquí podrá verter un poco de agua tibia y colocarlo en su vientre, eso le ayudará a disminuir los dolores de su esposa.

—Me lo llevo también.

—Ya me gustaría tener un marido como usted, que me haga compras de este tipo sin avergonzarse.

No le respondí antes su comentario, solo tomé todo mientras salía de ahí a pasos ligeros porque si me tardo un poco más, dejaría todo tirado y me largaría hacia mí casa. Al salir de la farmacia, entré al auto y tiré las cosas en el asiento del copiloto.

—¿porque diablos hago esto?.

Tomé mi celular buscando la dirección que me había dado de su departamento. tardé al menos quince minutos llegar al departamento y todo por no lograr ubicarlo, al subir hasta el octavo piso, puerta número quince.

Golpeé la puerta pero no recibí respuesta, creí que era parte de su juego pero luego recibí un mensaje de su parte.

"en una esquina veras un macetero, debajo de él hay una pequeña abertura en la madera del suelo, mete la mano y encontrarás una copia de la llave de mi departamento".

Busqué la llave donde ella me dijo, al encontrarla abrí y cerré la puerta, encendí las luces  para ver mejor porque todo estaba oscuro.

—¡Mía!..
Al llamarla recibí una respuesta de inmediata. —¡aquí!. —gritó.

Me dejé guiar por su voz que provenía del final del pasillo, abrí la puerta y noté que estaba en su habitación, ella volvió a llamarme así que entré para entregarle su pedido, al llegar a una puerta dentro de su habitación, ella dijo mi nombre en pregunta y al saber que estaba frente a la puerta la abrió un poco para que le diera los tampones.

Nunca antes se me pasó por la mente pensar que Mía viviera sola, este lugar era amplío y todo estaba en total orden dejándome con estupefacto, creí que al ser una chica mimada por haber nacido entre lujos, pensé que tendría una criada o sirvienta.

Decidí recorrer su departamento haciendo tiempo mientras ella salía del baño, en mi recorrido me comenzó agradar donde vivía, era tan limpio, decorado con detalles minúsculos y era muy espacioso, todo estaba ordenado, en cada parte que recorría de su apartamento todo estaba en su lugar y muy limpio, tomé asiento en el sofá grande que tenía en la sala; pero mas grande fue mi sorpresa al ver una PlayStation con juegos de todo tipo.

—Sigues sorprendiéndome Mía Fermonsel. —murmuré mientras encendía el play.

Hace tiempo que no jugaba en uno, la última vez que jugué uno de estos, tenía unos dieciséis años,  pero los gráficos eran muy antiguos comparados con las versiones de hoy en día, nunca compré una porque solo era la emoción del momento para mí, pues, después me aborrecía y los dejaba en el olvido.

Empecé a jugar un juego de guerra que era online, mientras esperaba que ella saliera, tomé a un Avatar de hombre. "De seguro alguien viene a verla y juegan juntos en sus ratos libres ". Era la primera vez que jugaba este juego y la verdad era muy interesante.

—¿Quién dijo que podías tocar mis cosas?. —preguntó parándose frente a mi bloqueando mi vista del plasma.

—Por favor, me matarán por tu culpa. —me quejé molesto tratando de hacerla a un lado.

Ella molesta suspiró y tomó el otro control uniéndose a jugar conmigo, ni siquiera sentí el pasar de las horas , nunca antes había disfrutado la compañía con alguien que no era de mi familia y mucho menos imaginé que me encantaría pasar momentos de diversión junto a ella.

Sublimes Placeres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora